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México abraza Sonorama Ribera del Duero: La segunda edición consolida su lugar en el corazón del público mexicano.

Sonorama RiberaSonorama Ribera del Duero México reafirmó su lugar como uno de los festivales musicales más queridos por el público nacional. En su segunda edición, el evento no solo superó los retos logísticos y el cambio de sede de último momento, sino que conquistó a miles de asistentes que ya claman por una tercera entrega en 2026. Lo que comenzó como una extensión del festival español, hoy se perfila como una cita imprescindible en el calendario cultural del país.

La edición 2025 del festival se trasladó de su sede original, el Parque Bicentenario, a dos recintos ubicados en el la CDMX y el Estado de México: Sala Bajo Circuito y Sala Urbana, donde más de tres mil personas se reunieron este viernes y sábado para celebrar la música independiente española y el espíritu festivo que define al Sonorama Ribera.

Desde su creación en Aranda de Duero, España, el Sonorama Ribera del Duero se ha caracterizado por su enfoque en la música, la gastronomía y el vino. En su edición mexicana, el festival logró trasladar esa misma esencia al otro lado del Atlántico. El entusiasmo del público mexicano quedó demostrado no solo en su asistencia, sino también en la energía que imprimieron en cada presentación, haciendo de este evento una verdadera fiesta de intercambio cultural.

El director del festival, Javier Ajenjo, lo expresó con emoción en su discurso ante el público:

“Puede que nos hayamos equivocado, y seguramente lo haremos más veces. Esto es un aprendizaje y necesitamos escucharles para mejorar. Pero estamos muy agradecidos: a las bandas, al público, a los patrocinadores, a México. Nos han regalado una felicidad tan grande que solo podemos pensar en devolvérsela con más música, más experiencias, y más Sonorama Ribera del Duero”.

La celebración arrancó el viernes con una fiesta de bienvenida en Sala Bajo Circuito, que incluyó los conciertos de Tulsa, Sanguijuelas del Guadiana, El Meister y Embusteros. Cada acto trajo su propia dosis de emoción y talento, creando una atmósfera íntima y cálida para el arranque del festival.

Pero fue el sábado cuando la experiencia alcanzó su punto máximo. En Sala Urbana, Carlos Ann encendió la jornada con su estilo inconfundible, seguido por presentaciones cargadas de sentimiento y potencia de parte de La Habitación Roja, Iván Ferreiro y Nacho Vegas, uno de los más esperados por el público mexicano.

La noche alcanzó su clímax con la actuación de La Casa Azul, que puso a vibrar a los asistentes con La Revolución Sexual, generando un momento de éxtasis colectivo que resumió el espíritu del festival: alegría, libertad y comunión a través de la música. El cierre estuvo a cargo de Miss Caffeina, que mantuvo la energía al máximo con sus canciones llenas de ritmo, consolidando un final perfecto para una jornada inolvidable.

Además de los conciertos, el festival ofreció experiencias únicas como degustaciones del famoso vino de Ribera del Duero, cerveza Mahou y un ambiente cuidado en cada detalle. Como parte de su programa cultural, la Junta de Castilla y León organizó el sorteo de un viaje a España, con visitas a las ciudades de Segovia, Ávila y Salamanca, además de una experiencia VIP en el Sonorama Ribera de Aranda de Duero.

El éxito de esta segunda edición deja claro que Sonorama Ribera del Duero México ha encontrado un lugar permanente en el corazón de su audiencia. Con una respuesta entusiasta del público, el compromiso de los organizadores y una oferta musical y cultural única, el festival se perfila como una de las apuestas más fuertes para 2026.

La música, el vino y la comunidad son los pilares que sustentan a este festival, y su crecimiento en tierras mexicanas demuestra que la fórmula funciona. En un contexto donde los festivales buscan diferenciarse, Sonorama Ribera del Duero México ofrece algo más: una experiencia auténtica, cercana y profundamente humana.

Como periodista y como fanático de la música, una de las cosas que más resalto de esta edición de Sonorama Ribera del Duero México es la resiliencia de sus organizadores. No es sencillo sostener un festival internacional, y menos aún cuando surgen imprevistos como un cambio de sede a último momento. Pero lo que presenciamos fue un ejercicio de esfuerzo, compromiso y profundo respeto hacia el público, hacia las bandas y, sobre todo, hacia lo ocurrido en el Parque Bicentenario.

Lejos de ignorar la situación, los organizadores y artistas rindieron homenaje, recordaron y, lo más importante, generaron conciencia. Porque al final del día, la música no solo nos entretiene: nos une. Nos conecta como periodistas, fotógrafos, fanáticos, músicos y productores. Todos compartimos una misma pasión y todos merecemos vivirla con seguridad y respeto.

Uno de los momentos que más me marcó fue escuchar a un organizador hablar del origen del festival: su deseo de llevar a ciertos artistas a lugares donde normalmente no tendrían cabida, donde las condiciones del mercado los dejarían fuera por no “vender suficientes boletos”. Pero el arte no siempre se mide en cifras. El valor de la música va más allá de lo comercial. Se trata del amor profundo que sentimos por ella, de las historias que nos cuenta y de las emociones que despierta.

A veces nos preguntamos cuándo traerán a ese artista que amamos, y la respuesta parece imposible. Por eso agradezco sinceramente a Sonorama Ribera del Duero México que hacen posible este festival. Gracias por acercarnos a músicos que quizás no llenen estadios, pero sí llenan corazones. Gracias por crear un espacio donde descubrimos, nos emocionamos y recordamos por qué seguimos creyendo en la música como un refugio, como una trinchera y como un puente que nos une, sin importar desde qué continente venga.

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