La Maldita Vecindad hizo que el festejo de día de muertos tuviera mucho ritmo y diversión con un concierto espectacular.
La noche del 2 de noviembre iba a tener un evento que cerraría con broche de oro la celebración de una de las fiestas tradicionales en México, el día de muertos.
La Arena Ciudad de México fue testigo de uno de los conciertos más interesantes del año, ya hace meses que se había anunciado y La Maldita Vecindad, cumplió como la gran banda que son.
El folklor mexa y la parafernalia de día de muertos fueron elementos que al entrar al lugar te envolvía, era como una especie de atracción inminente para ir al escenario y agarrar un buen lugar para ver a La Maldita Vecindad.
Simulando un altar, lleno de flores de cempasúchil, papel picado, un enorme craneo, simulando las típicas calaveritas de azúcar, el escenario dejaba claro que esa noche iba a ser épica, si a eso le sumamos una Arena Ciudad de México hasta el gorro pues… la fiesta era inevitable.
Niños, jóvenes, adultos y hasta los abuelitos, que seguramente rockearon en algún momento con estos compas de Tacubaya, se llenaban de ansiedad y poco a poco fueron llenando de un ambiente bastante cálido el lugar, cervezas por aquí -muy malas por cierto- papitas por allá, el tren de un churrito, algunos cigarros que entraban de contrabando, ya ven que se nos hace bien fácil romper las reglas…
El momento llegó y el lugar quedó a obscuras, unos personajes caracterizados como aquellos primeros pobladores de nuestra civilización, o sea, gente en tapa rabos, penachos y con las castañas en muñecas y tobillos, sí como ésos que vemos en el centro, empezaron a salir por los costados del escenario.
Este ritual se ha hecho costumbre en la banda, una entrega total de cuerpo y alma por parte de Rocco a la tierra, al aire, al sol y a cualquier elemento que se le ocurra adorar a este excéntrico personaje.
Después de unos 10 minutos, La Maldita Vecindad empezó a reventar el lugar, enfundando en su ya clásico traje de pachuco, Rocco se presentó frente a su público y desde el primer instante que sonaron los primeros acordes, no dejaron de bailar.
Últimamente ha sido un tema el audio en varios conciertos, no sabemos si los ingenieros de sonido quieran destacar su trabajo y que la gente se los reconozca o simplemente les vale madre y dejan que todo suene mal por al menos las primeras 6 rolas.
Bueno, aquí no estamos para hablar mal de nadie sino para destacar lo bien que La Maldita Vecindad lo hizo sobre el escenario.
El concierto se llevo más de 2 horas por donde los éxitos iban y venían, obviamente tuvimos la oportunidad de escuchar rolas como: Poco de sangre, Don Palabras, El tiezo y la negra soledad, Supermercado, Pata de perro, Rafael, 5o patio ska, Mujer, Pachuco, Kumbala, ya saben las clásicas de las clásicas.
Los círculos de paz se formaban en toda la cancha de la Arena Ciudad de México y la neta es que fue una noche llena de puras cosas buenas.
El show se dividió en 3, digamos que el primer bloque fue una venida de éxitos, no podría nombrarlo de otra manera porque macanzo tras macanazo iban haciendo que la noche avanzara rápido.
De ahí pasamos a un “intermedio” sí, un intermedio, o sea el encore, vaya. Tras unos minutos (muchos) subieron al escenario con un atuendo un poco más fresco, todos de blanco y fue aquí cuando las cosas se pusieron un poco diferentes.
Si recuerdan, en el Zócalo, hace ya unos meses La Maldita Vecindad hizo un bloque de rolas al estilo de música tradicional, básicamente guapangos, pues aquí se repitió la dosis, algo que bajo mucho la emoción de la gente pero que disfrutaron y pues hasta a la Sonora Santanera invitaron para palomear y tocar la popularísima “La boa” que acompañados de bailarines invitaron hasta al menos bailador a sacarle brillo al piso.
Todo cerró en paz y baile, como bien lo dice Rocco y esperemos que muy pronto estos hijos del 5o patio nos den una sorpresa con nuevo disco y nuevo chow.
