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Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad“.

diles que no me maten

Así recita el comienzo del cuento llamado Diles que no me maten, extraído de una de las obras maestras literarias de Juan Rulfo, El Llano en Llamas.

Sin embargo, el título de Diles que no me maten no estuvo conforme con quedarse en la historia literaria y decidió mutar hacia el elemento musical, uno que pasaría de manos de un autor como Juan Rulfo, a manos y sonidos (esta vez) de Jonás Derbez (Voz), Andrés Lupone (Bajo), Jerónimo García (Guitarra), Gerardo Ponce (Guitarra) y Raúl Ponce (batería).

Estos cinco autores nos darán un recorrido, piso a piso, de su grandioso Edificio edificado en estos tiempos difíciles, ¿cómo?, deconstruyendo cada tema ambiental a través de temas liderados por líricas profundas y hasta poéticas. 

La planta baja del Edificio lo compone la canción homónima que da nombre al debut de Diles que no me maten. En ella, vamos de menos a más entre escalas ligeras de cuerdas y un sigiloso viento en la batería y en los sintetizadores tan armonioso como inquietante.

No sucede sino hasta que casi llegamos al minuto cuatro de su duración, cuando el blues psicodélico incrementa y todo se va tornando placentero en este intro instrumental de casi 12 minutos de duración, donde en su última parte, la voz de Jonás entra cabizbaja recitando sus letras sobre un ritmo ahora más acelerado. 

No Te Mates de Paseo es el extracto del piso siguiente de este material de Diles que no me maten, donde se pensaría, a primera instancia y por los segundos tarde en arrancar, que sería una pieza liviana; eso se desmorona una vez la melodía comienza entre densos ecos y murmullos de la voz de Jonás y las guitarras brutales de Jerónimo y Gerardo que, pese a ser dominantes, no opacan en lo absoluto a Andrés en su bajo y a Raúl con su batería.

Todo se complementa de manera perfecta con Jonáz y sus prosas con voz en alto: Siento que no me muevo. Y espero a que todo lo demás termine de ocultarse. Es la ciudad la que desaparece, yo no

Después nos adentramos a lo lisérgico de Barrio Chino y lo psíquico de sus minutos que a cada segundo aceleran entre solos de guitarra y algunas palabras pronunciadas por parte de su vocalista que, como mantra durante el track, utiliza el ya perdí como el punto de encuentro a sus lamentos. 

Y luego… ¿Qué clase de maravilla es esta? Se llama Manos de Piedra, que fue uno de los sencillos con los que dieron a conocer el Edificio.

Todo tiene efecto, a excepción de las vocales de Jonás, lo cual hace más pura la poesía y los pensamientos que se escuchan en todo este disco debut de Diles que no me maten.

Eres la vista desde el faro, el instante que conjura el infinito. Yo no sé, ni tú ni yo sabemos nada. Las palabras se adentran como balas a la mente entre los altibajos del ambiente musical que la agrupación forja cual cuento musicalizado. Algo de lo que el mismo Juan Rulfo estaría orgulloso si viviera en estos tiempos. 

Pachuca y su entrada shoagaze es otro de los sencillos de Edificio. Aquí, como en otras piezas, la pista cambia de ritmo a algo más veloz.

Ama y es amada…a donde va, nada la espera, son de las últimas palabras que se pueden escuchar al finalizar los cinco extractos que componen este Edificio de poco más de 36 minutos de Diles que no me maten, una banda que hace gala y tributo de su nombre hacia el cuento de Juan Rulfo, con su música, con sus letras y esa profundidad y seriedad donde por momentos también recuerdan al estilo británico poético de John Cooper Clarke y sus performance en la escena punk de los 70. 

La agitada ciudad, sus noches y días frenéticos, la locura, la demencia, la furia y la histeria subterránea humana, se ve proyectada en este quinteto citadino que nos muestra el aquí y ahora de una escena mexicana experimental que genera ansias de adentrarse más, con todo y con que no sepamos si en este 2020 mañana no será mañana

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Explorador galáctico de las órbitas musicales. Vivo en una y mil canciones más.
diles-que-no-me-maten-edificio-resenaLa agitada ciudad, sus noches y días frenéticos, la locura, la demencia, la furia y la histeria subterránea humana, se ve proyectada en este quinteto citadino que nos muestra el aquí y ahora de una escena mexicana experimental que genera ansias de adentrarse más.