La fiesta no terminó de prender pero nos quedamos con The Offspring, Cypress Hill y los proyectos de los escenarios Viva Aerobús y AT&T del Coordenada 2018.
“Bienvenidos al escenario WC del Coordenada 2018”, se escuchó a las afueras de los baños, luego de que la saturada afluencia provocara que algunos simpáticos comenzaran una batucada improvisada en la entrada de los mismos, para amenizar – creo yo – el estrés por continencia urinaria o porque ya estaban muy bebidos.
La experiencia de vivir un festival de música va más allá del alcance de los escenarios: la comida, la bebida y la camarería influyen en el público; pero es el trabajo de cada una de las personas detrás de su realización, lo que hacen que un festival funcione: desde el staff que corre a auxiliar al músico que tiene complicaciones técnicas con su instrumento, hasta las personas que constantemente recogen los cientos – tal vez miles – de vasos plásticos y colillas de cigarrillos que tristemente encuentran su final en el suelo.
Cada artículo de consumo que coexiste en el exigente contexto de los festivales, es producto del trabajo y organización que hay detrás. Sin embargo, nada es miel sobre hojuelas y hasta el más mínimo detalle puede hacer de una edición la mejor de tu vida o la peor, con la posible cruda moral de si tus vivencias valen el costo del boleto que pagaste.
Aunque hay un montón de factores que influyen para crear un ambiente óptimo, es cierto que siempre habrá elementos a considerar de acuerdo a su funcionalidad tanto para las bandas como para el público; como la distribución de los escenarios, las distintas áreas de comida, los sanirent y por supuesto, el tiempo dedicado a cada banda.
Es lógico que entre más duren las bandas sobre los escenarios, menos posibilidades habrá de formar un cartel amplio, a menos de que aumentaran los escenarios; pero sabemos que sí de por sí ya es complicado organizar un festival – y los administradores del recientemente abucheado Force Fest, saben a lo que me refiero -, incluir más de cuatro escenarios implicarían demasiadas complicaciones y un presupuesto excedido, que deben preverse. ¡Ese es el verdadero encanto del espectáculo!
El resultado en este caso – como casi siempre – fueron presentaciones a las que el tiempo les fue insuficiente, sobre todo para los que se encontraban en los escenarios pequeños: Viva Aerobús y AT&T; que se convirtieron en protagonistas de energizantes presentaciones, las cuales ofrecieron una rica mezcla de ritmos que fueron desde el Funk, Rock, Soul, Blues, Country, Metal, Punk, Pop, Reggae y variantes de la música electrónica; de la mano de proyectos como Serbia, Chingadazo de Kung Fu, Airbag, NoMBe, Marian Hill, Odisseo, Jonny Clarke, The Boxer Rebellion, The Magic Numbres, Miranda!, Lanza Internacional, Jet Jaguar, El Mató a un Policía Motorizado, Heavysaurios, Rey Pila, Dorian, The Voidz, Django Django, Siddartha, Sonido Gallo Negro y Cuca. Dando cuenta de que no hay escenario pequeño para los proyectos con calidad.
Prueba de lo anterior fue el caso de El Mató a un Policía Motorizado, a quienes les bajaron el audio – no se supo si fue por haberse excedido un par de minutos o por problemas técnicos – , sin embargo, la banda continúo tocando hasta el término del tema; acción que fue correspondida por el público entre aplausos, gritos y silbidos.
Más tarde, en ese mismo escenario, Diego Solórzano se mostró molesto al término de la presentación de Rey Pila, y sin más arrojó el micrófono al suelo. Pese a haber congregado a un número considerable de asistentes que disfrutaron de la música de la agrupación mexicana frente al Viva Aerobús, Solorzano concluyó con una fugaz reverencia al público y de inmediato dio la vuelta para descender del escenario, mientras que el resto de la banda permaneció arriba agradeciendo a los presentes y obsequiándoles, plumillas, baquetas y hasta el agua destinada a ellos durante el show.
Con esos altibajos, la quinta edición parecía ir bien – así, medianamente – porque lo cierto es que la poca afluencia percibida desde el primer día, no se vio superada sino hasta la mitad del segundo día. Entre el público se comentó que se debía a la cancelación de DeadMau5; y aunque las cinco bandas finalistas del 19 de octubre – The Magic Numbres, Fobia, Miranda!, Zoe y Mi Banda el Mexicano, dieron grandes espectáculos; el público se mantuvo medianamente animado, con sus excepciones como en The Magic Numbres, que pese a ser pocos los asistentes, ofrecieron una noche emotiva y personalizada para el público allí presente (siendo una gran antesala para su concierto en El Plaza Condesa).
Nada comparado con la desbordante euforia que embriagó a los cientos de asistentes que se dieron cita en la edición del 2017, frente al entonces escenario Escena Indio, donde Los Caligaris enloquecieron a todos; irónicamente el mismo espacio que ahora se convirtió en el Tecate Light y fue cerrado por Mi Banda el Mexicano; que aunque no estuvo nada mal, no fue distinto a cualquier noche de sonidero realizada en la Ciudad de México.
Y para no sorprender, las presentaciones estelares del 20 de octubre, cortesía de Cuca, The Offspring y Cypress Hill, demostraron la grandeza de cada proyecto y su capacidad para ofrecer un concierto de calidad en las situaciones más adversas: orquestadas por la lluvia y los problemas de sonido (por fallas de electricidad).
Por un lado la lluvia que amenazaba desde el día anterior se hizo efectiva poco antes de las 7 pm, y provocó que algunas presentaciones se retrasaran solo por algunos minutos, sin embargo el público no desanimó en las presentaciones de DLD, The Voidz, Panteón Rococó y Residente; siendo el intervalo de tiempo en el que la lluvia se agudizó a ratos.
Otro aspecto que parece nunca faltar en los festivales son los detalles en el sonido – incluso puede resultar sorpresivo cuando no falla el audio en alguna presentación estelar – ; que los han convertido en un fenómeno más recurrente que los avistamientos de objetos voladores no identificados durante la década de los noventas y dosmiles.
En esta ocasión les daremos el mérito a la duda por el fallo de luz eléctrica que se provocó luego de la lluvia, el cual causó que se apagaran algunos sistemas, así como la luz de ciertas zonas.
Jamás sabremos si fue un problema constante durante todo el festival – por los detalles en el audio anteriormente mencionados – o bien, fue solo después de que se cayera el cielo. Pero lo que sí es importante reconocer fue – como ya desde hace algunas ediciones – la implementación de las alfombras de pasto sintético que evitaron que aquello se convirtiera en una edición más del Force Fest o que reviviera la pesadilla de aquel Corona Capital 2014.
Así que, con todo y todo, aunque no fue la mejor edición que ha tenido el Festival Tecate Coordenada 2018, tampoco fue la peor y esperamos con ansias lo que tengan por ofrecer para el 2019. Y para los que asistieron, ¿qué lugar ocupar la quinta edición del Coordenada en su top de festivales de este año?
