La Nueva Ola de Cumbia reinventa clásicos del rock y emo en clave bailable. Entre máscaras y humor, nos cuentan cómo es “llorar bailando”.
Con máscaras de luchadores, humor afilado y un sonido que mezcla tradición con nostalgia pop, La Nueva Ola de Cumbia se ha convertido en una de las propuestas más frescas y arriesgadas dentro de la música latina. Desde reinterpretar himnos del rock alternativo hasta colarse en eventos y vagones del Metro, la banda demuestra que la cumbia sigue siendo un lenguaje vivo, capaz de provocar tanto risas como lágrimas. Conversamos con ellos sobre su proceso creativo, el peso de versionar clásicos y la conexión con su público.
Entrevistador(E): Ustedes han creado esta ola de cumbia, incluso su nombre lo dice, y han tomado canciones icónicas que quizá no son tan reconocibles dentro del género. Algunas personas podrían alzar la ceja. ¿Por qué eligen esas canciones en específico? ¿Cómo hacen la selección?
La Nueva Ola de Cumbia (R): Es la que te da cosquillitas en el duodeno, carnal… bueno, no, en el peterete (risas). La verdad es que la vida te inspira. Para nosotros es cuestión de mantener la mente abierta, escuchar sugerencias, ideas, y de ahí tomar la inspiración para cumbializar rolas.
A veces surge porque alguien nos da la idea, otras porque vemos la reacción de la gente con cierta canción y decimos: “vamos a explorar más en ese género”. La inspiración llega de muchos lados, pero siempre con ese sentimiento divertido, esas cosquillitas que te hacen decir: “¡ah no ma, está chido!”.
También influye lo que a cada uno nos gusta. Aparte de la cumbia, la mayoría somos fans del rock, entonces partimos de canciones que nos marcaron y las reinterpretamos en cumbia.
E: Justo eso me recuerda a mi infancia. Yo no conectaba con José José hasta que escuché el primer tributo que le hicieron varias bandas mexicanas. Desde ahí le agarré cariño, pero para mis papás era casi un insulto que me gustara más la versión de Payaso de Molotov, por ejemplo. ¿Cómo ha reaccionado la gente a sus versiones?
La Nueva Ola de Cumbia (R): Siempre está el riesgo cuando tomas una canción icónica y la transformas en otro género. Por ejemplo, acabamos de subir In the End de Linkin Park. Hay fans muy puristas que dicen: “no me toquen mi canción”, pero hay otros que lo disfrutan muchísimo.
Lo chido es que genera diálogo. En los comentarios ves debates sobre por qué hacemos esto. Algunos dicen “la destrozaron”, otros responden “solo disfrútalo”. Y eso está bien, porque provoca una reacción. Es mejor que lo amen o lo odien a que pase desapercibido.
E: Hablemos de su estética. ¿A qué se deben las máscaras? ¿Por qué elegir la cumbia y combinarla con eso?
La Nueva Ola de Cumbia (R): Al principio todos veníamos de otras bandas locales en Los Ángeles. Queríamos incursionar en la cumbia, refrescarla, pero sin que nos reconocieran: “ah, ese mono ahora toca cumbia”. Además, queríamos cobrar más como si viniéramos de otro lado (risas).
Las máscaras de luchadores surgieron casi por accidente. Uno dijo “yo me pongo una de Chewbacca”, otro un antifaz, otro una de luchador… y terminamos todos con máscara de lucha libre. No fue planeado, pero cuando lo vimos en el escenario dijimos: “queda perfecto”.
La estética de la lucha libre mexicana se mezcló de forma natural con la cumbia y eso ayuda a conectar más con el público, tanto en la música como en el show. Además, nos quita broncas: nadie persigue a Chelín por sus demandas de paternidad en el mundo (risas) y a los feos nos ayuda a salir mejor en las fotos.
E:Claro, claro. Hablando de canciones icónicas: ¿por qué eligieron Los malaventurados no lloran, que es un himno de Panda? ¿Qué creen que diría Pepe Madero, que algunos tildan de mamón?
La Nueva Ola de Cumbia (R): Nosotros esperamos que San Pepe Madero nos bendiga con todos sus poderes (risas). Tratamos la canción con respeto, sin burla, solo buscando hacer una buena cumbia. Le echamos ganas a la interpretación y producción. Es un rolón, la letra y melodía encajaron perfecto en el estilo.
Estamos en la misma compañía, así que tarde o temprano le llegará. Como pasó con Nunca es suficiente de Natalia Lafourcade, que Los Ángeles Azules convirtieron en cumbia y explotó. Puede que pase lo mismo.
