Nightwish y Delain sorprendieron a más de 3 mil personas en el Teatro Metropólitan con su metal sinfónico y un excelente ambiente.
Muchos esperábamos esta fecha desde hacía algunos meses. Desde quienes salían de la oficina directo al concierto hasta quienes decidieron ir con su vestimenta gótica para ver a sus ídolos. Playeras negras por todos lados, chalecos de mezclilla, sudaderas de Wacken o chamarras de cuero y largas cabelleras – en su mayoría – adornaban la fachada del Teatro Metropólitan, que esta vez no sólo recibía a un acto de metal sinfónico, sino a dos que, además, son de talla internacional. Nightwish y Delain se preparaban tras bambalinas para salir al escenario y darnos un increíble concierto, sin duda de lo mejor que ha habido en el año. La manta de Delain con la portada de su último disco, The Human Contradiction, colgaba al fondo del recinto, detrás de la batería y los teclados de la banda.
Las luces se apagaron puntuales a las ocho y media de la noche. Casi al instante comenzó a sonar la grabación que introduce Mother Machine, la canción que arranca el tercer disco de Delain, We Are The Others. Martijn Westerholt, Otto Schimmelpenninck, Timo Somers y Ruben Israel salían para comenzar a darnos la dosis de riffs y orquestaciones. Poco después saldría Charlotte Wessels, quien sorprendía a muchos de los asistentes con su excelente presencia sobre el escenario y una de las mejores voces del metal sinfónico. El set continuaba con la poderosa, aunque melancólica, Get The Devil Out Of Me. No pasó mucho tiempo antes de que los asistentes estuvieran comenzando a mover la cabeza y seguir las indicaciones de Charlotte.
Al terminar, la vocalista interactuó con el público mexicano con un español bastante bueno antes de iniciar Army of Dolls. Otto y Timo movían sus largas y rubias cabelleras en sincronía mientras tocaban la pesada base de la canción. Martijn hacía del coro algo más sinfónico y Ruben animaba a la multitud con el bombo de su batería y sus baquetas. Posteriormente, el sencillo de The Human Contradiction se hacía presente en el escenario. Stardust complacía a quienes ya conocían a la banda y a quienes apenas los escuchaban por primera vez. El ambiente se volvió a calmar para dar paso a Milk and Honey y su temática rompecorazones. A ello siguió el deleite de Sleepwalker’s Dream, con Charlotte luciendo su impresionante y bella voz, superando su actuación en el disco debut de Delain, Lucidity.
La única canción de April Rain que sonaría esa noche fue Stay Forever, que aunque no convenció a muchos de los asistentes, los fans de la banda la agradecimos demasiado. Después, la nostalgia se haría presente una vez más con Not Enough, que a más de uno puso en una situación un tanto sentimental. Los holandeses estaban por cerrar su presentación en el Metropólitan, por lo que Charlotte invitaba a todos a celebrar con ellos la fiesta de aquella noche con The Gathering. Y, para finalizar, la canción máxima de Delain y la que nos deja claro que ser normal no es una regla, es un uniforme, y que no hay por qué temer a ser parte de “los otros”. We Are The Others sonaba un poco antes de las 21:20 y unía a todo el recinto en una sola voz que se alzaba contra lo común, lo cotidiano, y para insistir que no estamos solos en ninguna situación.
Pocas veces se ve a una banda tocar con la energía y la alegría con la que Delain tocó esa noche. Y, por si fuera poco, con una cohesión y un amarre sensacional que dejaron boquiabiertos a varias personas. Estaban muy contentos de estar de vuelta en el país tras una larga ausencia, y agradecieron enormemente al público mexicano que los había recibido con los brazos abiertos. La vara estaba puesta en un lugar muy alto, pero nadie podía dudar que si había una banda que podía igualarlo y superarlo era Nightwish.
A las 9:50 pm, las luces se volvían a apagar para que comenzara a sonar Roll Tide, obra del maestro Hanz Zimmer y que compuso para la película Crimson Tide; Nightwish abría su concierto de la misma manera que desde hace 10 años. Al terminar, la voz de Richard Dawkins retumbaba en el Metropólitan mientras Tuomas Holopainen caminaba hacia sus teclados y Marco Hietala salía con su bajo colgado al hombro. “The deepest solace lies in understanding. This ancient unseen stream, a shudder before the beautiful.” Kai Hahto, Marco y Tuomas arrancaban el concierto de Nightwish con una tremenda potencia y con la canción que inicia el más reciente trabajo de la banda, Endless Forms Most Beautiful. Shudder Before The Beautiful ponía a brincar a los tres mil fans en sus asientos mientras la imponente Floor Jansen salía al escenario para comenzar a deleitarnos con su magnífica calidad vocal. Uno de los momentos más destacados del concierto llegaría en esta primera canción, cuando el pequeñito Emppu Vuorinen se acercó a Tuomas después del segundo coro de la canción para hacer una guerra de notas entre el teclado y la guitarra. No hubo mejor manera de arrancar el concierto de esa noche, apreciando la belleza de lo que nos depararía en el segundo de los tres conciertos de la banda finlandesa en nuestro país.
