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Sin duda estamos viviendo una época dorada de la televisión, gracias a la cantidad y calidad de series que tenemos a nuestro alcance cada semana. Pero entre tantas propuestas televisivas, es difícil encontrar alguna que mantenga su frescura, consiguiendo sobresalir entre las demás. Por fortuna, existe Master of None.

En medio de tantas y tantas sitcom (comedias de situación) Master of None logró captar la mirada de propios y extraños, quienes encontramos una comedia distinta a las demás. Y aunque Master of None no cuenta nada nuevo, su gran mérito es que aún tocando los mismos temas vistos en otras sitcoms, los hace sentir frescos y renovados, gracias a la astucia narrativa que le aportan sus creadores Aziz Anzari y Alan Yang en cada capítulo.

Si la primera temporada fue impecable, en su segunda temporada esta serie está en otro nivel. Los diez episodios de la segunda temporada siguen sin tener desperdicio alguno, con el plus de que cada uno de ellos tiene un nivel narrativo sorprendente. Anzari y Yang vuelven a tratar cada episodio como pieza única, sin perder la conexión con los conflictos de la trama durante la temporada; pero por si eso fuera poco, además de seguir abordando temáticas sociales seriamente en su comedia, sus creadores le dan un tratamiento cinematográfico a sus episodios, dotándolos de una calidad visual simplemente asombrosa.

En esta segunda temporada, Anzari y Yang transportan la serie a Italia, donde Dev (Aziz Anzari) decide ir a pasar unas vacaciones y su cumpleaños, lejos de la problemática ciudad de Nueva York, urbe a la que irremediablemente tendrá que volver y enfrentar sus viejos problemas y algunos nuevos.

Los homenajes cinematográficos están muy presentes en esta nueva temporada; desde su primer episodio The Thief, sus creadores hacen homenaje a El Ladrón de Bicicletas de Vittorio de Sica, pasando por guiños al neorrealismo italiano, hasta llegar a la ciudad de Nueva York, donde nuevamente la esencia de Woody Allen se hace presente, con la diferencia de que esta vez sus creadores Anzari y Yang experimentan con diferentes narrativas, logrando un estilo divertido y por demás emotivo, que hace sentir frescas las temáticas desgastadas en este tipo de comedias.

Ya sea con un episodio en blanco y negro, un montaje estupendo de citas en Tinder, una secuencia de días de acción de gracias, un collage de sketches que incluye un segmento mudo ó una melancólica toma larga de un viaje en Uber, Master of None nos da muestra del poder sentimental y el arsenal de herramientas narrativas para seguir maravillándonos.

Una serie que no tiene los reflectores de otras series, pero que los merece todos.

 

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