De los más grandes conflictos, de las peripecias de la vida, surge la evolución, del confinamiento surgieron con fuerza los conciertos digitales… ¿se irán?
Hace 100 años la música era algo totalmente diferente, así como lo era en el medioevo, en el renacentismo o durante la ilustración, pero el siglo XX fue novedoso, radical, nos permitió conectarnos a través del sonido y la imagen como nunca antes en la historia.
En la edad media la creación artística no era del todo libre, estaba supeditada a la permisión del pensamiento cristiano primitivo. No había pintura, obra literaria, escultura o melodía que pudiera pasar desapercibida, en su mensaje y estructura, por la moral cristiana.
El arte, para el medievalista francés Georges Duby, cumplía fundamentalmente tres cometidos:
1.- Ser una ofrenda a Dios, a los santos o a los difuntos, con el fin de obtener su gracia, su indulgencia.
2.- Ser intermediaria entre el mundo sobrenatural y el humano, haciendo visible en este las realidades divinas, según la máxima paulina per visibilia ad invisibilia (a través de lo visible hacia lo invisible).
3.- Ser una afirmación de poder: por un lado, del poder de Dios y de la Iglesia (el poder religioso); por otro, del poder político (emperadores, reyes, y las mismas instituciones eclesiásticas).
Aquí podemos notar, a grandes rasgos, la utilidad del arte según el tiempo, y su evolución con respecto a las pinturas rupestres encontradas en cuevas, claro, hablamos únicamente del arte occidental para no ser tan extensos.
A finales de la Edad Media fueron surgiendo otros agentes sociales con los medios suficientes para encargar obras de arte (la burguesía), lo que supuso una modificación temporal diminuta, pero histórica.
Con la llegada del Renacimiento, el arte exhibió su función más trascendental y filosófica, como diría la escritora Ursula K. Le Guin: El conocimiento nos hace libres, el arte nos hace libres.
La escultura, la pintura y la música comenzaron a tomar un papel diferente, que comenzaba a ir más allá de reforzar la religión y la política, pero con cierta mesura. El arte empezó a invitar y a compartir la reflexión en distintos temas, a tonarse en un reflejo del acontecer inmediato de las personas; ahí podemos ver, someramente, otra evolución o desprendimiento.
El arte en el Renacimiento presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista, sin embargo, la inquisición, recién surgida, continuaba la persecución de los libres pensadores.
Para el siglo XVIII, con la llegada de la Ilustración, el arte dejó completamente de lado a la iglesia, formando parte del movimiento racionalista y empírico con el que se buscaba el desarrollo de la humanidad a través de la razón.
En este periodo fuimos nuevamente testigos de otra evolución por el cambio de los tiempos, la música fue transfigurada como un importante elemento cultural, los conciertos eran el lugar idóneo para la convivencia burguesa.
El arte se ha producido en toda época, cambiando y evolucionando acorde a las necesidades y a las distintas maneras de pensar.
El arte contemporáneo comienza con el Romanticismo que se caracterizó por enfatizar la libertad, la individualidad, la sentimentalidad y la subjetividad, dando cabida a la experimentación musical de la que seríamos testigos desde la primera mitad del siglo XIX.
A finales de la segunda mitad del siglo decimonónico, el fonógrafo (un dispositivo desarrollado para la grabación y reproducción de sonido mecánico a través de un cilindro que soportaba la grabación) inventado por Thomas Edison, había revolucionado la manera de escuchar música, ya no era necesario salir de casa, ni tener al músico enfrente, los conciertos podían convertirse en un lujo.
Pero este avance no tardó en ceder su lugar al gramófono, surgido del innegable éxito de su antecesor. El gramófono se convirtió en el primer artilugio en usar un disco plano para grabar y reproducir el sonido.
Las ventajas de este invento a disco fueron evidentes comparadas con las del fonógrafo y su cilindro. Con una sola toma de sonido, el gramófono podía prensar miles de copias a partir de un único molde original, mientras que el fonógrafo necesitaba ejecutar 25 veces la misma obra y grabar los cilindros directamente de manera simultánea en 20 fonógrafos.
