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El festival Balkaravana llevó a cabo su primera edición el pasado sábado en la Carpa Astros, para demostrarnos que México está estrechamente conectado con los pueblos nómadas de Europa.

Por Sahib Ramírez García

Imagina una fiesta donde un amiga lejana te invita a relajarte, en esta ocasión es la música de Europa del este. Nadie se conoce pero todos bailan y cantan en un sincretismo sonoro y luminiscente que es amenizado por payasos de nariz roja y mujeres hermosas de ropas gitanas. Así fue el Balkaravana en su primer edición.

Entre cerveza y humo de cigarros el festival carnavalero giró y nos presentó bandas generosas como La Ballena de Jonas, que desde Tijuana nos guiñen un ojo, o Klezgulash que desde el klezmer, género musical étnico de la región de los balcanes, hace lo propio. Además de agrupaciones reconocidas como La Internacional Sonora Balkanera, la Polka Madre, Los Brass y Red Nose Army.

Un encuentro gitano-lúdico donde aprendimos que México está estrechamente conectado con los pueblos nómadas de Europa. Aquellos que Hollywood nos ha presentado como truhanes lectores de manos y cartas.  Puros estereotipos exagerados como explica Giannny Laioak, gitano room, asistente al festival.

La tarde noche del 4 de noviembre en la Ciudad de México cobijó este primer festival temático enfocado a zapatear el duro concreto de la Carpa Astros, así como romper los mitos y supersticiones sobre los gipsy, donde a decir de los propios organizadores, como Imuris Valle, las ganancias económicas no fueron lo fundamental,  sino el poder reunir a una escena poco conocida como lo son los artistas que fueron convocados quienes sin fines de lucro atendieron al llamado de sus hermanos de armas.

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