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En el 2009, el director Ruben Fleischer (Venom, 2018) se aventuraba por el cine de zombies, respetando cada norma preestablecida en este subgénero del terror, y construyendo una comedia refrescante llamada Zombieland 2.

Hace 10 años se reunió a un reparto que formaría un vínculo sólido con el público, teniendo entre sus líneas a una actriz con pocos proyectos como Emma Stone (La La Land, 2016); el carisma innato que posee Abigail Breslin (Little Miss Sunshine, 2006); Jesse Eisenberg (The Social Network, 2010) con su estilo peculiar y a un viejo lobo de mar como lo es Woody Harrelson (Natural Born Killers, 1994).

Con un panorama postapocalíptico, Fleischer lograría construir una historia cimentada en la ironía de la supervivencia a través de normas ideadas en una sociedad casi erradicada (al menos en este universo), respetando las bases de esta ramificación del terror, y creando lo que algunos consideran como un ‘clásico moderno’.

Durante los siguientes años, este roadtrip bañado con una sátira violenta, matices con pequeñas pinceladas de drama y contados momentos románticos, generó un gran número de seguidores que soñaban con la posibilidad de una secuela. Sin embargo, ¿una segunda parte era realmente indispensable para la historia?.

Es aquí donde el director de Gangster Squad (2013) responde con el estreno de Zombieland 2: Double Tap (2019), llegando a nuestras pantallas el pasado 25 de octubre, y contando con el reparto original, generando una amplia expectativa.

En esta nueva historia nuestros protagonistas (Wichita, Columbus, Tallahassee y Little Rock) se han transformado en una improvisada y disfuncional familia quienes, por increíble que parezca, han sido arrastrados a la rutina que Zombieland ha creado. Los arrebatos adolescentes y el despertar sexual de Little Rock terminarán por fragmentar la desgastada relación entre las cuatro partes, separando momentáneamente al grupo.

Es aquí donde podemos encontrar el ‘reciclaje de la fórmula anterior’, iniciando con un nuevo viaje en la búsqueda de un destino utópico, reconstruyendo los vínculos emocionales creados al final de la primera parte, y con el valor agregado de nuevos personajes que al final funcionarán como simple relleno circunstancial para la trama.

La idea de la paternidad sustituta, acompañado del miedo al compromiso, son los temas recurrentes que no terminan por explorarse en esta nueva historia, lo cual provoca que el guión tenga que recurrir a los elementos de humor utilizados hace 10 años, y causando un estancamiento en la evolución de los personajes.

¿Un chiste contado dos veces funciona? Es posible, siempre que se tenga consciencia de la forma y el tiempo, y Zombieland 2 es una muestra clara de que la repetición de una idea no siempre será funcional.

Aún sin el atractivo de un ‘extra’ para la historia, la química del reparto original se mantiene sólida, creando situaciones divertidas y entretenidas que pueden dejar al espectador completamente satisfecho al pasar un rato agradable, además de dar seguimiento a la violencia visual y el humor negro que caracteriza a la trama.

Si tuviéramos que hacer un paralelismo con una situación similar de una secuela menos atractiva, el ejemplo más cercano sería Guardianes de la Galaxia (2014) de James Gunn, quien presentó a un grupo inédito de personajes cuyo carisma atrapo instantáneamente al público, pero que al repetir dicha dosis de humor en su secuela, terminó quitándole peso a la frescura previamente trabajada.

Es aquí donde planteamos la pregunta: ¿Era realmente necesaria una secuela de esta amada película? Si lo analizamos a profundidad, ninguna secuela es necesaria, pero en algunas historias es más que evidente que resultaría innecesario extender el cierre que plantearon, y Zombieland definitivamente entra en dicha categoría.

Aún con la innecesaria idea de extender esta historia, los fanáticos de este universo podrán disfrutar de una entretenida secuela, y el público en general se divertirá con el viaje sangriento que veremos una vez más en pantalla.

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Pesimista patológico al puro estilo de Woody Allen. Amante del cine, fotografía y arte. Adicto a la televisión y los deportes, en especial el fútbol.