A la par de inventos como el gramófono, la llegada de la radio, inventada en 1901 por el físico italiano Guillermo Marconi, supuso una revolución musical en el mundo. Para 1930 no solo éramos capaces de escuchar música en el lugar de la casa que quisiéramos, sino que podíamos hacerlo al mismo tiempo que cientos o miles de personas.
Con la radio empezó a fraguarse, sin saberlo, el camino de lo que ahora podemos denominar como música comercial.
Con el paso del tiempo, el disco de vinilo sustituyó al gramófono, y a su vez, el disco compacto (CD) desbancó al disco de vinilo, y a este el MP3.
No obstante, la industria de la música tampoco podría entenderse de la forma en que la entendemos ahora sin el invento que el ingeniero John Logie Baird lograra en 1926: la televisión.
Gracias a la televisión pudimos ver y escuchar a personas distantes. La televisión en blanco y negro, y posteriormente a color, significó una nueva forma de entretenimiento que cambió al mundo para siempre, y cada una de estas formas que tenemos para percibir el arte, primer medio de entretenimiento.
Todos estos avances tecnológicos llegaron para quedarse… ¿y el streaming de conciertos?
El siglo XXI representa libertad creativa, gozamos de mayores herramientas y libertades que nunca, podemos exponer obras que eran impensables hace 500 años, podemos comunicarnos sin necesidad de tomar barcos o aviones gracias a los avances tecnológicos que nos legó el siglo XX.
La disponibilidad del internet en masa nos tomó por sorpresa en la década de los 90. Esta herramienta permitió la descarga de música de manera ilegal.
Estas descargas usualmente se guardaban en formato MP3, en una breve época en la que parecía que la industria musical desaparecería debido a la piratería musical. No obstante, en 2001, el iPod de Apple dio legitimidad al MP3 y a las descargas digitales, que en 2011 superaron a las ventas físicas. La música venció.
Es aquí cuando nos acercamos al streaming como lo conocemos hoy en día.
El dominio de las descargas digitales no iba a durar para siempre, la necesidad de comunicarnos artísticamente en medio de una industria musical cada vez más dominada por un solo género trajo a las apps de radio por internet, que comenzaron a popularizar la idea del streaming.
Desde la década de los 70 los videos musicales nos brindaban la posibilidad de disfrutar de mini conciertos digitales, éramos capaces de ver al artista tocando aunque usara playback, pero aún no llegábamos a disfrutar de los conciertos completos en vivo a través de una pantalla.
Cuando el iPhone salió, en 2007, el consumo de música aumentó de forma exponencial, los servicios de streaming como Tidal, Spotify y Apple Music hicieron posible que los aficionados pudiesen oír cualquier canción sin tener que tenerla guardada.
Por otro lado, la plataforma de Youtube se fue apoderando de la escena internacional digital debido a la libertad creativa, la comodidad y facilidad de divulgación que suponía, brindando un nuevo escaparate a todo artista que quisiera mostrarse al mundo.
Es curioso que apenas hace unos pocos años comenzaran a popularizarse las transmisiones en vivo a través de redes sociales como Facebook, Youtube o Instagram.
Inicialmente, estas transmisiones eran utilizadas para cualquier actividad ordinaria, para contar un chiste, para mostrar en qué lugar se encontraba un usuario, para saludar a los conocidos, etc. No obstante, poco a poco fue aprovechada por medios digitales independientes y reconocidos.
Tanto las grandes televisoras y radiodifusoras, como las incipientes empresas de streaming por internet, comenzaron a echar mano de las redes sociales para incrementar su alcance… pero aún no estábamos tan cerca de la normalización de los conciertos por internet hasta que llegó el 2020.
Desde el comienzo de la cuarentena, los conciertos on line se fueron convirtiendo en una de las grandes tendencias que surgieron a la sombre del avance de la pandemia, y la cantidad de conciertos filmados o transmitidos en vivo por los artistas desde sus casas no para de crecer.
Los números muestran la impresionante dimensión de los conciertos por streaming. Fito Páez trasladó la presentación de su nuevo disco, La conquista del espacio, a la intimidad de su hogar, sumando al día de hoy más de 1.7 millones de reproducciones.
