Hollie Cook por fin se presentó en México después de una larga espera. El Frontón fue el venue donde disfrutamos de una noche cósmica, llena de deliciosos sonidos que nos invitaron a bailar.
El aire de la ciudad era frío. Octubre comenzaba, o como muchos adictos a los conciertos le llamamos: rocktubre. El mes empieza con Hollie Cook en un recinto que es relativamente nuevo, ya pues ha contado con pocos años donde comenzó a funcionar como venue de conciertos.
El Frontón tiene una bella arquitectura exterior, y en su interior aguardábamos miles de asistentes para disfrutar del regreso de Hollie Cook a tierras aztecas.
Los horarios ya estaban anunciados, primero Olinka, cantante y compositora mexicana que propone sonidos guapachosos. Algo de cumbia, algo de reggae, algo de hip hop, un poquito de esto, un poquito del otro. Pero no nos adelantemos.
No fue un evento sold out, porque justo el rocktubre comenzaba con unos 4 o 5 conciertos simultáneos en diferentes puntos de la ciudad.
Pero aún así, estábamos los que teníamos que estar y con la actitud de disfrutar de una mágica noche.
La vibra del público era muy tranquila. Ambiente relajado, donde parejas o grupos de amigos platicaban, se encontraban y bebían cerveza en lo que comenzaba el espectáculo.
Ahora sí, comenzamos con Olinka, quien sobre el escenario traía mucha energía y buscaba contagiar a los asistentes para calentar los ánimos.
Y la verdad es que lo logró. Olinka, acompañada de su soundsystem reventaron las bocinas del Frontón con los sonidos guapachosos que escribí unas líneas arriba.
La respuesta del público fue positiva y bailaron, gritaron y aplaudieron a cada momento. Olinka emocionada, y cómo no estarlo teniendo el honor de abrirle a Hollie Cook. Su propuesta quedó muy ad hoc y puntos extras a la organización por apoyar a los talentos mexicanos.
Poco más de media hora fue lo que duró y fue suficiente para dejarnos bien calientitos para el plato fuerte de la noche.
Durante esos minutos de espera era ir por más cerveza, o al baño o simplemente observar alrededor. Yo elegí lo último y siempre es interesante ver al público con diferentes matices. Parejas, amigos y solitarios, cada quien con su propia historia, pero con algo en común, ver a Hollie Cook esa noche.
Así pues llegó la hora. Ese momento que nos pone la piel de gallina cuando se apagan las luces y el viaje sonoro está por comenzar.
Euforía total. Aplausos, gritos, silbidos. Los músicos salen, se apoderan de su instrumento y se colocan en posición. Está sucediendo, Hollie Cook se para justo en medio del escenario, comienzan las primeras notas de Happy Hour, la canción que abre su nuevo disco homónimo.
“Killing time, waiting for you in a bar with an empty glass…” canta Hollie, contando una historia como ella solo sabe hacerlo. Y a pesar de su hermosa presencia sobre el escenario, muchos eligen cerrar los ojos y dejarse atrapar.
Hollie se muestra feliz y emocionada, como ya nos lo había contado antes en entrevista.
A partir de ese momento todo es música, sensualidad, contoneo, abrazos, besos y todo un revoltijo de emociones. Eres poderosa Hollie, sabes tocar el alma a través de tu voz y tus exquisitas canciones.
Sobre el escenario sonaban muchas canciones como Tiger Balm, Shadow Kissing, Together, 99, Milk & Honey y muchas más.
Hubo momentos en que Hollie nos hablaba, agradecía y se emocionaba. Una excelente dinámica para regresarnos al aquí y al ahora, porque así de hipnóticos con la música, sabrá Dios a donde llegaríamos.
Hubo una canción acústica bastante suave y que se agradece esa clase de detalles para sus fans.
Después de una hora y media de Hollie terminó todo. Corrió a por su celular para capturar el momento mágico que vivimos con ella. Completos extraños conocidos.
Se apagaron los instrumentos, se apagaron las luces del escenario y se apagaron los malos sentimientos. Un cálido concierto que contrastó con el frío de afuera.
Gracias Hollie.
Fotos: Toust
