Samuel Herrera, cantautor duranguense, conquista con su mezcla de folk, rock y raíces norteñas. Conoce su historia, esencia y visión musical.
Un nuevo rostro del norte mexicano
Samuel Herrera se ha posicionado como una de las voces más auténticas de la nueva escena norteña alternativa. Con un estilo que mezcla folk, rock y raíces regionales, el músico duranguense ha logrado conectar con un público que busca letras honestas, vulnerables y llenas de identidad.
Su propuesta, que transita entre lo íntimo y lo festivo, combina la herencia sonora de Los Invasores de Nuevo León y Los Cadetes de Linares con influencias contemporáneas como Juan Cirerol, con quien recientemente lanzó una colaboración disponible en plataformas digitales.
De Durango al corazón de México
Samuel comenzó su camino musical en 2010, inspirado por los Beatles y por el rock que se escuchaba en su casa familiar. Con una guitarra de Paracho y una grabadora vieja como cómplice, empezó a escribir canciones influenciadas por el desamor y las historias cotidianas del norte.
En 2020 decidió dar un paso definitivo y lanzó su carrera como solista bajo su propio nombre. Desde entonces, temas como “Hoy no estoy de buen humor”, “Convénceme” y “Me estás haciendo mucha falta” han consolidado su estilo entre el norteño indie y el folk emocional.
Letras que cuentan lo que no se dice
Aunque su música tiene raíces festivas, las letras de Samuel revelan una mirada introspectiva. Su universo narrativo se construye con pequeñas historias de desamor, rutinas y melancolías que todos han vivido alguna vez.
“Estoy muy enamorado ahora, pero curiosamente no me sale escribirle al amor, sino al desamor”, confiesa el músico. Esa sinceridad lo ha convertido en un referente emergente dentro de la nueva ola del regional alternativo mexicano.
Un artista que crece con su público
Además de componer, Samuel mantiene un contacto cercano con sus seguidores. En cada presentación reparte stickers con códigos QR que dirigen directo a su Spotify o redes sociales, logrando convertir a quienes lo descubren en verdaderos fans.
Su autenticidad lo ha llevado a escenarios de Ciudad de México, Chihuahua y Durango, donde ha compartido cartel con artistas como Juan Cirerol, uno de sus ídolos de adolescencia.
“Le abrí un show a Juan en el Dada Club y el público empezó a corear mi nombre. Ahí supe que quería dedicarme a esto”, recuerda con emoción.
Un futuro en expansión
Samuel Herrera representa la nueva generación del norteño-folk mexicano: artistas que beben de la tradición, pero se atreven a romper moldes. Con cada lanzamiento, reafirma su compromiso con la honestidad artística y el amor por sus raíces.
Su próximo proyecto promete explorar nuevas sonoridades sin perder su esencia: historias sinceras, guitarras cálidas y letras que sanan corazones rotos.
ENTREVISTA COMPLETA CON SAMUEL HERRERA
E: Al final de cuentas, tu música tiene una esencia muy norteña, muy del norte y de Durango. Oye, ¿cuál crees que fue la herencia más fuerte que te dejó tu familia? ¿Y cuál fue una influencia que tú descubriste por tu cuenta, algo que no vino de casa pero con lo que conectaste mucho?
R: Por parte de mi familia paterna, mi abuelo escuchaba mucho a Los Invasores de Nuevo León, Lalo Mora, Los Cardenales y Los Cadetes. Pero una influencia que descubrí por mi cuenta, sin duda, fue Juan Cirerol. Creo que ha sido la influencia más grande y poderosa que he tenido. Y fíjate el destino: hoy ya tenemos una canción juntos, está disponible en plataformas. Estoy muy contento de seguir trabajando con esa esencia norteña.
E: Además del gusto musical, ¿ya tenías alguna conexión con personas que hicieran música? ¿Cómo fue tu primer paso dentro de la industria?
R: Empecé tocando la guitarra gracias a unos primos de San Diego que se compraron el Rock Band de The Beatles. Me contagiaron esa fiebre “beatlemaníaca”. Hasta el día de hoy siguen siendo mi banda favorita.
Mi primer guitarra fue una acústica de Paracho, la típica que todos tuvimos. Empecé a tocar en 2010, y creo que mi primer acercamiento real con la música fue una vez en casa de mis abuelos: había una grabadora con un cassette de Fanta que traía un mix de canciones rockeras. Venía Devuélveme a mi chica de Hombres G, y esa canción me marcó muchísimo.
Después me metí en bandas de rock y ska; me formé tocando en bares, en la escena duranguense. Luego me fui a Chihuahua a terminar mis estudios, me llevé mi guitarra y empecé a componer mis propias canciones. Ya en 2020 arranqué oficialmente como Samuel Herrera, solista, con mis temas.
E: En Spotify aparece tu primer sencillo Y Caer en 2019. Cuéntame cómo ha evolucionado Samuel desde entonces hasta tu último lanzamiento.
