El domingo, el Vive Latino 2017 se coronó con una gran diversidad de proyectos que lograron abarcar los diferentes gustos musicales de un público más abierto.
La música ha encontrado una brecha importante para cambiar la cultura y percepción de los países latinoamericanos. Cada día que pasa nos encontramos con gente menos cerrada al intercambio de ritmos y géneros que han nacido por la evolución de la escena latinoamericana.
Fue lo mismo ver a Antidoping, Dread Mar I, Hombres G o Justice en el #EscenarioIndio que ver a Mexican Dubwiser, La Sonora Santanera, Mon Laferte o El Cuarteto de Nos en el #IndioPilsnerPlata.
Pese a los prejuicios por la aparición de La Sonora Santanera en el cartel, a la hora de la verdad y ya arriba del escenario, tuvo mayor afluencia e impacto sobre el público, que Antidoping, por ejemplo, quien se esperaba que “prendiera más”. Cabe mencionar que la colaboración de la señora de la música para adoloridos, Paquita La del Barrio, terminó por cautivar a más de uno, quien seguro no dudo cantar la célebre letra de Rata de Dos Patas, que se encuentra tan arraigada en la cultura mexicana.
Y aunque no seamos “partidarios” de ciertos géneros, la realidad es que ya embriagados (literal y metafóricamente) por el ambiente del festival, terminamos por corear aquellas canciones emblemáticas que han cobrado significado en el imaginario popular. Entonces después de ver a La Sonora Santanera podías correr a ver -¡por qué no!- a Brujería al #EscenarioVL.
Se preguntarán ¿qué pasó con esos metaleros de hueso colorado que se rehusaban a reconocer cualquier otro género? Pues yo creo que algunos entendieron que, musicalmente hablando e independientemente de gustos, tiene el mismo mérito un músico que toque la trompeta o el trombón en una agrupación de cumbia, que el guitarrista o baterista de cualquier banda de metal o rock.
Al final, ¿quiénes creemos ser para establecer las fronteras de una de las expresiones artísticas más grandes en el mundo? La música reconstruye bandas como Los Veltones o Shoot The Radio. Es la única capaz de mantener un proyecto como La Barranca durante tanto tiempo; que luego de ser una de las bandas pioneras de la primera edición del Vive Latino, este año regresó para demostrar que la música tampoco tiene edad ni fecha de caducidad.
Creo que, en el fondo el Vive Latino significa eso, la fusión de una rica variedad de proyectos que se presentan para romper estereotipos, empatizar con el público y entregar un espectáculo sin igual.
Las bandas que se presentan en un VL tienen el reto no solo de ofrecer un espectáculo digno para su audiencia, sino que también se encuentran a la expectativa de aquellos que pueden ser un público potencial, y todo eso dependerá de si descargan todos los ánimos en el escenario; como fue el caso de El Cuarteto de Nos quienes, como siempre y pese a la considerable inasistencia a su show, se desvivieron por los presentes.
Así que, si no te sientes muerto físicamente y vivo anímicamente terminando el festival, es como si no hubieras asistido. Ese es el resultado de vivir la experiencia del Vive Latino. ¿Y a ti cómo te fue? Déjanos tus comentarios abajo y cuéntanos cuál fue tu show favorito.