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Nunca he considerado los contenidos de la pantalla chica. La mayoría, y siempre lo he remarcado, se encarga de idolatrar y vanagloriarse de los males más increíbles de nuestra nación como lo son la violencia, el narcotráfico e inclusive atribuir todas las desgracias de la vida y política nacional a favores o vientos religiosos.

La pantalla chica en México, aquella que domina a diestra y siniestra Televisa y en una menor medida Televisión Azteca, es en muchos casos un semillero de contenido hueco, pero lamentablemente era el único acceso al que muchos pudimos disfrutar durante muchos años en México.

El acceso a las nuevas tecnologías y el hecho de que las brechas de comunicación día a día se van minimizando, han hecho que estos gigantes del monopolio de las comunicaciones vean serios golpes en sus bolsillos.

Los contenidos han dejado de ser actuales, ya no llaman la atención de la audiencia, el llamado “Gigante de las telenovelas” no supo llegar a la generación millennial y sus dramas carentes de sentido y con contenidos un tanto sosos que tanto éxito tuvieron en décadas anteriores están llegando en la mayoría de sus casos a un anochecer inevitable .Esto por supuesto que repercute en todos los aspectos; el económico y el talento de las industrias nacionales ha sufrido golpes bastantes serios y una industria naciente en territorio nacional ha encontrado la oportunidad perfecta en el paciente terminal que están resultando ser las clásicas televisoras.

Netflix no solo se ha mostrado voraz e innovador en el mercado anglosajón; recordando su astuto inicio y como logró darles golpes de gracia a sus antiguos rivales (Blockbuster), sino que también ha empezado a entrar, aunque ellos no lo quieran admitir, al mercado de las telenovelas. Sin embargo y tomando muy en cuenta a toda la nueva audiencia, las producciones mexicanas realmente nunca llegaron a valorar esto y han logrado dar un auténtico golpe retomando el ya muy hablado “Mercado de la nostalgia”.

Sobre todo logrando productos con temas y críticas actuales sin dejar de llevar el golpe tradicional; Netflix logró combinar ambas cuestiones y estamos comenzando a recibir producciones frescas y con contenidos bastante modernos para el mundo actual en que vivimos.

Las televisoras decidieron que su fórmula era encumbrar la figura del Narco como su nueva bandera; es cierto que están haciendo un enorme y muy generoso $$$$ esfuerzo por tratar de sobrevivir, pero siento que están haciéndolo por los medios equivocados. El ensalzar la violencia, el crimen, la corrupción y sobre todo poner de ejemplos a los delincuentes como un “nivel de vida ideal” resulta ser más que perjudicial y resulta ser un mensaje bastante doble cara a lo que pretenden mostrar con sus valores de empresa.

Netflix en México no solo comenzó está revolución con Club de Cuervos de la mente de Gaz Alazraki y Michael Lam; la productora norteamericana realizó muy cuidadosa y minuciosamente su trabajo, y tomando en cuenta lo que busca la audiencia latinoamericana ha sabido reclutar al talento creativo y actoral adecuado para poder pegar en el nuevo sector del público.

Biopics de personajes enigmáticos en la cultura pop mexicana como Luis Miguel y resucitar a artistas de la época dorada de las telenovelas como Verónica Castro, o encumbrar artistas nacionales poco valorados como Mariana Treviño, han sido solo algunos de los aciertos de Netflix en México; que gracias a la atinada mezcla de clasismo, racismo, problemas psico sociales, corrupción, sexualidad y hasta trastornos alimenticios están afinando en una audiencia que se logra ver identificada; que ya estaba aburrida de la clásica novela de las 8 de la noche y que comienza a disfrutar y saborear la crítica y sátira social que ha propuesto Netflix en el mercado del entretenimiento latino.

Las series han llegado a llenar el vacío que dejan las telenovelas pero eso sí; aunque en esencia parecen lo mismo, están resultando ser diferentes; y prueba de esto es que las televisoras están definitivamente en un estado de agonía que ya ni los deportes están logrando sacar a flote.

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