De Fito Páez a Chris Martin, de la Filarmónica de Berlín a Soledad Pastorutti, de Pedro Aznar a Bon Jovi, de Alejandro Sanz a Loli Molina, de Palo Pandolfo a Chucho Valdés, de Eruca Sativa y Barbi Recanati a Yo-Yo Ma, de Silvina Moreno a Alejandro Lerner y Los Pericos… la lista es interminable y sigue creciendo.
Solistas y bandas han realizado conciertos en vivo desde algún recinto o desde su casa, compartiendo música para sobrellevar una situación inédita.
Los conciertos se han convertido en protagonistas de una nueva tendencia que se abre como un plan alternativo a la habitual secuencia de la industria: composición, grabación, disco, gira y shows.
No hay ninguna carrera o competencia, nadie busca batir récords, pero ya los hay y los habrá, hasta que regresen los conciertos a la vieja usanza.
Una de las novedades que ofrece esta nueva tendencia de conciertos vía streaming es la proyección más allá de los límites, como ejemplo, el pianista cubano Chucho Valdés hace énfasis en esto diciendo que en un concierto de piano, en un gran teatro, puedes tener a tres mil personas escuchándote, pero en la primera transmisión que realizó tenía más de 250 mil vistas y compartidos.
Esto tiene más repercusión que en cualquier concierto o teatro, porque está llegando al mundo entero al mismo tiempo.
Chucho Valdés, multiganador de premios Grammy, se ha expresado sobre las diferencias a la hora de tocar: Es una sensación que nunca había sentido antes. Muy diferente, pero también muy reconfortante en el sentido de poder sentirme útil, en esta forma de llevar la música a todos los que estamos en la misma historia. Al mismo tiempo que estamos disfrutando lo que estamos haciendo, sentimos que la música es un lenguaje universal.
El músico argentino Antonio Birabent, otro de los artistas que se ha sumado a los conciertos y convivencias por streaming ha declarado lo siguiente: ¡Me va a costar dejar esto cuando termine la cuarentena! Me daría pena perder este contacto.
Por medio del streaming la gente busca acercarse a la intimidad del artista, espiarlo casi, y compartir de igual a igual una experiencia insólita.
Los shows digitales desarman el artificio que hay alrededor de las canciones, y lo único que importa es la emoción que el artista puede o no lograr. No hay más que un tipo que canta con uno o dos instrumentos, como en el estado más primitivo del oficio
Los músicos han acudido en masa a los servicios de streaming mientras la industria recibe un duro golpe con la cancelación de festivales, eventos y giras.
En México la pérdida del sector sería de 90 mil millones de pesos, según José Ignacio Martínez, economista y profesor del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Por otro lado, Álvaro Velandia, doctor en Comunicación Audiovisual y Publicidad y docente investigador de la Universidad Sergio Arboleda, dijo que con el coronavirus pueden llegar muchos cambios a nivel social, uno de ellos en la forma en que las personas se entretienen y se educan.
El experto además dice que los cambios digitales llegaron para quedarse independientemente de la pandemia. Ya nos transportamos, nos relacionamos y nos entretenemos de una forma diferente. El coronavirus puede impulsar este cambio que ya se veía desde hace años en la sociedad, sentenció Velandia.
En este escenario, que no es nuevo pero se ha vuelto más evidente con el coronavirus, los usuarios están más dispuestos a pagar por el contenido digital de calidad
Esta nueva forma de consumo estaría además fuertemente ligada a la protección ambiental. Una de las grandes reflexiones que dejará la pandemia será medioambiental, vamos a replantear nuestro consumo.
Las empresas deberán salir de su zona de confort de la comunicación análoga para apostarle al streaming y a la digitalización de contenidos.
Como bien lo ha declarado Martín Becerra, doctor en Ciencias de la Información e investigador principal de Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina): la cultura se adapta, lo hizo siempre además, a las condiciones y restricciones del entorno.
Solo el tiempo nos dará la respuesta sobre lo que pasará con los conciertos vía streaming, pero todo indica que esta tendencia llegó para no irse.