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Cuando uno llega a la famosa barrera de los 18, sabe que una vida compleja está por comenzar eso lo sabe muy bien el FICM.

ficm 2020

En dieciocho años hemos sufrido cualquier cantidad de retos, el inicio siempre suele estar acompañado de muchas imprecisiones. Sin embargo la capacidad de aprender, mejorar y superarse siempre es una buena constante, mismas que el Festival Internacional de Cine de Morelia ha tenido que vivir.

Este año en Morelia estaremos de manteles largos; cuando el FICM inició era una utopía bastante interesante; los sueños y las ganas que tenían en suelo michoacano, de mostrarse como una verdadera alternativa a los festivales de más abolengo, como el de Guadalajara, eran y siguen siendo su gasolina para poder seguir innovando cada vez con más fuerza.

Desde estrenos internacionales en suelo moreliano, presencia de artistas consagrados, directores reconocidos, alianzas estratégicas con los mejores festivales del mundo; año con año el FICM se ha reinventado y consolidado, no solo como una gran opción, sino como el festival de cine con más peso actualmente en la escena nacional.

Gran parte del éxito del FICM ha sido su poderosa estrategia de marketing, siendo elemento clave la revelación de sus afiches o imágenes anuales. Cada año la creatividad y diversidad, pero siempre enfocada en los valores del arte tradicional michoacano, han causado sensación entre el gremio actoral, prensa y espectadores del mismo.

Este año el arte llegó de la mano de Rodrigo Toledo, que buscó transportar el cine a la versatilidad de un trompo.

Para Rodrigo Toledo, como mencionó en una entrevista para el FICM, los elementos del del cine se pueden asemejar de forma muy convincente con un trompo, ya que además de estar vinculado muy en alto con las artesanías mexicanas, muy en particular con las que son originarias de la ciudad de Morelia.

El FICM siempre se ha caracterizado por impulsar, y ante todo, enorgullecerse de sus raíces y cultura; es por ello que la gran inspiración para Toledo fue curiosamente un trompo, mismo que podemos encontrar en los mercados de Morelia; ahí, afuerita del cine del centro de Morelia, mismo cine que es símbolo de la grandeza pero tradición del festival moreliano.

Encontré diferentes tipos de trompos, desde los más rústicos –de pino trabajado burdamente y policromados con esmalte común–, hasta otros de mucho mejor manufactura, de maderas más finas como el granadillo o el madroño, a veces de colores, pero otras no, fabricados principalmente en la región de la meseta purépecha, en lugares como Paracho o Ahuirán.

Rodrigo Toledo fue mucho más a fondo con la analogía del trompo para el FICM, encontrando aun mayores símbolos de Morelia para que en definitiva pudiera tener toda la fortaleza para ser el símbolo de esta edición número dieciocho en la que el FICM encuentra su mayoría de edad en suelo mexicano.

El trompo que escogí como modelo para este diseño fue uno de Paracho, de madera de madroño, coloreado delicadamente con tinturas de anilina y barnizado con goma laca. Un trompo fino, elegante.

El FICM se llevará a cabo el otoño entrante, teniendo como foco los días 28 de octubre al 1 de noviembre, fechas bastante simbólicas para la ciudad de Morelia por las festividades del Día de Muertos. Sin embargo la inauguración e invitados son una incógnita por la crisis sanitaria del COVID-19

El Festival Internacional De Cine de Morelia está a una vuelta de trompo en la esquina, el evento por el que artistas, prensa y fans estamos más que ansiosos porque inicie, y citando a Rodrigo Toledo para terminar:

El cine da vueltas, un trompo da vueltas. Su baile transcurre en un tiempo breve, como un cortometraje. Pero no es un solo trompo, son muchos trompos. Muchos trompos de colores diferentes para representar diversidad. La pluralidad, tanto de los espectadores como de los creadores y sus obras.

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