Los Amigos Invisibles prometen el paraíso cada que anuncian una visita, asistimos el pasado 11 de diciembre a su último concierto en la CMDX, para descubrirlo.
El funk es un género bastante complicado de describir, tiene matices libres, sin control, pero, al mismo tiempo están correctamente direccionados a crear un formato multidimensional y muy específico.
Actualmente, la tarea de encontrar artistas que logren captar correctamente la esencia del concepto es un tanto difícil, ya que, es sencillo perderse entre las diferentes corrientes que ofrece.
Sin embargo, en las manos correctas puede crear cantidades torrenciales de armonía. Julio Briceño (voz), Mauricio Arcas (percusión), José Rafael Torres (bajo) y Juan Manuel Roura (batería) son una agrupación que arriesga, busca nuevas maneras de llegar al objetivo, pero sobre todo, rescatan aquellos detalles que integran una acústica de verdadera naturaleza.
Los Amigos Invisibles se conformaron a inicios de la década de los noventa, con una alineación diferente a la actual, pero bajo el mismo propósito: ser dignos representantes latinos, sin caer en la burda imitación, del funk.
Inspirados por los clásicos norteamericanos, Prince como pieza clave, han recorrido parte del globo terráqueo recolectando una bien merecida reputación, gracias a esa implacable sed de triunfo que arrogan en cada concierto, misma que los convirtió en ganadores de un Grammy Latino este 2018.
Fue un año de recolección de éxitos para Los Amigos Invisibles, seguramente no querían terminarlo sin ver sonreír al público mexicano, aquel que tanto los defiende cuando faltan en algún lineup, por eso, decidieron hacer una última visita a la CDMX.
El Plaza Condesa fue el anfitrión de la noche, lugar con honestas opciones acústicas y una serie de beneficios en el área visual que deleitan a todos los paladares. Normalmente, este venue tiene capacidad para 1,600 personas, pero, desde el primer sonido de la guitarra, lució como si se hubieran multiplicado.
La vasta experiencia es uno de los mejores atributos de los venezolanos, pues conocen cada aspecto de su estilo musical y lo desarrollan finamente en el ambiente, que es, ante una vista meticulosa, una radiografía innovadora del mundo contemporáneo.
Firmemente plantados en el escenario, entornaron uno a uno los temas que han logrado colorear su nombre en negritas en los festivales por todos conocidos. El tracklist estaba genuinamente pensado para que empujara al ritmo de la audiencia al momento cumbre de la noche: la sutil interpretación de Viviré Para Ti.
Para la recta final prepararon una ráfaga de sensaciones que pretendían arrancar los pensamientos negativos que las personas solemos cagar en nuestro interior.
Amigos invisibles, quienes han aplacado la calma de los que desean coleccionar recuerdos agradables sin importar las circunstancias, consiguieron su cometido una vez más.
¿Volverán? no lo sabemos, de lo único que tenemos certeza es que llevan en su espalda una gran responsabilidad; perpetuar la calidad en la creación de música elegante, sofisticada y carente de simpleza.
Si fuiste al concierto cuéntanos tu opinión, en el caso contrario, dinos ¿Qué lugar ocupan Los Amigos Invisibles tu lista de favoritos?