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Algo tiene la voz de Feist que te hace sentir en casa. Así fue Feist en México.

Cobija. Abraza. ¿Alivia? Seguro a algunos les pasa lo mismo. Y sí, esto ocurre cuando la escuchamos en las bocinas de la computadora o en los audífonos o mientras manejamos. El efecto se multiplica cuando la tenemos cantando en el mismo espacio que nosotros.

Dos días después del lanzamiento de su disco más reciente, Pleasure, la canadiense llegó a Ciudad de México para presentarse en el Teatro Esperanza Iris. Este era el tercer show que Feist ofrecía ante el público, el primero lo dio en la Canadian Tire Centre de Toronto, después de casi tres años.

En cuanto apareció en escena intentó hablar en español. Celebró su regreso no solo a México sino a los escenarios, y a las tiendas de discos. Pedía que le ayudaran a traducir palabras —¿cómo se dice en español cuando pierdes algo?, preguntó al presentar Lost dreams—; también soltó sin pena: “no entiendo”, cuando alguien le gritó “Te amo” y hasta un “tequila” lanzó al recordar que estaría tres días en nuestra ciudad.

Su regreso arrancó con el sencillo Pleasure.

Hacía seis años que sus fans la habían acompañado, con el lanzamiento de Metals, al primer espectáculo que ofreció ante el público mexicano. Ocurrió en el teatro Fru Fru, donde por primera vez advertimos su gusto por interactuar con el público.

En esta ocasión también ocurrió. Pidió al público corear Any Party hasta que los dividió para que uno y otro vocalizaran diferentes partes de Mushaboom, pasando por invitarlos a levantarse a rockear, a aplaudir, a cantar en donde sea que estuvieran: palcos, primer piso, anfiteatro o galería.

Los conciertos de Feist forman parte de la celebración del 99 aniversario de la apertura del Teatro Esperanza Iris, que abrió sus puertas en 1918 y que en 1987 se convirtió en Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. La cantante y actriz Esperanza Iris, cuyo nombre real era Rosalía de la Esperanza Bofill y Ferrer, cumplió su sueño de crear un espacio teatral que recordara La Scala de Milán, el 25 de mayo de 1918.

Entre cortinas, tapices, esculturas, columnas de mármol, butacas rojas y debajo de las figuras alegóricas pintadas en el techo del teatro, los asistentes hicieron un repaso por la carrera discográfica de la cantante, como ella misma advirtió.

Ya fuera con su guitarra acústica, con la eléctrica o con un pandero, Feist cantaba ante al micrófono, recorría el escenario o tocaba frente al tecladista. Mientras, detrás de ella y sus músicos (batería, bajo y teclado), un muro se coloreaba de distintos tonos y formas. La iluminación también fue parte importante del show.

Feist interpretó 19 temas, cerró con Let It Die, pero regresó con un encore. ¿Cómo se iba a ir sin cantar Mushaboom y 1234?

Al final las luces del teatro se prendieron y el público salió satisfecho para terminar con las últimas horas de abril, y de su fin de semana.

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Es callada, tímida, inocente... O todo lo contrario. Lleva 10 años haciendo periodismo web y A-M-A las redes sociales, las donas del 7/11, los tatuajes, tomar fotos y andar en bicicleta en la CDMX. No soporta el machismo y sueña con hacer doblaje de voz.