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En su pasada visita al FICM, el director Mark Osborne nos contaba que El Principito había sido la película más difícil de su carrera, pero también la que mas había querido hacer.

No sólo le llevo 6 años realizarla, si no que debía conceptualizar una idea al rededor del libro para no alargar innecesariamente la corta historia (y vaya que sí, si no chequen el musical de los 70’s). Pero sobre todo, por que tenía miedo de meterse con un clásico de la literatura y sobre todo, un libro que se ha vuelto parte de cada uno de los que lo han leído. Entonces, ¿como abordar El Principito en una película?

La historia de El Principito todos la conocemos y el libro es uno de los mas leídos en nuestro país (por lo profundo que es y no por que sea muy corto, supongo…). Sin embargo, es aún más interesante la historia que tenemos cada uno de los que conocemos la obra literaria sobre como llego El Principito a nuestras vidas y este es el enfoque que su director y productor Mark Osborne decidió tomar para contar la historia del Principito pero sin dejar de hacer SU propia película.

Es así como husmeamos en la vida de una pequeña niña (así se llama el personaje, por que esa “pequeña niña” puede ser cualquiera), quién está siendo preparada por su temerosa y meticulosa madre para vivir en el mundo adulto. Esta planeación estricta es interrumpida cuando se mudan a una nueva casa en la ciudad, donde la pequeña niña conoce a su excéntrico vecino, un anciano que le comienza a regalar dibujos muy peculiares hechos a mano y quien además molesta a los modernos vecinos con extraños ruidos, que aparentemente son de una avioneta.

Con el uso de dos técnicas de animación por computadora 3-D y Stop-Motion, la película nos va contando paralelamente dos historias: con un hermoso Stop-Motion la historia original del Principito y con un 3-D mas genérico la historia de como una pequeña niña lo descubre. Esto ayuda mucho a la película, pero resulta un arma de dos filos.

Por una parte, el fan del libro puede quedar complacido al ver animada la historia con la que guarda un vínculo muy especial, y por otra parte, las nuevas generaciones, los mas pequeños tienen una historia simple, ligera y graciosa para disfrutar y que les puede ayudar a conocer a este personaje. Todo lindo, ¿no? ¿Cuál fue el problema que le encontré? que Osborne, por no querer decepcionar a nadie, termina por opacar a lo que quería enaltecer desde un principio.

Si en algo destaca la obra de El Principito es por su simpleza, la sutileza que tiene para hablar de temas complejos como la soledad, el amor, la avaricia, la posesión y el envejecimiento, entre otros, por medio de metáforas tan sutiles como la de una rosa o un zorro domesticado; y esto es precisamente de lo que carece la película. Mark Osborne busca hacer tan claro el mensaje del libro que cae en la obviedad y la sobre-explicación, desde un tablero que nos deja claro la rutinaria vida de la niña, una madre que contradice las frases del libro sólo para que estas cobren sentido mas adelante y sobre todo, el final… ese final.

¿Pues no que “lo esencial es invisible a los ojos”?

No les voy a dar spoilers, sólo diré que el último tercio de la película es el mas arriesgado de la visión de Osborne al libro de Antoine de Saint-Exupéry y también es el más polémico de la cinta. Osborne logra su cometido inicial de homenajear al Principito y su entrada a nuestras vidas en los dos primeros tercios de la película, pero en su tercer acto, Mark se toma la libertad de interpretar todavía mas allá de la historia, lo cual es interesante pero cae en lo redundante, el humor se torna común y el sentido de la obra original se distorsiona en gran parte, terminando por volverse “una película más”.

Sin ser una mala película, El Principito se desvía de la esencia original de la obra, pero deja un gran sabor de boca a los que gustan del libro y con la curiosidad para aquellos que apenas lo están conociendo.

Por cierto, la música es ¡SENSACIONAL! Hans Zimmer en plan grande.

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