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Pocos festivales en México se preocupan por tener un concepto, y esa es una de las razones principales por las que MUTEK México se ha mantenido un paso adelante.

Y es que parece algo sencillo, y hasta podría pensarse que solo es cuestión de darle un nombre a cada uno de sus eventos, pero la realidad es que dar estructura a las ramificaciones de una idea es una chambota. Este año, los organizadores apostaron por Ambience, un nuevo concepto que llegó a sustituir las delirantes Play 1 y 2.

Play y Ambience son como el yin y el yang, si en la primera reinaba el alucine y el baile extremo, en la segunda sucede lo contrario: calma y atención al detalle. Si bien este giro es curioso, no sorprende, pues la exploración de los sonidos minimales ha sido latente en el festival. Con Ambience, MUTEK.MX entra de lleno a las infinitas atmósferas que los ecosistemas del ambient pueden crear, y se les agradece.

Precisamente con la intención de crear la atmósfera perfecta para la noche, lo que suele ser el escenario del Auditorio BlackBerry, se vio vacío, para dar paso a un escenario inmersivo en medio de la pista, en el que cada artista ocupó un lado del cuadrilátero, haciendo que el público rotara y apreciara la música desde todos los ángulos; algo que fue posible gracias a una producción impecable y a un audio ideal: kudos y agradecimientos para todos los involucrados.

Tres proyectos de alquimia minimal emergieron de lo más oscuro de la nada, provocando un oleaje in crescendo que chocaba en las cavidades auditivas, por donde se filtraron vibraciones casi imperceptibles que desataron todo tipo de sensaciones; “así debe sentirse flotar en el espacio”, pensé.

Rafael Anton Irisarri, con toda su galanura y entre formaciones lumínicas de un rojo intenso, dejó en claro que es un cirujano que solo necesita sus manos para diseccionar música. Tim Hecker, desde su espíritu creador rodeado de penumbra, nos enseñó que la música –su música– cobra vida al cerrar los ojos. The Orb, trascendentes como solo ellos, nos confirmaron que hay otros mundos allá afuera, en los que la belleza no es una construcción social sino un estado natural de la existencia.

Con Ambience, los artistas y MUTEK.MX nos dieron, quizás, más de lo que merecemos, o más de lo que estamos acostumbrados a experimentar, mejor dicho.

Algunas reflexiones de la noche: todos los conciertos deberían sonar así; todos los públicos deberían ser así (salvo aquellas personas que, ante su aparente aburrimiento, alteraban la atmósfera con la luz de sus celulares); démonos a la tarea de escuchar un poco de la obra de quienes vamos a ver, para evitar berrinches. Y con lo que me quedo: el ambient se disfruta mejor a solas, o acompañado pero en privado, acostado, tejiendo futuros en la cabeza.

…continúa la exploración, en Nocturno 1 y 2.

Fotos por: Atzin González 

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