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Hubo muchas cosas que me llamaron la atención la primera vez que pude ver a Pearl Jam en vivo. Una de las más particulares fue que en la parte frontal había sillas, lo cual ya era raro para ese entonces. Cuando le dije esto a uno de mis conocidos, también fan de la banda, él me dio una respuesta que no dejaba lugar a dudas. “¿Quizá fue por lo de Roskilde?”. Claro, lo de Roskilde.

roskilde Pearl jam

En ese momento apenas habían pasado 3 años y obviamente la cicatriz estaba ahí, más viva que nunca. Era todavía difícil de creer que hubiera pasado una tragedia así, cuando ya las medidas de seguridad habían mejorado bastante, o al menos eso pensábamos.

Vamos, ya no eran los locos años noventa y ya parecían muy lejanas esas escenas donde Eddie Vedder brincaba encima del público desde una grúa.

Era el año 2000 y parecía un año perfecto para Pearl Jam. Después de algunos años de estar en medio de controversias por la demanda a Ticketmaster y por la dirección musical que su carrera estaba tomando, al fin parecía que daban con la fórmula correcta.

Con dos grandes discos lanzados uno tras otro y con una exitosa gira por Europa y un extenso tour por Estados Unidos en puerta, todo indicaba que la carrera de Pearl Jam cambiaría completamente en ese año. Y así fue, mas no de la forma que todos pensaban.

La historia sobre lo que sucedió el 30 de junio de 2000 en el festival de Roskilde, uno de los más importantes en Dinamarca, ha sido contada en muchas ocasiones, pero la herida dejada por el suceso es algo que jamás podrá cerrarse.

Cincuenta mil personas reunidas en un día lluvioso esperando ver a su banda favorita no es una situación que no haya pasado antes y mucho menos a la banda.

Y sin embargo la bola de nieve de circunstancias (lluvia, nula visibilidad, piso resbaloso, fallas en el sonido) desencadenó en una tragedia que nadie pudo anticipar. Ese día habrían de fallecer ocho personas por asfixia y una más perdería la vida horas después en el hospital por heridas en el pecho, además de 25 heridos de menor gravedad.

Es difícil medir las repercusiones de un suceso así en lo que pasaría después tanto en el público como en la banda. Quizá sea algo exagerado de decir, pero el concierto de tu banda favorita siempre es algo mágico. Y alguien que sea fanático de Pearl Jam sabe que un concierto suyo es una experiencia increíble y hasta cierto punto adictiva.

Por eso, el saber que gente que era como tú, que tenía tu edad y que estaba viviendo lo que tú habías soñado siempre y que había fallecido de esa manera, te dejaba un hueco en el estómago. Leer el comunicado que los 5 miembros del grupo habían publicado en su incipiente página web era algo que te dejaba helado.

Después ver las fotos, los videos, las noticias –muchas veces en un idioma extraño–, y después incluso escuchar la única grabación del audio que existe del show te deja muy en claro que con todo, las medidas de seguridad no eran tan buenas y que todo debía cambiar.

Indudablemente, para Pearl Jam fue un shock que los puso a prueba en todos los aspectos. Los hizo replantearse no solo sus planes de gira en puerta, sino la existencia de la banda misma. Los hizo pensar cuál era su relación con su público y su grado de responsabilidad en la muerte de estas nueve personas.

Es claro que su huella se reflejó en Riot Act (2002), su álbum siguiente, y es claro que la banda estaba temerosa que se repitieran los hechos de Roskilde.

Por eso para mi ese 2003 que pude ver a Pearl Jam en vivo, por primera vez, fue muy claro que esa fuera la razón de que hubiera sillas en la parte frontal, y te hacía caer en cuenta de que el grupo había elegido solo lugares cerrados y no demasiado grandes para su gira de 2003. Y obviamente, ningún festival estaba agendado.

Mucho se habló de la creciente participación de la banda en temas políticos en su país. Las controversias con las administraciones de Bush hijo y más recientemente con Trump, el caso de los tres de West Memphis o su involucramiento en temas ambientales entre muchos más.

Si bien, antes de 2000 ya eran un grupo con compromiso social, pareciera que todo esto se disparó después de los sucesos de Roskilde. El discurso ideológico de Eddie Vedder también parece haberse radicalizado mucho más, llegando a veces a la confrontación con los mismos fans de la banda.

Y sin embargo también puede notarse que después de Roskilde, la banda se encargó aún más de velar por que sus conciertos fueran un lugar seguro, así como buscar un acercamiento mayor con las necesidades de estos.

Han pasado 20 años desde los eventos de Roskilde, y ahora, en un momento en el que el mundo vive encerrado debido a una pandemia, es difícil preguntarse sobre si la experiencia de ir a un concierto ha cambiado desde el 2000, debido a que justo ahora enfrentamos una de esas situaciones que, como hace 20 años, cambiará nuestra perspectiva sobre los eventos masivos.

Es cierto que hay muchas enseñanzas que nos ha dejado Roskilde, pero ahora vivimos un mundo en donde la convivencia a nivel masivo está en entredicho, esta vez no por fallas técnicas o naturales, sino por una lucha por nuestra propia sobrevivencia.

Ese cuidarnos los unos a los otros que tanto repite Pearl Jam en sus conciertos desde ese entonces, puede ser lo que nos permita salir adelante, no solo en una sala de conciertos, sino en nuestra vida diaria.

It’s an art to live with pain, mix the light into grey,
Lost nine friends we’ll never know, two years ago today
And if our lives became too long, would it add to our regret?

Pearl Jam – Love boat captain

Texto: Javier González

Te compartimos el audio de ese concierto.

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