Como segundo acto vino Yours Is An Empty Hope, demostrando el increíble trabajo que Kai Hahto, ex-integrante de Wintersun, era capaz de hacer con Nightwish tras su batería Pearl color verde. Por primera vez escuchábamos la voz de Hietala, quien no dejaba de sonreír ante la reacción del público mexicano. Pero no era el único: Emppu interactuaba con los fans de ambos lados del escenario, dándoles la mano y regalando algunas de sus plumillas, mientras que Tuomas ponía los dedos sobre las teclas de manera contundente, aunque siempre con una sonrisa en la cara gracias a los mismos fanáticos. La primera canción clásica llegaba con Ever Dream y la reacción de la gente no se hizo esperar. Gritos, lágrimas y señales de absoluta emoción se hacían notorias en la mayor parte de los asistentes. Y, por si fuera poco, revivieron una joya de Wishmaster llamada She Is My Sin. Aunque en un tono más agudo que la canción original, nadie pudo ocultar su gusto al escuchar los primeros acordes de la pieza.
Tras la canción que inaugura el tercer disco de Nightwish, Troy Donockley aparecía por primera vez sobre el escenario para ser recibido con una tremenda ovación. Tras unas cuantas palabras y presentar el tema de la canción, arrancó con My Walden, una canción más de Endless Forms Most Beautiful. Marco salía con un híbrido de bajo y guitarra que pudo utilizar a la perfección en una de las canciones con más folklore en la discografía de los finlandeses. Y, al finalizar, se quedó solo sobre el escenario, diciendo que sus compañeros lo habían abandonado, por lo que tendría que encontrar una forma de entretener al público. Para ello, rasgueó las cuerdas de su guitarra y comenzó a cantar “An old man by a sea shore at the end of day, gazes the horizon with sea winds in his face. Tempest-tossed island, seasons all the same, anchorage unpainted and a ship without a name.” The Islander emocionaba a los fans, a quienes les pedía que le ayudaran a cantar el coro. A la mitad de la canción salieron sus compañeros de nueva cuenta para ayudarle a terminar la canción de estupenda manera.
Nightwish continuaba su set con la bella Élan, el sencillo de Endless Forms Most Beautiful, que nos invitaba a aceptar las maravillas de la vida y a apreciar cada pequeño y bello detalle de ella. Emppu acompañaba a Troy en la parte posterior del escenario, comentaban algunas cosas entre ellos y se reían mientras Floor transmitía el mensaje de la canción con una increíble voz, como ella acostumbra. Élan fue, para muchos, de los momentos más especiales de la noche. Al finalizar, la voz de Richard Dawkins volvió a retumbar en las paredes del Metropólitan para dar paso al intro de Weak Fantasy, precedido por un solo de batería de Kai Hahto, quien sorprendió a casi todos (si no es que a todos) los fans de Nightwish con su increíble técnica. Troy se levantaba de su usual asiento para tocar el Bouzouki, un instrumento griego parecido a una mandolina.
Kai arrancaba la novena canción de la noche y la segunda de Dark Passion Play, el primer disco con Anette Olzon. 7 Days To The Wolves llegaba a pesar de la entrada tardía de Holopainen con las orquestaciones, sorprendiendo a los fans, quienes definitivamente no se esperaban esta pieza de Nightwish. Para contrastar con los tintes científicos y teóricos de Endless Forms Most Beautiful, el sexteto interpretó a continuación Storytime para dejar libre la imaginación. La canción que abre el Imaginaerum volvió a poner a todos a brincar y dar rienda suelta a todas las historias que la humanidad ha contado a través de la historia y las que aún faltan por contar.
