El Festival Mutek celebró su edición número 15 con el evento más emblemático de toda la semana de actividades y una propuesta para el futuro.
Cuando se dieron a conocer los detalles de la edición 2018 del Mutek Mx, se dijo que sería un evento por demás especial, no sólo por la celebración de sus quince años de vida en territorio mexicano, sino por la oportunidad que esto representó para delimitar el futuro del festival, apostando por la descentralización, exploración de escenarios y colaboración que ofrecieran al público nuevas formas de experimentar el festival.
Y así fue.
Desde la edición número catorce, el Mutek apostó a realizar el conocido Nocturne en un venue alejado del centro de la CDMX, donde tradicionalmente se realizaba este evento, un parque industrial ubicado en el Estado de México que ofrece una experiencia completamente distinta a lo que tradicionalmente entendemos como festival.
Es este un intento por descentralizar la acumulación de eventos realizados en la capital, un acierto si se piensa en la cantidad de eventos culturales que se ofrecen en la ciudad en comparación con las zonas aledañas.
Sin embargo, hemos de decir que el traslado a la Fábrica Mutek fue relativamente un pedo, ya que si por algo es conocido el Estado de México, es por las pocas y peligrosas opciones que cuenta para transportarse en este territorio.
El evento contó con transporte oficial, lo cual deviene en una buena idea, aunque no accesible para todo el público, cuestión que deberá atenderse mejor en futuras ediciones para alcanzar ese objetivo de llegar a una audiencia mucho más amplia; sin mencionar que la zona es completamente industrial y para nosotros fue difícil conseguir hasta un lugar para recargar saldo, y conseguir chupe y cigarros previos al concierto.
El acceso en ambos días fue bastante ágil, sin mayor reten que sólo el escaneo del ticket, una pequeña revisión y listo, ya estábamos dentro de la Fábrica, lugar que como dijimos, es en realidad una nave industrial completa. Uno de nuestros acompañantes de origen gringo se quedó fascinado por el estilo del venue, pues nos contó que ni siquiera en su país había visto un evento así realizado en una zona con esas características.
La primera impresión que uno se lleva al entrar a la Fábrica y las más importante, es la que provoca la acústica de las paredes de metal, la cuales retumban con cada potente beat, una experiencia de sonido que genera otro tipo de dinámica de interacción entre el público que convive entre sí, y la apreciación del trabajo de los artistas.
Nuestro primer contacto fue con las noruegas Smerz, quienes desde que subieron a la tarima envolvieron al público en un ambiente de experimentación sonora por momentos ruidoso, pero que desembocó en una combinación de beats y vocales que nos dejaron listos para la presentación de Apparat, uno de los actos más esperados pues es uno de los productores de música electrónica más importantes de la actualidad.
En el espacio entre presentaciones nos dimos la oportunidad de explorar otras zonas de la fábrica: La zona de comida, la barra para reclamar el trago cortesía (otro de los grandes aciertos del festival), los escenarios alternos instalados en plantas más pequeñas pero que ofrecían la misma experiencia de sonido, las instalaciones de luz interactivas colocadas a lo largo de todo el lugar que en conjunto le hacían honor al nombre del evento, pues fue este un festival nocturno, una experimentación comunicativa que va más allá de ser sólo una fiesta de música electrónica.
En ambos días nuestra atención estuvo enfocada en la Sala A o escenario principal donde Actress, Nathan Fake, Aurora Halal y Apparat nos destrozaron con golpes sonoros y una instalación visual que iba de la mano de la música.
Aunque también pudimos apreciar las tremendas presentaciones del clásico Errorsmith, Amnesia Scanner, Debit y Daniel Arp, intercalando los momentos entre presentaciones, pues la apuesta del nuevo Nocturne de Mutek es que el público pueda volverse parte activa de un festival más allá de un espectador pasivo, que pueda apreciar diferentes momentos, probar de todo el buffet de sonidos y generar un experiencia estética diferente a la de los conciertos tradicionales.
Nuestro grupo complementó la experiencia con los cócteles hechos a base de Hennessy, y una vez que hicieron efecto, nos dejamos llevar por el sonido, junto al juego de luces, que son los dos ejes fundamentales del Mutek, aunque hay que reconocer que la acústica de la misma Fábrica llega a ser demasiado potente para sostener una fiesta de casi 9 horas, y en ambos días el público se retiraba horas antes de acabar el evento, pues los tímpanos no están acostumbrados a dicha cantidad de volumen.
La celebración de quince años del Mutek representa un antes y después para ellos, ya que se perfila un futuro en el que ya consolidado como un festival completo, puso en cuestión la forma en que las audiencias interactuan con los artistas y entre sí en un concierto, lo cual podría tener influencia en la forma en que se realizarán algunos otros eventos similares.
Al salir de la fábrica el frío te invade, los oídos te zumban y esperas todavía un rato a que tu transporte llegue, no ves nada a lo lejos más que vapores saliendo de las coladeras, estás deseando llegar pronto a casa pero con la satisfacción de haber establecido una conexión distinta con la música, de haber recibido gratas impresiones y de saber que el futuro de los festivales, por lo menos en las formas en que se presentan los trabajos de los artistas, podría ser distinta en un futuro no muy lejano.