Les Misérables, la opera prima del director Ladj Ly ha logrado identificar las barreras sociales que han vulnerado el territorio francés.
A partir de experiencias personales, Ladj Ly logró crear un microcosmos aderezado con drama casi documentalista, el cual puede ser extrapolado a cualquier nación.
¿Debe existir un mundo sin barreras ideológicas, raciales o culturales? ¿Tenemos la capacidad de coexistir a través del simple hecho de compartir nuestra humanidad?
Les Misérables (2020) propone diversas interrogantes a partir de los conflictos raciales en las que Francia se ha visto envuelta durante los últimos años.
La igualdad es el pilar central de una historia policiaca que bien podría tomar su referencia más cercana en Training Day (2001), ahondando en la ambigua moralidad del sistema de justicia, así como en sus constantes prácticas que acrecientan los números de impunidad a nivel global.
El control territorial de las zonas urbanas en Francia es el principal móvil de los protagonistas del reciente filme nominado al Premio de la Academia como Mejor Película Internacional, donde seguiremos a Stéphane (Damien Bonnard), un oficial novato que se une a las brigadas especiales de Montfermei.
Chris (Alexis Manenti) y Gwada (Djibril Zonga) serán los encargados de iniciar al inocente e idealista novato a través de un sinuoso camino minado de abusos de autoridad, prepotencia, y gobernabilidad territorial en zonas de conflicto a partir de la violencia y el miedo.
El realismo del estilo documentalista que imprime el director por medio de una cámara en constante movimiento, crea una sensación cercana a la claustrofobia, simulando una analogía minúscula de una prisión ideológica y racial, abogando por la supervivencia del más fuerte y el más apto.
La pantalla se enriquece con una extensión más de la visión realista de Ladj Ly al utilizar a los mismo residentes del barrio de Montfermeil para interpretar sus propias inquietudes y estilos de vida, formando una delgada línea entre la ficción y la veracidad de los acontecimientos.
Lugares comunes en este tipo de guiones, como redes de venta de estupefacientes o problemas de adicción, son completamente excluidos, entregándonos una mirada punzante de la vida diaria de un sector necesitado, orillándonos a compaginarnos con el lado más humano que tenemos.
Debemos recordar que año con año, los reconocidos Premios Oscar presentan un interesante grupo de participantes en su categoría de Mejor Película de Habla no inglesa, donde recordamos a entregas premiadas, como Una mujer fantástica (Chile, 2017), Ida (Polonia, 2014) o Cinema Paradiso (Italia, 1989).
El pasado 9 de febrero no fue la excepción, encontrando nominaciones a grandes trabajos, como Dolor y Gloria (España) y Parasite (Corea del Sur), siendo esta última la película más ganadora de la noche, de forma sorpresiva; sin embargo, Francia no podía quedarse atrás representada por Les Misérables.
La segregación racial y el abuso de poder se han filtrado en el pueblo francés, quienes paulatinamente han forjado una armadura de prejuicios alrededor de los conflictos políticos, teniendo como consecuencia luchas sociales, ideológicas e incluso religiosas, dañando su infraestructura y estilo de vida.
Estos movimientos han creado una coyuntura en el cine del país galo, proyectando durante los últimos años en la pantalla grande reflexiones alrededor del evidente impasse en temas de igualdad, como bien lo podemos ejemplificar en películas como Entre Les Murs (2008) o En Guerre (2018).
¿Qué es lo que percibimos como acciones buenas y malas? La exploración de la ambigüedad moral de los personajes es encaminado por un constante cuestionamiento de aquello que percibimos como funcionalidad, es decir, aquellos intereses propios que enjaulan cualquier indicio de ayuda al prójimo.
Pan y circo para el pueblo, una frase que termina englobando el subtexto de la cinta nominada a los Oscar. Protegerte a ti mismo sin importar las normativas del colectivo, una idea peligrosa planteada en Les Misérables, pero que parecería ponemos en práctica con mayor soltura en nuestro día a día.