Charlie Kaufman y sus obsesivas disertaciones del colectivo en contra del individuo, tienen como consecuencia uno de los más recientes estrenos de Netflix; Pienso en el final (2020) es una historia que reta al público a través de un rompecabezas visual, emocional y filosófico.
La sala de cine –normalmente– funciona como una zona de seguridad para el espectador, donde la ficción juega un papel fundamental para desprendernos de nuestra propia realidad y, de esta manera, involucrarnos en mundos cuya interpretación dependerá de nuestro instinto y experiencia; abriendo paso a lo que conocemos como una historia con un propósito establecido, a pesar que se encuentre impregnada de ambigüedad.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando la pantalla deja la comodidad de lado?; es en este terreno donde el cine se transforma en una herramienta autoral, abriendo un abanico de múltiples significados que la audiencia construirá a partir de su propio criterio; un efecto que sucede en la última cinta del guionista –y director– Charlie Kaufman.
En el trabajo previo de este director (Anomalisa, 2015) ya nos encontrábamos con una serie de inquietudes acerca de la voracidad que poseen las dinámicas colectivas, y como estas tienden a asimilar, casi en su totalidad, al individuo, todo a través de una inquietante animación en stop motion que es utilizada como una idea narrativa, más que estética.
La destrucción en la temporalidad cinematográfica que Kaufman, que usualmente propone en sus escenarios, llevan a desarrollar una indispensable concentración absoluta por parte de quien se aventure por su filmografía, convirtiendo a Pienso en el final en un desafío tanto óptico como de atención al detalle.
¿Incómoda? ¿irresoluta? ¿inconexa? probablemente sean algunos de los adjetivos que el público puede llegar a utilizar para Pienso en el final, los cuales no estarían completamente errados; sin embargo, el filme pisa un terreno donde es indescifrable aquello que es correcto o incorrecto, al menos en un sentido narrativo estricto.
¿De qué trata la película?, con Pienso en el final posiblemente nos encontremos ante una historia inenarrable si llega a ser comparada con las estructuras dramáticas que comúnmente son utilizadas en el cine. Aún con esto, podemos encontrar un escenario base inicial, donde una chica (Jessie Buckley) que inicialmente es llamada Lucy, viaja con su novio Jake (Jesse Plemons) para conocer a sus padres, mientras analiza la posibilidad de terminar con su joven relación.
Son muchos los mensajes que se pueden decodificar de las actuaciones, diálogos, fotografía, etc. de Pienso en el final. El tronco principal de este árbol emocional de Kaufman es nutrido por aquellos vacíos emocionales que son desprendidos de nuestras conexiones humanas, de una evolución social que, por instantes, parecería tomar impulso a un sentimiento de felicidad, pero que se transforma en algo mundano con el paso del tiempo.
El guionista de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) utiliza la fotografía como una fábrica de piezas de rompecabezas, donde el resultado no será más que el de una pintura abstracta cuyo significado recaerá en la persona que intente unir las sutiles piezas de la cinta.
El tiempo y la vejez son recursos que rodearán a los personajes de Pienso en el final, provocando una reflexión acerca de nuestros propios procesos de maduración, la cual se ve afectada por nuestros círculos laborales, sociales y familiares, transformando a nuestro propio individuo en el resultado final de dicho rompecabezas; al menos esto es uno de los planteamientos que el director vierte en su trabajo.
Nuestras inseguridades por el futuro, por todo lo que nos rodea, así como la incertidumbre de no conocer nuestro final, son las ataduras que nuestros protagonistas reflejan en cada una de sus disertaciones filosóficas: ¿Quiénes somos? ¿Somos producto de algo prefabricado? ¿Poseo una naturaleza propia?
Si algo está claro, es que el reciente estreno de Netflix, Pienso en el final, intenta ofrecer un producto que no se puede etiquetar –algo que la misma película menciona– siendo una pieza puede reflejar tu actualidad emocional, y que te puede llevar a una exploración de tu propio viaje de vida, siempre y cuando estés dispuesto a entrar en terrenos desconocidos.