De hecho, a veces después de cumbializar una canción, escuchar la original ya no impacta igual. La cumbia le mete un sabor distinto, ese sentimiento agridulce de “llorar bailando”.
E: Me encanta esa descripción. También han hecho colaboraciones interesantes, como con “la Coreañera”. ¿Cómo fue esa unión?
La Nueva Ola de Cumbia (R): Fue gracias a nuestro A&R, Stanis Figueroa. Compartimos equipo y él nos sugirió hacer Bailando de Los Pegamoides, que convertimos en Cumbiando. Ahí entró Abby, que grabó el acordeón. Su aporte fue brutal, pero además conectamos muy bien en el cotorreo.
La conocimos en promo en Los Ángeles y Ciudad de México, y siempre fue lindísima. Yo incluso la había visto en TikTok antes y pensé: “qué chido hacer algo con ella”. Y pasó. Fue una colaboración muy natural.
E: ¿Cómo ha evolucionado su show en vivo con los años?
La Nueva Ola de Cumbia (R): Empezamos como un chiste: taparnos la cara, decir que éramos de otro lado y hacer cumbias de canciones New Wave. Pero con el tiempo la meta fue mejorar y mejorar.
El público ha sido clave: vemos qué funciona, qué no, qué piden. Con la llegada de Chelín como vocalista femenina nuestro sonido creció mucho. También integramos secuencias, sintetizadores, mejor producción… siempre empujando nuestros límites.
Además, buscamos conexión directa: nos bajamos del escenario, bailamos con la gente, hacemos la “culebrita”. Incluso surgieron cosas espontáneas, como cuando por error me subieron a una plataforma con ruedas y empecé a tocar el solo entre el público. Ahora lo repetimos en cada show.
Todo eso genera una experiencia divertida, espontánea y cercana.
E: Justo, recuerdo verlos en el Metro y cómo cambiaron el mood de la gente cansada de trabajar. Es un balance entre no tomarse tan en serio y, al mismo tiempo, cuidar la calidad del show.
La Nueva Ola de Cumbia (R): Exacto. Nos lo tomamos en serio, pero también se trata de reír, bailar y desconectarse.
E: ¿Han pensado en integrar lucha libre en sus presentaciones?
R: Ya lo hemos hecho. Una vez en Lucha Underground tocamos en vivo y a mitad del show terminamos echando luchita. El Vampiro Canadiense me iba a dar un pierrotazo, pero en vez de eso me besó (risas).
En otra tocada en Los Ángeles me tocó hacer maniobras con luchadores. Lo malo fue que el piso era de madera y al caer me desgracié la espalda (risas). Siempre me eligen a mí para esas cosas.
La Nueva Ola de Cumbia (R): (risas) Pobre. Bueno, ya para cerrar: si pudieran llevarle sus canciones a su versión de 14 o 15 años, ¿cuál creen que sería su favorita?
La Nueva Ola de Cumbia (R)1: Para mí, This Charming Man de The Smiths. Si la hubiera escuchado a los 15 me habría volado la cabeza.
La Nueva Ola de Cumbia (R)2: Yo elegiría I’m Not Okay de My Chemical Romance. Soy superfan y haberla convertido en cumbia fue especial.
La Nueva Ola de Cumbia (R)3: Para mí, In the End de Linkin Park. La grabamos y al escuchar las mezclas lloré. El niño de 15 años en mí también lo habría hecho.
La Nueva Ola de Cumbia (R)4: Yo escogería Ricky Runt, una canción nuestra. Es un fiestón con varios estilos mezclados. A mis 15 me hubiera encantado encontrar algo así.
La Nueva Ola de Cumbia (R)5: Yo creo que Guitarras Blancas de Enanitos Verdes. Aunque a mi yo de 15 le habría sacado de onda y se hubiera puesto a llorar (risas).
E: A mí, en lo personal, me gustó más su versión. Francamente no soy fan de Enanitos Verdes, incluso fue el peor concierto al que he ido.
La Nueva Ola de Cumbia (R): (risas) Sí, sin Marciano ya no es lo mismo.
Un futuro entre máscaras y cumbia
La Nueva Ola de Cumbia no busca ser solo un experimento viral ni una ocurrencia pasajera. Entre risas, máscaras y canciones reinventadas, han construido un puente entre generaciones, probando que la cumbia es tan maleable como resistente.
El futuro promete más colaboraciones, giras y, sobre todo, más oportunidades de hacer que la gente ría, baile y, quizá, también llore. Como ellos mismos dicen: “se trata de tomarse la música en serio, pero nunca olvidarse de divertirse”.