R: Sí, fue en noviembre de 2019. Y creo que desde entonces he madurado mucho, sobre todo en las letras y la música. Cada vez me acerco más a lo que imagino. Es complicado pasar una idea de la cabeza al papel o al estudio, pero poco a poco lo logro.
Antes experimentaba más, ahora soy más claro, más objetivo con lo que quiero. Dejé mi trabajo de ingeniero el año pasado para dedicarme 100% a la música. Todo mi tiempo, energía y amor están puestos en esto. Hoy mis letras son más serias, más concisas. Sigo hablando de temas “migajeros”, como decimos, pero con un sonido más definido.
E: Justo hablando de eso, ¿cómo eliges ese enfoque tan emocional y vulnerable? ¿Por qué escribir sobre el desamor?
R: No lo sé, se me da. Estoy muy enamorado ahora, pero curiosamente no me sale escribirle al amor, sino al desamor. Me inspiro en historias que veo en TikTok o Facebook, como “soldado caído en el Metro Balderas”. Esas desgracias ajenas me inspiran.
Mi primer disco ya hablaba de eso: del desamor, el autosabotaje, de buscar amor donde no lo hay. Desde entonces arrastro esa corriente. He escrito algunas canciones al amor, pero te diría que el 90% son de desamor y solo un 10% de amor. No sé por qué, pero me fluye así.
E: ¿Crees que eso viene de ser buen amigo y escuchar muchas historias de otros?
R: Sí, me ha pasado. Muchas canciones que no son vivencias propias nacen de historias de mis amigos. Les digo: “Te voy a dar un consejo, pero déjame usar tu historia para una canción”. Al final, se trata de sacar algo bueno de lo malo, convertir la tristeza en arte.
E: ¿Cómo es moverse dentro del circuito independiente del regional, el norteño o el folk? A veces se piensa que el indie solo existe en el rock.
R: Mi género es muy adaptable. Puedo tocar en un baile, un jaripeo, el Foro Alicia, o la Feria de Durango. También en fiestas privadas. Aquí en Durango toco en bautizos, bodas, cumpleaños, carnes asadas…
Hago mis canciones, pero también meto covers de Los Cardenales o Los Invasores. Así la gente me conoce, pero también disfruta lo que ya le gusta.
E: Y convertir a esos oyentes casuales en seguidores, ¿cómo lo haces?
R: Siempre los invito a escuchar mi música. En las tocadas les digo: “Si tienen Spotify o Apple Music, busquen Samuel Herrera y denle guardar, para que mañana, cuando estén bien crudotes, se acuerden quién tocó en la fiesta”.
Entre los covers meto mis canciones y les doy una pequeña introducción para que conecten. También llevo stickers con un código QR que los lleva directo a mi Spotify o redes.
Después de un show con 80 o 90 personas, al día siguiente ya tengo varios nuevos seguidores que me escriben: “Oye, qué chido haber descubierto tu música”. Eso vale muchísimo.
E: Cuéntame de tu proceso creativo. ¿Tienes una rutina o compones cuando llega la inspiración?
R: No tengo una rutina fija. A veces saco una canción de moda, por ejemplo de Julión Álvarez, y mientras la practico, me quedo clavado con la guitarra y empiezo a escribir algo propio.
Por lo general empiezo por la música: acordes y progresiones. Luego imagino una historia o recuerdo algo que alguien me contó. Si me marca mucho, empiezo directamente por la letra. Pero sí, necesito silencio total para componer.
E: Si pudieras agarrar una canción de The Beatles y transformarla con tu estilo, ¿cuál sería?
R: Qué buena pregunta. Me encanta el White Album. Creo que haría Helter Skelter, no en versión norteña, pero sí adaptada a mi forma. Me gusta su potencia, lo estridente de esa rola.
E: Si pudieras enseñarle tu música a tu versión de 15 años sin que supiera que eres tú, ¿cuál crees que le gustaría?
R: Creo que no he traicionado a ese morro de 15 años. Sigo fiel a lo que siento y quiero.
Le mostraría Hoy no estoy de buen humor, que tiene esa mezcla de rock y norteño. Luego Convénceme, una rola bailable pero con esencia roquera, y Me estás haciendo mucha falta. Con esas tres entendería quién soy hoy, y creo que sí le gustaría.
E: Para cerrar, la clásica: ¿cuándo sentiste la chispa que te hizo decir “quiero dedicarme a esto”?
R: Fue en junio del año pasado en Ciudad de México. Le abrí un concierto a Juan Cirerol en el Dada Club, en la Roma. La gente me recibió increíble.
El show era de Juan, yo solo abría, pero al final el público empezó a corear “¡Otra, otra, otra, Samuel!”. Sentí una vibra enorme en el pecho.
En ese momento supe que quería dedicarme a esto. Justo estaba pasando por mucho estrés en mi trabajo y pensé: “No, vamos a hacer lo que nos hace felices”.
Desde entonces he visto los amaneceres de otra forma, porque estoy haciendo lo que amo.