Troy volvía a ser el centro de atención con I Want My Tears Back, una canción que ya vive en el corazón de los fans y que fue de las más coreadas de la noche. El ambiente festivo fue inigualable:
Floor y Marco jugando piedra, papel o tijera e intentando aplaudir con la mano del otro, Emppu y Troy platicando de nuevo junto a la batería, Kai sonriendo, cantando las letras mientras golpeaba sus toms y platillos de manera precisa, Tuomas agitando su cabeza, volteando a ver a sus compañeros, sonriéndoles tanto a ellos como a los fans, quienes tampoco podían ocultar la alegría de sus rostros. Pero todos saben que el momento culmen de una noche en compañía de Nightwish llega con Nemo, una de las dos canciones de Once que se tocaron esa noche. Troy había salido del escenario, pero al escuchar las primeras notas de la pieza tuvo que regresar corriendo para alcanzar a hacer su trabajo en la flauta. No obstante, la canción salió, para variar, impecable y con su clásico tinte gótico. Sin duda, otro de los grandes momentos de la noche.
El telón cambiaba nuevamente para dejarnos ver la portada del segundo disco de Nightwish, Oceanborn. Floor comentó que nos iban a transportar a ese disco, y justo al terminar su oración, Tuomas arrancó con Stargazer, una verdadera joya que ha destacado en toda la actual gira de los finlandeses. Un escalofrío recorrió el cuerpo de todos los fans presentes en el Metropólitan, quienes escucharon a Jansen suplir a Tarja Turunen de una manera inmejorable mientras el resto de los músicos sonreían y disfrutaban con el público de una estupenda canción, a la que siguió la melancolía de Sleeping Sun, una jugada riesgosa tras la salida de la primera vocalista de Nightwish, con quien la canción adquirió fama y un tinte especial. No obstante, la ex-vocalista de After Forever y actual líder de ReVamp cumplió con creces el papel para el que la contrataron.
Al finalizar, Troy regresó al escenario para comenzar el segundo capítulo de The Greatest Show on Earth con Tuomas. La voz de Dawkins volvió a hacerse presente en las paredes del Metropólitan antes de dar rienda suelta a lo que Holopainen considera el trabajo mejor logrado del disco, su acto principal. No se tocó la canción completa, pero tanto la segunda y tercera sección se hicieron presentes en el recinto de Avenida Independencia. La naturaleza, Bach, la potencia de una banda de metal y la belleza de una orquesta convergieron en un mismo lugar. Incluso dos personas disfrazadas de gorilas lograron entrar al escenario durante el interludio de la pieza final en Endless Forms Most Beautiful. Todo se encaminaba a esa culminación épica y reflexiva mientras cada persona acompañaba a Floor con el grito de “WE WERE HERE!“. Y con ello, el espectáculo estaba casi completo.
Tras un breve descanso y con sólo una mirada, Kai y Tuomas nos volverían a llevar al disco Once con lo que se ha vuelto una canción favorita de los fans: Ghost Love Score. Una vez más, Emppu corría con Holopainen, aunque esta vez para tocar su teclado; aunque acertó en algunas notas, el líder de Nightwish tuvo que corregir al guitarrista varias veces, quien bromeó también con la gente de las primeras filas sobre la situación. Cada sección de la canción fue interpretada con absoluta precisión y con una pasión que ya no se le ve a todas las bandas; pero el pináculo de la pieza fue, una vez más, la enorme voz de Floor y la fuerza, pasión y el sentimiento que le impregna a las últimas notas de Ghost Love Score. ASOMBROSO.
Pero como todas las cosas buenas, el tiempo se había pasado como agua y el concierto llegaba a su fin. Nightwish se despedía de su público con un último viaje, uno que nos invitaba a continuar nuestro recorrido por esta vida con una visión distinta, a encender una luz en vez de maldecir a la oscuridad. Last Ride of the Day sería la pieza con la que los finlandeses culminarían su set de casi dos horas. Posteriormente y mientras Nightwish se despedía sonarían las dos últimas secciones de The Greatest Show On Earth. Tras una reverencia y una foto con su gente, los seis integrantes abandonaron el escenario para dejar a Dawkins hablar una vez más y dar por concluido el show. “From so simple a beginning endless forms most beautiful and most wonderful have been, and are being… evolved.“
Sólo resta decir GRACIAS. Gracias Delain por mostrarnos una banda unida, llena de alegría y donde se nota que la música y la amistad son lo más importante. Gracias Marco por tan asombrosa actitud, voz y presencia sobre el escenario. Gracias Emppu por nunca dejar de sonreír y de disfrutar la música que tocas. Gracias Floor por demostrarnos que la pasión y los sentimientos son parte importantísima de una presentación en vivo. Gracias Troy por vivir cada momento sobre el escenario. Gracias Kai por una excelsa demostración de precisión detrás de la batería. Gracias Tuomas por tantas historias tan increíbles. Gracias, Nightwish, por demostrarnos que la banda está más viva que nunca, gozando de cada momento de esta vida, y por contagiarnos esa alegría y gozo por cada instante sobre este planeta.
Gracias, y hasta la próxima.