Publicidad

Claridad en cada palabra, nitidez en los trazos y estética en la estructura: The Charlatans le dio vida al Plaza Condesa con una presentación que estremeció a una masa sedienta de liberación.

El estilo inglés es inconfundible. El punto de partida fue 1960, la fecha que lo cambiaría todo, un movimiento escénico revolucionario se avecinaba, nadie, ni siquiera los antiguos maestros de la industria predijeron este hecho, al principio algunos renegados rechazaban los cambios, sin embargo, era una ola tan fuerte que fue imposible detenerla.

Muchos artistas, no solo dedicados al cuarto arte, tomaron esa metodología para crear sus propias maquetas, exprimieron las técnicas al grado de incrustarle nuevas y determinado número, ingresó al sistema medular para amalgamar todo desde el origen: The Charlatans es uno de ellos.

La expresión “Los clásicos nunca pasan de moda”, tomó otro sentido en la cabeza de Tim Burgess (vocalista), conquistó la fuerza de la antigua generación, le sumó la brisa colorida de la nueva era y las mezcló en un recipiente sazonado de rock alternativo, así nació este proyecto del que desprenden frutos de la más alta gama cualitativa.

Son 29 años de trayectoria y 13 discos de estudio, las medallas que adornan su estilo. Tim, Martin Blunt (bajo), Mark Collins (guitarra) y Tony Rogers (teclado) decidieron despegar un poco los pies del nido, la noche del pasado 19 de septiembre arribaron a la CDMX con la intención de llevarse el alma de su fanaticada que hacía meses esperaba por su visita.

El reloj marcaba 10 minutos de exceso en el horario estipulado y una tenue melodía empezó a llenar el venue poco a poco mientras se acomodaba cada pieza de la banda. Como si fuera motor de combustión espontánea, en un segundo, el primer golpe instrumental avivó las emociones que más tarde serian fusionadas.

Al término de cada canción interactuaban con el público y le pedían, de manera muy efusiva que escogiera, dentro de su amplio repertorio, la canción que querían escuchar, haciendo que la comunicación fuera dinámica, evitando hoyos incómodos de interacción.

La experiencia se volvía carne cuando no se emitía ningún sonido vocal debido al desconocimiento de algún tema; invitaban a la audiencia a formar parte integrante del mismo con el resto de la fisionomía, y lo conseguían.

El momento más íntimo, dentro de la abundante cantidad, fue cuando las letras de Emeli se propagaban lentamente en el espacio tiempo, modificando cada átomo atmosférico, dividendo los corazones en partes proporcionales, listas para ser intercambiadas.

-“There is no need to took for me I am looking through you…Emelie”

Un cierre rápido y seco dejó al Plaza Condesa en un eco atónito, no podían creer que la banda, por la habían esperado tanto tiempo se fuera de esa manera. Rápidamente tomaron cartas en el asunto, con aplausos, gritos y ovaciones los hicieron volver.

Satisfechos, dando las 10:38, los dejaron ir, ahora The Charlatans, la aleación perfecta entre el pasado y el presente, vuelve a su hogar para regenerar la energía perdida y solidificar la estrategia de ataque. ¡Muchas gracias ya los queremos de regreso!

Fotos por: Kross Scott

The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans The Charlatans

Deja tu comentario:
Príncipe de Cd. Nezahualcóyotl. Partidario de la libertad artística, voy por la vida defiendo a los bulleados musicales aunque no siempre gane. No existe música sin sentido, solo gente sin sentimientos.