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VORAZ es la ópera prima de la directora francesa Julia Ducournau, quien además de dirigirla, también escribió su interesante guión.

Después de un paso exitoso por varios festivales de cine y una campaña de marketing que aseguraba desmayos, náuseas y hasta ambulancias para los espectadores, llega el filme francés de horror VORAZ (RAW) a las pantallas de cine mexicanas.

La película cuenta la historia de Justine, una joven vegetariana que va a empezar los estudios de veterinaria en la universidad, tal y como hicieron su padre, su madre y su hermana mayor, quién todavía está en el campus. Es a partir del rito de iniciación para novatos que consiste en comer carne cruda, que Justine descubrirá su verdadera naturaleza, debiendo elegir entre luchar consigo misma o dejarse llevar por sus instintos.

El canibalismo supone uno de los niveles más bajos de degradación humana, y por lo tanto uno de los peores temores del ser humano: perder su racionalidad. Este sub-género del horror, supone la bajeza de las clases sociales y un quebrantamiento de la sociedad, lo cual permite explorar los cambios extremos de un individuo en su medio ambiente, como por ejemplo en la familia.

Julia Ducournau utiliza el canibalismo como una astuta metáfora sobre la adolescencia y los cambios tanto físicos como de pensamiento, que se dan en esa etapa. Incluidas sus contradicciones. En VORAZ, Justine sufre la mutación de la adolescencia (que no es poca cosa) disfrazada de canibalismo, poniéndola en una lucha contra si misma; la niña que está dejando de ser, contra la mujer en la que se está convirtiendo. Todo esto, aderezado de un exquisito gore, por supuesto.

El gran mérito de VORAZ es tener en Garance Marillier (Justine) y Ella Rumpf (Alexia) dos personajes que sostienen toda la credibilidad y conflicto que el guión propone, logrando que cada momento dramático e incluso cómico, lo traguemos como dulce carnada en la sala de cine, involucrándonos en el festín.

Para ser una ópera prima, VORAZ cogea muy poco y permanece estable en casi toda su duración, logrando momentos realmente buenos, como el primer encuentro sexual de Justine, la transformación o la estupenda escena del dedo.

Lo que llama la atención de VORAZ es que no tiene problema con salirse del género del horror y explora los territorios del humor negro, saliendo victoriosa. Incluso para este servidor, VORAZ funciona mejor como una gran comedia negra que como simple horror. Si no me creen, el remate del final da la razón a mi teoría.

Lejos de su gastada campaña de marketing donde la siguen promocionando como “la película que ha provocado desmayos y vómitos” (William Castle se estaría riendo en su tumba), VORAZ es una estupenda película que demuestra cómo se puede utilizar el género del horror para explorar temáticas muy personales, y de cómo no se debe tener miedo a romper el molde y explorar incluso otros géneros para enriquecer un relato.

Es un gran banquete de carne tártara.

 

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