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¿Le temes a la muerte? Esto es cuestionado nuevamente en el cine a través de los ojos del director Boo Junfeng en Aprendiz, y que a su vez retrata la indiferencia del ser humano cuando posee el poder de controlar el destino de los demás.

Por: Riva Kun

Directamente desde Singapur, nos cuentan la historia de Aiman (Fir Rahman), guardia en una correccional malaya que vive de forma humilde y sencilla junto a su hermana mayor Suhaila (Mastura Ahmad). Nuestro protagonista vive en un estado de incertidumbre y confusión constante provocada por un pasado envuelto en la tragedia, y que ha traído como consecuencia la edificación de enormes barreras emocionales ante las personas que lo rodean.

El miedo a la soledad y la muerte son los personajes invisibles de una historia que parece estar contada entre las sombras de una prisión en la cual es tiempo es irrelevante, y cuyos inquilinos no hacen más que esperar el día en que la muerte los visitará a su celda, una presencia humana que se convertirá en el rostro que verán por última vez. El nombre del verdugo encargado de poner fin a la existencia vacía y repetitiva de estos prisioneros es Rahim (Wan Hanafi), un sargento de 65 años de edad que ha cumplido con la encomienda, por más de 30 años, de ejecutar a los individuos con sentencia de muerte.

Rahim, tras la renuncia de su asistente, acoge a Aiman como su aprendiz para convertirlo en el próximo jefe de ejecuciones, hecho a partir del cual comienza una lucha interna en nuestro protagonista, generando una disyuntiva entre perder completamente su humanidad para poder dar fin a la vida de los prisioneros que pondrán en sus manos a futuro y un pasado que lo ha perseguido durante toda su vida.

La fotografía intencionalmente oculta los rostros de nuestros personajes, mezclando el miedo que sienten los sentenciados y los propios ejecutores, creando un ambiente de angustia y a su vez de aceptación ante la muerte, recorriendo pasillos que crean un camino momentáneo de redención y arrepentimiento ante los pecados establecidos por una sociedad regida por normas que, en ocasiones, llegan a ser demasiado rígidas e inhumanas (como lo pudimos observar en Green Mile, 1999).

Un personaje con principios sólidos e ideales basados en las segundas oportunidades (desarrollado por un pasado violento y lleno de malas decisiones), encaminado por alguien corrompido por una sociedad con doble moral, ya lo habíamos observado en películas como Training Day (2001), pero no por ello Apprentice (Aprendiz), opera prima de Junfeng, pierde fuerza en la interacción entre sus personajes, sino todo lo contrario, conforme avanza el filme vas encontrando más capas en la ideología de cada uno de ellos.

Tal vez los únicos detalles que podemos encontrar en la película son la duración, cosa común en las óperas primas (Un director queriendo devorar al mundo de una sola mordida), y algunas partes previsibles (incluso el final) pero que no demeritan el trabajo redondo que nos han traído desde tierras asiáticas.

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Pesimista patológico al puro estilo de Woody Allen. Amante del cine, fotografía y arte. Adicto a la televisión y los deportes, en especial el fútbol.