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En esta última entrega de los premios Ariel, vivimos momentos bastante especiales a lo ya acostumbrado; no solo por el cambio de sede (Bellas Artes a CINETECA) sino que tuvimos una premiación marcada por los tintes políticos de toda la familia actoral del cine mexicano.

Desde el inicio de la premiación, en la alfombra roja, el ambiente mostraba la incomodidad de muchos. La mayoría de medios de comunicación encargados de cubrir el evento no daban crédito a lo que se veía venir: “El recinto es muy pequeño“, “No sé dónde nos van a mater a todos“; sin embargo pese al escepticismo ya entrados en las labores no hubo más contratiempos, pero sí el dejo en el aire de “Es que no es Bellas Artes“.

Desde la alfombra roja se esperaba mucho el escuchar reacciones sobre lo sucedido; el presidente de la academia de cine mexicano, Ernesto Contreras no se enganchó con ninguna pregunta (dejó todo para el discurso), pero sí se notaba su semblante que estaba “tolerando” en demasía la situación.

Era el papá de la fiesta y no podía desentonar por ninguna circunstancia; sin embargo en la algarabía de la alfombra, con todo y el movimiento #MeToo mexicano; el que sí hablo y muy fuerte fue el joven veterano Gael García Bernal; conocido por muchos por apoyar el nuevo cambio de régimen gubernamental, sí dejo un par de cariñosas palabras que hicieron eco en toda la área de fotografía en prensa: “Gracias a la cultura no nos ha llevado la chingada en este país”, en clara referencia a los recortes presupuestales.

Ya dentro de la ceremonia de los Ariel 2019, llegó el momento del presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, Ernesto Contreras que claramente hizo valer su voz como líder del gremio cinematográfico. El discurso enérgico que llevo con redobles su postura “La cultura no es un gasto ni un adorno, es una inversión a largo plazo” claramente haciendo alusión a los recortes presupuestales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador; además agregó: “Los creadores no somos el enemigo, queremos contribuir a la construcción de un nuevo y mejor México, tenemos un compromiso con la realidad de este país adolorido y complejo”.

Cuando parecía que la noche dejaba los tintes políticos; el legendario actor Héctor Bonilla al recibir su “Ariel de Oro” por su prodigiosa carrera dio todavía más en la llaga; no solo al ver en su colega, la actriz y ex diputada María Rojo; alegando que ella “Sí trabajo para la cultura y no fue solo a sentarse” además de sentirse feliz de recibir el premio/homenaje en la CINETECA, recordando que “el apóstol de la luz” había mancillado a su querido Bellas Artes.

La noche era joven aún, mientras el divorcio cultura/4T era más que evidente; Arturo Ripstein; el laureado director subió a escena para confirmar lo que todos sentíamos en el ambiente, el cine mexicano está enojado, está sentido, está sensible; está sin dudas en un auténtico drama con el nuevo gobierno, y Ripstein lo confirmaba de esta forma: “No hay crecimiento sin cultura; no hay desarrollo sin cultura; no hay democracia sin cultura. La cultura, en su sentido más estricto y riguroso, es la única opción que tenemos para enfrentar a la barbarie“.

El cine mexicano vive una auténtica crónica de muerte anunciada, pero como en una película, esperamos que la unión mostrada hoy sea el elemento “Deus Ex Machina” que saque de este vergonzoso momento al cine mexicano que está volviendo a ser valorado como en los tiempos de antaño.

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