Sangre María representa la fuerza del metal mexicano con mensaje. Entre riffs poderosos y letras críticas, la banda canaliza su conciencia social en cada acorde y cada palabra.
Sangre María, banda emergente del nu metal mexicano, ha encontrado una fórmula poderosa entre la distorsión de sus guitarras y la contundencia de su mensaje social. Con un estilo que bebe del new metal clásico de los noventa y letras que denuncian la desigualdad, la migración o la guerra, este trío busca abrir camino en una industria que pocas veces cede espacio a propuestas contestatarias. En esta entrevista, realizada en el marco de sus próximos conciertos en el Velódromo Olímpico y el Centro Cultural Teopanzolco, los músicos comparten sus orígenes, influencias y motivaciones, además de lanzar una invitación directa a quienes aún subestiman el potencial del metal hecho en México.
Los orígenes de un proyecto con raíz y potencia
Se nota que disfrutan hablar de su música, pero sobre todo, de lo que hay detrás de ella. “Todo empezó con mi hermano (baterista) y yo”, recuerda Oliver. “Ya habíamos estado en otros proyectos. En ese entonces, Pablo tocaba el bajo con nosotros, pero sentíamos que hacía falta otra guitarra para darle más cuerpo al sonido”.
“Fue cuando les propuse traer a Mau”, añade Pablo. “Lo conocía desde antes y sabía que podía aportar justo lo que necesitábamos. Lo trajimos a un ensayo, y fue como anillo al dedo. Se quedó en el bajo, yo me pasé a la guitarra y desde ahí somos Sangre María”.
El nombre de la banda no es casual. “Queríamos algo que hablara de fuerza, pero también de nuestras raíces”, dice Mau. “Sangre representa la resistencia, lo que corre por nuestras venas. María es lo latino, lo cálido. Esa dualidad define lo que somos”.
Metal como vehículo de denuncia
Aunque sus influencias musicales son variadas —de Manu Chao a Bob Marley, pasando por Korn, Limp Bizkit o Tool—, fue el new metal el que mejor les permitió canalizar sus inquietudes. “El metal siempre fue nuestra base”, explica Pablo, “pero no queríamos solo ruido o técnica. Buscábamos una forma de gritar cosas que nos duelen o nos afectan como sociedad”.
Uno de los temas más representativos de la banda es Sangre Latina, nacida de un riff improvisado en un ensayo. “En minutos ya teníamos el 80% de la canción”, cuenta Mau. “Y Oliver le dio sentido al hablar de la migración, de las fronteras, del desarraigo. Eso es lo que buscamos: que la música te hable, te haga sentir algo”.
La banda no teme tocar temas espinosos. En Ataques Aéreos, por ejemplo, abordan el conflicto en Palestina, pero también lo conectan con las luchas diarias que se viven en México. “Todo es político”, señala Mau. “Hasta decir que no te interesa es una postura. Nosotros elegimos incomodar, hacer pensar”.
Pablo completa la idea: “Nos inspiramos en historias reales, en lo que pasa en la calle. Y también en casos como el de Melissa Barrera, que fue silenciada por hablar de injusticias. ¿Por qué no alzar la voz?”.
El escenario como hogar
Hablar de tocar en vivo hace que los ojos de los tres brillen. “Es por lo que estoy vivo”, dice Oliver sin dudar. “Subirte a un escenario, compartir energía con el público, es libertad pura”.
“Mi psicóloga me preguntó una vez con quién me sentía más yo”, comenta Pablo. “Le respondí: ‘cuando estoy en el escenario’. No hay nada igual”.
Para Mau, ese despertar llegó cuando cambió el fútbol americano por una guitarra vieja. “Vi a James Hetfield en vivo y supe que eso era lo mío. Desde entonces, no hay vuelta atrás”.
La banda se prepara para dos fechas importantes: el 3 de mayo en el Velódromo Olímpico, donde compartirán cartel con Snot y Puddle of Mudd, y el 17 de mayo en el Centro Cultural Teopanzolco en Cuernavaca, junto a Los Guantes Blanco. “Van a ser shows potentes. Queremos que la gente no solo escuche, sino que sienta cada canción”, aseguran.
Canciones que arden y mensajes que laten
Al preguntarles por la canción que mejor los define, no lo dudan: Sangre Latina. “Tiene un riff que te hierve la sangre”, dice Mau, “y una letra que toca fibras profundas. Está disponible en todas las plataformas”.
Y a quienes aún subestiman el metal hecho en México, Pablo lanza una reflexión contundente: “No se estanquen. Si solo comes pizza de pepperoni, te pierdes un montón de sabores. Con la música pasa igual: hay que explorar”.
Oliver coincide: “Vayan a conciertos. Ahí es donde descubres a esas bandas que te hacen decir: ‘¡Esto es lo que quería escuchar!’”.
Cierre: Más que música, una causa
Sangre María no es solo una banda: es un grito de lucha. En cada acorde, en cada verso, en cada golpe de batería, hay una historia, una crítica o una esperanza. Más allá del talento y la técnica, lo que distingue a este trío es la honestidad con la que se plantan frente a la vida, al país y al público.
Con fechas importantes por delante, una base de fans que crece cada día y un mensaje que resuena más allá del escenario, Sangre María se perfila como una de las propuestas más necesarias dentro del metal nacional. En tiempos donde muchas voces callan, ellos eligen hablar. Y lo hacen con fuerza.