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Logan marca la despedida del ya legendario Wolverine dentro del cine de súper héroes, y aunque muchos sabíamos cuál sería el inevitable final del héroe, pocos nos podríamos imaginar que esta sería un final épico y una de las mejores películas de superhéroes existentes.

Hace 17 años los X-Men dieron el salto del cómic a la pantalla grande, reviviendo a los superhéroes en el cine, y sin saberlo, marcaban el inicio de una larga y exitosa era dentro del cine de blockbuster.

Pero dentro de esa adaptación dirigida por Bryan Singer, sobresalía un personaje, interpretado por un novel actor de nombre Hugh Jackman quien captaba la esencia gruñona, salvaje pero muy carismática de Wolverine a la perfección, dejando ver que era el personaje al que más jugo se le podría sacar en el futuro.

Hoy, 17 años después, tras varias apariciones en la franquicia X-men, regresa para decir adiós.

Logan marca la despedida del ya legendario Wolverine dentro del cine de súper héroes, y aunque muchos sabíamos cuál sería el inevitable final del héroe, pocos nos podríamos imaginar que esta sería un final épico y una de las mejores películas de superhéroes existentes.

Esta película nos abre los ojos para mostrarnos que el cine de superhéroes puede dar más del limitado universo mercadotécnico al que lo han confinado y que no todo tiene que ser Disney/Marvel o Warner Bros/D.C. Entre el blanco y negro, hay tonalidades por explorar.

El gran acierto de Logan es su guión. El personaje es un salvaje forajido que sigue un camino emocional hacia su inevitable final, ingredientes que encajan perfecto en el género Western, tono en el que está contada la historia. Su fotografía en que predominan los colores amarillos y naranjas (representando el amanecer y ocaso del personaje), su diseño de producción con escenarios viejos, oxidados, situados en el desierto cerca de la frontera de USA con México, y por supuesto los personajes, seres solitarios que viven fuera de la ley, cuyas emociones van acompañadas de un revólver, o en este caso, de garras de adamantium.

El tono que dicta el guión es salvaje y oscuro, tanto que adquirió su clasificación C (mayores de 18 años) en las pantallas de cine; pero, aunque esto pudiera parecer una estrategia comercial (como se buscaba hacer con Deadpoolmarca la jugada maestra que permitió a Logan alejarse de cualquier convencionalismo que la atara a las fórmulas tradicionales de sus antecesoras. Era una página en blanco para ir en cualquier dirección.

Una de las grandes lecciones que deja Logan para cualquier película de superhéroes es precisamente esa: no importa que una película pertenezca a una franquicia o esté conectada con otras, cuéntala como una película individual y no dejes un hueco para que la próxima película embone, mejor dedícate a cerrar tu película de manera épica. Los fans y no fans te lo agradecerán.

Otro punto a destacar son los personajes, quienes ya no son lo que solían ser, lo cual les da una dimensión de empatía. La evolución de Hugh Jackman como actor con respecto a su debut es impresionante, y aunque este es un personaje que tiene dominado, el rango que aporta a Logan es impresionante y muy emotivo. A este se le suman el infalible Patrick Stewart como un Charles Xavier en decadencia y la revelación de Dafne Keen como la pequeña pero salvaje Laura, punto fundamental para exprimir al máximo la naturaleza de los otros dos mutantes.

No necesitas tantos personajes en tu película de súper héroes, enfócate en los principales, crea vínculos entre ellos y fortalece sus conexiones con escenas simples, pequeños momentos que transmiten más que chistes torpes o diálogos poco naturales. Otra valiosa lección que deja Logan.

Por si fuera poco, el final es muy emocionante, probablemente el mejor que yo haya visto en una película de esta índole; cierra de manera soberbia la película, la saga e incluso, si la franquicia de X-Men terminara aquí, sería el cierre perfecto. Una secuencia que sólo necesita de una imagen casi poética, para representar el fin de toda una era.

Logan es la mejor película de superhéroes en años, pero sobre todo, nos da la esperanza de que podamos ver más riesgos creativos en este tipo de películas, fuera del secuestro mercadológico al que están condenadas.

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