El nuevo disco del siempre divisivo Kanye West es su trabajo más desordenado, pero quizá también el mayor testamento de su genialidad.
Tal vez The Life of Pablo llega en un muy mal momento; el lanzamiento del séptimo material de estudio de este dínamo del hip-hop viene acompañado de torrentes de tweets incoherentes, peleas inútiles con otros artistas, el nacimiento de Saint, su segundo hijo y muy fuertes rumores sobre su mala salud mental.
Además, el enfoque obsesivo de Kanye West con su otra gran pasión, el mundo de la moda, ha consumido fragmentos importantes del tiempo laboral que solía utilizar perfeccionando la producción de su música. Todos estos elementos apuntan a que este material fuera un verdadero desastre, y en cierto modo, lo es. Pero en muchos otros aspectos, esta es la exhibición absoluta de la gigantesca capacidad creativa de West.
El que un artista al borde del colapso espiritual (y tal vez, también económico) sea capaz de ofrecernos un álbum con temas tan sólidos es admirable, casi milagroso.
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Sin embargo, hay una interrogante que es bastante necesario responder mientras uno escucha TLOP. Una muy urgente: ¿Es esto realmente un álbum?
Kanye West sacó a la luz un buen número de estos temas en las semanas anteriores al supuesto debut global del 11 de febrero, y por si esto fuera poco, la indecisión alrededor del tracklist (y del propio nombre del álbum) nos dejó con un eterno aire de incertidumbre al aproximarnos a ellos. Incluso tras escuchar el supuesto resultado final, es tentador pensar que TLOP sigue siendo un trabajo en progreso. Por ejemplo, el tema Wolves fue estrenado el año pasado en el lanzamiento de su zapato Yeezy 750 Boost, y en ese momento los artistas invitados eran el ascendente Vic Mensa y la estrella pop Sia en las voces. Pero en la versión final, Kanye reemplaza a Sia por la artista clásica Caroline Shaw y a Mensa por el notablemente elusivo Frank Ocean.
Desde hace meses, los fans esperabamos una versión completa de estudio de este tema, y justo cuando parecíamos tenerla, Kanye declararía en Twitter que iba a “componerla” una vez más. Posteriormente, alguien filtraría la versión completa de Sia y Vic, y ahora tenemos dos Wolves y ninguna al mismo tiempo.
Ese es solo el primer síntoma de la gran sensación de incompleción que rodea a The Life Of Pablo. Kanye ha retrasado su estreno oficial por muchos otros motivos, entre los que destacan la inclusión de un nuevo verso de su colaborador Chance The Rapper en un tema, hasta la extraña situación en la que se encuentra el sitio de streaming de alta calidad, TIDAL.
Pero esos asuntos podrían arreglarse decorosamente y aún así tendríamos un disco que se siente inconcluso. Si bien en Yeezus West nos dio un trabajo audazmente minimalista, la producción en TLOP es tan dispersa que en algunos temas parece que alguien abandonó la sesión de estudio a medio camino. En temas como Famous la voz de Rihanna tiene que completar un sample de Do What You Gotta Do de Nina Simone en el intro, para después reaparecer cerca del final.
En ambas partes de Father Stretch My Hands, los esquizoides samples del Pastor T.L Barrett y de la música de Street Fighter se entrecruzan, para luego apagarse abruptamente, como si esas máquinas se hubiesen desconectado por accidente.
Pero como es común en el universo musical de Kanye West, sus debilidades también revelan sus mayores fortalezas. Famous (que por cierto contiene la letra más controversial del álbum, aquella que habla de Taylor Swift) tiene un beat sublime, y la entrada triunfal del sample de Bam Bam de Sister Nancy nos recuerda por qué la música de West ha tenido tal impacto a lo largo de los años. Después de todo, este es el que, como productor, tomó un improbable loop de un tema de The Jackson 5 y le dio a Jay-Z su mayor hit, y ya como artista, le dio una nueva vida a 20th Century Schizoid Man de King Crimson en Power.
