Publicidad

 

Se nos ha invitado a realizar una reflexión acerca de los muros invisibles que el mundo ha construido, y Fuocoammare (Fuego en el mar) se encarga de mostrarnos la realidad de nuestro intento desesperado por saltar estos obstáculos.

El mundo se va dividiendo a pasos agigantados y, para muchos, el 2016 se encargo de construir barreras ideológicas, políticas y humanas, a un ritmo frenético.

Desde conflictos armados hasta actos terroristas, seguidos por figuras públicas con discursos de tolerancia e igualdad inexistentes (Saludos al enemigo #1 del mundo Donald Trump); se nos ha invitado a realizar una reflexión acerca de los muros invisibles que el mundo ha construido, y Fuocoammare (Fuego en el mar) se encarga de mostrarnos la realidad de nuestro intento desesperado por saltar estos obstáculos.

Tomando la creciente problemática de inmigración ilegal en el mundo, el director italiano Gianfranco Rosi nuevamente nos plasma, a forma de documental, una comunidad marginada, tal y como lo hizo en Sacro GRA (2013) y Below Sea Level (2008).

Esta vez nos trasladamos a Lampedusa, una pequeña isla del Mar Mediterráneo, cuyo día a día parecería caminar sin nada sobresaliente. Sin embargo, este pequeño rincón al sur de Italia, posee la característica de ser el punto de llegada para inmigrantes africanos sin documentación, cuyo único objetivo es la búsqueda de una vida mejor, no sin antes pasar por una travesía marítima que nos recuerda, lo salvaje que puede ser la naturaleza.

Rosi en ningún momento pretende vendernos drama y sufrimiento, sino todo lo contrario; a la par que observamos como la marina y el equipo de guardacostas siciliano, intentan rescatar la mayor cantidad de supervivientes de las fauces del Mediterráneo, nos narran la tranquila y típica vida de un pequeño de 12 años llamado Samuel, un habitante más de esta austera isla, que al igual que los demás residentes, su jornada diaria pasa sin pena ni gloria, pero esto no quiere decir que ignoren lo que pasa a su alrededor.

El hecho de colocar la historia de un niño viviendo en un panorama humano hostil,  podría tomarse como una metáfora de nuestra visión inocente respecto a lo que pasa en el mundo, o simplemente, como nuestra creciente indiferencia a los peligros que nos rodean, nos permiten tener una conciencia tranquila, y sin temor, de nuestros actos animales o de la naturaleza misma.

El destacado trabajo de edición de Jacopo Quadri, junto a la intensa curiosidad de Gianfranco por intentar cubrir toda situación pertinente, logran crear un equilibrio perfecto entre las operaciones de rescate y el andar diario de los pescadores y sus familias de dicha región.

Incluso tenemos situaciones tanto dramáticas (Observando el testimonio de la dolorosa travesía de un indocumentado) como de ligera comedia (La hiperactividad del personaje de Samuel en diversas situaciones), que nos colocan entre líneas y de forma muy sutil, que después de un camino con cualquier cantidad de baches, siempre encontraremos la forma de llegar a aquello que nos de tranquilidad, por supuesto, sin ser descarado en el mensaje.

A pesar de que el filme cuenta con grandes aciertos (Por algo fue ganador del Oso de Oro en el Festival de Berlín), el gran número de inquietudes que el director italiano intenta trasladar al documental, puede ser un arma de doble filo, ya que nos deja en un terreno brumoso de dudas; si bien siempre es interesante el armar un rompecabezas, no siempre es agradable descubrir que dichas piezas llegan a un terreno sin objetivos claros.

Fuocoammare: Fuego en el mar, es un documental que tiene que ser revisado, no solo por generar conciencia de lo que pasa en el mundo, sino porque incluso esto puede ser trasladado a nuestros propios microuniversos y problemáticas nacionales.

Deja tu comentario:
Pesimista patológico al puro estilo de Woody Allen. Amante del cine, fotografía y arte. Adicto a la televisión y los deportes, en especial el fútbol.