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¿Qué fue eso que presenciamos anoche en el Teatro Metropólitan? ¿Una puesta en escena? ¿Un performance con músicos bastante buenos? ¿O simplemente un concierto de uno de los mejores frontman que los 80’s nos ha dado?



Sea lo que haya sido, fue espectacular sin duda alguna. Una grata e inolvidable experiencia. 

La noche del martes 3 de abril vio el regreso de David Byrne a nuestro país luego de su última visita hace un par de años en festival Trópico en Acapulco como parte de la alineación de Atomic Bomb que no fue tan formal y fue muy pasajera.

La presentación de su última producción discográfica, American Utopia, es lo que nos trajo al ex-integrante y creador de la banda neoyorquina y legendaria Talking Heads a América Latina con tres fechas en nuestro país siendo la Ciudad de México la primera, el 5 de abril en Monterrey y por último el 7 abril en Guadalajara como parte del primer Festival Corona Capital en dicho estado.

La entrada lucía bastante lenta en el Teatro Metropólitan, inclusive era hasta preocupante el hecho de ver el foro muy vacío una vez que Camilo Lara y su Instituto Mexicano del Sonido, que se hizo acompañar por los Big Big Love salieran a aperturar el show con su peculiar música en el que combinan distintos géneros y sampleos de todo tipo, que no fue suficiente para prender al público que en su mayoría eran adultos bastante contemporáneos y solo querían ver al músico Estadounidense.



Al término de la participación del IMS, una pequeña mesa y una silla eran los únicos protagonistas sobre el escenario aún con las luces apagadas mientras el audio de fondo era ambiental con distintos pasajes de sonidos en la naturaleza.



Justo a las 9:30 pm David Byrne salió a escena entre destellos de luces, dirigiéndose directamente hacia la silla y mesa, sosteniendo un cráneo mientras interpretaba Here, una de sus canciones más sobrias de su carrera solista. Lazy“fue la segunda en sonar y el par de coristas y bailarines hicieron su propio performance junto a Byrne.



Las canciones de Talking Heads al fin aparecieron y la dupla de I Zimbra y Slippery People puso a todos de pie y los músicos fueron entrando de a poco entre una cortina de ligeras y largas cadenas que funcionaban también como panel para la iluminación. 

I Should Watch T.V., canción que creo en su proyecto junto a St. Vincent también formó parte del repertorio antes de que Everybody’s Coming to My House, primer sencillo del American Utopia, se replegara entre una coordinación bárbara de baile entre David Byrne y sus once músicos sobre escena.

Uno de los momentos cumbre llegó con This Must Be The Place (Naive Melody) en el que la ovación no se hizo esperar siendo ese tema uno de los más grandes emblemas de Talking Heads. La canción más coreada de todo el repertorio junto a Once In A Lifetime que le siguió mostrándonos a todos la energía envidiable de David que no paraba de saltar y recorrer de un lado a otro entre una interpretación que le implementó una actuación dramática increíble. 

Burn Under Punches (The Heat Goes On) continuó con el repertorio de Talking Heads y nosotros no sabíamos que carajos hacer; si bailar las canciones o quedarnos perplejos y con el hocico abierto por no perder cada detalle de lo que ocurría al frente con cada performance que nos daban, como en Blind donde, desde una luz que iluminaba a los músicos desde abajo y con un fondo en color amarillo, hacia ver las sombras como gigantes al ritmo Funk que bailaban.

Algo de verdad espectacular que nos impedía siquiera el parpadear un momento. 

El gran clásico Burning Down the House fue la encargada de cerrar la primera parte que se diluyó entre fuertes aplausos y un sin fin de gracias dichos por el neoyorquino.



La insistencia del público provocó que David junto a sus músicos tocaran dos temas más: Dancing Togheter y The Great Curve, otra bomba que estalló con vibra poderosa, haciendo de los aplausos una ola sin fin para terminar y regresar de nuevo sólo para concluir el show con Hell You Tambout, un cover a Janelle Monáe que nos siguió dejando boquiabiertos y con una ganas horribles de ver a la alineación original de Talking Heads reunirse de nuevo.

¿Qué fue todo eso que presenciamos anoche en el Teatro Metropólitan? En conciso, no lo sé, pero fue digno de no olvidarlo nunca, porque supongo que eso es lo que hacen las leyendas, o más precisamente los dioses de la música y David Byrne nos mostró que él es uno de ellos. Qué privilegio haberlo visto en acción.

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