¿Quién sino Kanye tomaría un chop vocal del ícono experimental Arthur Russell para un tema como 30 Hours? ¿O un pasaje instrumental de la estrella iraní Googoosh (Feedback)? ¿O una hermosa yuxtaposición de dos clásicos del House de Chicago en Fade?
The Life Of Pablo está repleto de esos momentos sonoros y líricos, a veces contradictorios, en gran medida salidos de la aparente nada, pero es esta habilidad de referenciar tanto al mainstream como al avant-garde, y de aludir tanto al pasado añorado como al futuro distópico, lo que ha hecho de Kanye un agitador del zeitgeist en cada movimiento en su carrera.
Y hablando de esa siempre presente capacidad de crear algo potencialmente revolucionario, The Life Of Pablo nos entrega lo que probablemente sea el mejor opening track en la trayectoria de Mr. West: Ultralight Beam. La tan necesaria búsqueda espiritual de Kanye, aquella que lo ha hecho declarar que este sería un disco gospel, y a titular este trabajo en honor a San Pablo de Tarso (no a Picasso, y gracias a Dios no a Escobar), lo lleva a reunir a Kelly Price, The-Dream, Kirk Franklin y un gigantesco coro de iglesia en un verdadero salmo de la era moderna.
A Kanye se le acusa de tener un enorme ego, pero en esta ocasión se da la oportunidad de compartir, o incluso alejarse, del reflector. El joven Chance The Rapper entra a escena con un verso que puede ser la consagración de su vida artística, casi como el de Nicki Minaj en Monster, pero él mismo sabe que este momento es más grande que todos, más grande que el Rap: Este es un acto de reconciliación con la fe, una plegaria al más puro estilo Chicago, pero sobre todo, una experiencia religiosa totalmente 2016. ¿Quién más que Kanye West arrancaría un tema eclesiástico sampleando un vídeo de Instagram?
Entonces, ¿Es esto un álbum? Pues sí, y no.
Es un álbum, que por única ocasión en la carrera de Kanye se siente como tal, y no como una enorme declaración artística y estética con un orden minucioso en sus valores musicales (como el resto de su discografía). Pero no tiene en absoluto la cohesión de un álbum; es en cambio una colección de tracks que, de no ser porque se trata de uno de los artistas más grandes del mundo, sería uno de esos mixtapes que constantemente se actualizan con nuevos temas, nuevas versiones de los mismos, e ideas sueltas en proceso de encontrar nuevos espacios.
Tal vez por ello un enardecido Yeezy declaró que TLOP “nunca estaría a la venta”. Ni siquiera sabemos si algún día veremos un lanzamiento físico, o mínimo un producto terminado. A lo mejor ese es el destino de este material, permanecer por siempre en la nube, jugando con nuestra forma de consumir música en estos días. O como una incubadora de ideas a las que volverá en lo que su caótica situación se resuelve. O quizá todo esto es un gran ataque dirigido a asesinar definitivamente al formato del álbum como lo conocemos, concluyendo el trabajo que iniciara el sorpresivo digital drop de Beyoncé y siguiera el misterioso ANTI de Rihanna, como un tiro de gracia.
La depresión y ansiedad que caracterizan la experiencia sónica de TLOP (entre ello las problemáticas menciones al medicamento Lexapro) también se están viendo reflejadas en la forma en que este está siendo presentado, pero sobre todo en la manera en que lo recordaremos. Y de paso en cómo recordaremos esta etapa en la vida de Kanye. Sabemos que él es un genio, y que está loco; pero nunca habíamos echado un vistazo tan claro a su mente para observar ambos aspectos de él, sin filtro. No es una experiencia siempre agradable, pero vaya que es fascinante.
Tracklist:
- Ultralight Beam
- Father Stretch My Hands Pt. 1
- Pt. 2
- Famous
- Feedback
- Low Lights
- Highlights
- Freestyle 4
- I Love Kanye
- Waves
- FML
- Real Friends
- Wolves
- Silver Surfer Intermission
- 30 Hours
- No More Parties in L.A.
- FACTS (Charlie Heat Version)
- Fade