Ely Guerra celebró 20 años de carrera artística con una reinvención de su música y una serie de íntimos conciertos que ofreció en diferentes ciudades. El Teatro Metropolitan gestó el final de El Origen.
Fotos: Lulú Urdapilleta
Pensaríamos que El Origen era un único show planeado, pero pareciera que se trata más de conciertos individuales, cada uno con su propia trama, personajes y canciones que acompañan los momentos dramáticos.
El año pasado, Ely Guerra, en su debut de El Origen habló sobre una relación de pareja y la analogía con las cuatro estaciones del año. Fue un concierto íntimo, semiacústico y lleno de reflexiones del amor, la vida y el dolor.
Ahora, en su cierre, la historia fue similar, las etapas del enamoramiento, la ruptura, el dolor y el consuelo. Pero las analogías iban hiladas de acuerdo a la canción que iba a cantar.
“Estoy enamorada, hay manos nuevas que tocan mi ser”
Cantó el Peligro de conocer a una persona nueva y comenzarse a enamorar. Nuevos ojos, nueva piel, nuevas manos. Complementó la primera fase de enamoramiento con Tu Boca, al expresar a su personaje ¿ficticio? que tiene labios de saber besar.
Después de todo lo que te imaginas pero no ha pasado nada. Viene el acuerdo entre ambos seres. Prometo Ser el cielo azul y te cuidaré. Dice Ely que a veces te sientas frente al mar y ves la marea y confundes las cosas divinas con las cosas del mundo.
Su único acompañante sobre el escenario, Nicolás Santella sobre el piano, musicalizando la historia de un amor que estaba a punto de perder. Sublimes notas, un paisaje sonoro que contaba su historia aparte, a través de la melodía.
De repente un Ángel de Fuego llega y ella ya no puede resistir. Habla de liberación pero entra a un huracán de emociones. Los aplausos se hacen presentes entre cada canción. Ely feliz, sonriente, carismática y al momento de volver a cantar se convierte en la protagonista de la historia.
“Crecí espiritualmente y sigo siendo sexual, pero en medio de ese calor, a mí ya me dio frío”
Y es que Tengo Frío a mediodía. La relación ya no es igual. Ambos se aman pero un orgullo se interpone. Nadie quiere ceder. La voz de Ely va de arriba para abajo, a veces a susurros, a veces con intensidad.
De repente alguien del público grita ¡te amo! a Ely. Ella voltea y contesta: No saben lo que dicen cuando dicen te amo, ¿qué vas a hacer si te caigo esta noche en tu casa? La gente ríe, otros reflexionan, ¿qué harías?
Qué triste fue decirnos adiós, porque El Triste dicen que soy yo o algo así va la canción que tanto conocemos y que tantas veces hemos cantado ya avanzada la noche, rodeado de amistades o en solitario, pero siempre con alcohol a la mano. Ely la interpretó a su estilo y el resultado fue emotivo; el significado como una daga al corazón.
Las risas, el llanto y las canciones avanzaron. Hubo un interludio donde Nicolás se aventó un solo de piano y el público, en un arranque de valemadrismo, se puso a platicar. No era Ely Guerra, no les importó. Una tristeza no valorar el talento ajeno, solo porque no es famoso.
El interludio fue como si el tiempo hubiese pasado y las heridas del corazón comenzaran a sanar. ¿Por qué tendría que llorar por ti? El proceso hacia la sanación había comenzado.
“Y aún estando más allá, siempre nos queremos. Aprendes a perdonar y aprendes a soltar”
Quizá la historia no tuvo un final feliz, pero ella mismo lo dijo: todo mal, pero todo bien. La fase de aceptación ha comenzado. Te regalo mi sol, mi luz, Mi Playa.
La gente aplaudió de pie. Ely Guerra se fue después de contarnos la vida del amor. Regresó para cerrar con broche de oro: Ojos Claros, Labios Rosas y Quiéreme Mucho.
En este juego de la vida existes primero tú, luego tú y después tú. Es en el dolor donde sabemos crecer.
En un final conmovedor, Ely Guerra cerró un ciclo con una canción de consolación a capella para el amor, el odio, la tristeza y la vida en general. Vale que tengas tiempo para soñar, para sentirte feliz, para sentirte infeliz, para sentir el dolor y sentir el amor, porque la vida es así.
Ely Guerra es una artista en toda la extensión de la palabra. Sabe transmitir lo que sucede en su cabeza y en su corazón y sabe cómo darle diferentes formas para lograr conectar con su público.