La Castañeda va de nuevo al Metropólitan, ahora para festejar su XXX aniversario.
La Castañeda estuvo presente de una u otra forma en el subconsciente de toda una generación.
Un pedazo de papel pegado con engrudo en el poste sobre avenida Politécnico anunciaba que La Castañeda tocaría en Rockotitlán un viernes de octubre.
Parecía que en el Lugar del Rock daban cabida a varias propuestas. Seguramente si están en viernes o sábado serán buenas. Seguí de largo; como quiera, solo podían entrar mayores de 18. Yo no.
El vocero afuerita del Cine Futurama puso hasta el frente la Super Pop con Jason Priestley. Qué bueno que no estaban los Backstreet Boys, porque ya estaba harto de verlos en todos lados.
Aquella colonia Lindavista tan tranquila como siempre. La mayoría usando ropa azul cielo, hombreras y estampados. El camino corto a casa era por el Planetario Enrique Erro. Antes haría una parada aunque mamá se enojara.
Juan Carlos era el único de la bolita de amigos que tenía TV por cable. Ya estaba programado el Unplugged de Eric Clapton; toda una sensación. Era algo como ¿qué pedo con que no están usando guitarras eléctricas? Vaya que fue otra ondita.
Antes de irme a casa tomé unos Bubli rojos. Me esperaba la tele abierta. Salió Lucero (Lucerito) queriendo pasar de incógnito por tener caspa, pero con Head & Shoulders tenía un cabello hermoso. Al menos eso dijo el locutor del comercial.
Mejor prendí el NES y le soplé al cartucho de Ninja Gaiden. Me lo había prestado Roberto “El Halen”, y estaba tan clavado que no se lo había regresado.
La vida cambió un tanto. Ir del norte al sur hasta Benjamín Franklin. Pero sobre todo salir de secundaria para ahora ser totalmente libre en preparatoria. Al menos eso pensaba seguido por mi viaje en la línea café.
Lo padre de la prepa era el intercambio de música. La lucha por ver quién conocía más grupos nuevos. Claro, siempre te topabas con el sabihondo del mundillo under influenciado por su hermano mayor.
Otro cartel de La Castañeda estaba pegado a la salida del metro Basílica. Ya habían pasado un par de años luego de que vi el otro flyer en Lindavas. Esta vez las letras negras describían que el lugar sería en Ciudad Universitaria.
El solo hecho de tener llaves de la casa me hizo creer que era libre de andar de arriba abajo. Solo tenía que avisar dónde estaría y no llegar noche.
El levantamiento zapatista fue un sacudidón para la mayor parte del país y como era de esperarse los grupos estudiantiles lanzaron el grito y manifestaciones en contra de la represión militar exigiendo el cese a la guerra en Chiapas.
Se unieron para brindar cobertura política del EZLN y demostrar solidaridad a los pueblos. Varias comitivas se lanzaron a San Andrés Larrainzar y San Cristóbal de Las Casas.
Por su parte, la Caravana Ricardo Pozas, organizaron conciertos masivos en campos de la máxima casa de estudios. Desde luego que a las autoridades no les agradó tanto.
La situación política del país, el dólar por los cielos, la presencia de Zedillo, Cárdenas y Fernández de Ceballos causaban sensaciones no gratas.
Para la mayoría involucrada con el movimiento era un gusto llevar el kilo de frijol o arroz, y tus respectivos diez nuevos pesos. A cambio tendrías un masivo con La Maldita Vecindad, La Lupita, Santa Sabina, Sekta Core, y varios otros. Pero de nuevo vi que apareció La Castañeda.
Se repitieron en diversas fechas. Algunas en el estadio de prácticas, otras en el estacionamiento del México 68, y en algunos CCH.
Cada banda a su manera, con su discurso de apoyo y rechazo. Con activismo real. Pero uno me llamó la atención. Salvador con su largas botas, Omar y Oswaldo D’León con sus ojos cerrados concentrados.
Supe que La Castañeda es un concepto en evolución. Más allá de tener nombre de manicomio, sacaban su locura para apartarse de la vida cotidiana y resaltar presentaciones con trasfondo.
Siempre muestran su lado social. Reflejan el entorno artístico en el que se desarrollan. Experimentan y se clavan en la teatralidad con personajes ahora familiares como Norma, el Gusano, Lucrecia, o un Gitano demente.
La temática de la locura sirvió para que La Castañeda se metiera de lleno a descubrir las posibilidades creativas apoyadas con las artes plásticas y así llegar a la zona sensorial del público.
Este año celebran 3 décadas. Alcanzaron la fama, la acariciaron, tuvieron un receso, cambio de nombre y le arrancaron los derechos a la disquera.
Un camino que pocos pueden contar y cantar con orgullo los temores humanos. Dejando en el escenario un sin fin de acertijos para que los interpretes a tu gusto. La magia radica en que cada presentación es distinta.
Actos circenses, esculturas, pinturas en tiempo real, performance lleno de detalles y sobre todo con alta calidad artística, sello de La Castañeda.
Ya no veo volantes en estraza. El LUCC, Rockotitlán y otros, quedaron atrás. Ahora el Metropólitan será fiel guardián de su fiesta de 30 años. Y de fondo sonará Servicios Generales I y II, con su hermano el Globo Negro.
Quiero regresar a ese tiempo. Cierro los ojos y de nuevo me veo caminando por las calles de Lindavista rumbo a casa de Juan Carlos, Víctor, de Roberto o de Raúl. Dejo la bicicleta y en el discman le doy play a la siguiente canción.
Sé que La Castañeda abrirá el silencio para mirar hacia adentro. Sacará tu flama, serena tu ansiedad. Su veneno te dará calma. Caerás en el fondo oscuro, tan tóxico, tan mágico.
La Castañeda en el Metropólitan
Fecha: Viernes 1 de noviembre de 2019
Hora: 21:00 h
Venue: Teatro Metropólitan
Venta de boletos: Ticketmaster
Precios:
- VIP MX $1,413.00
- PREFERENTE AA MX $1,184.00
- PREFERENTE A MX $1,184.00
- PREFERENTE BB MX $889.00
- PREFERENTE B MX $889.00
- BALCON C MX $719.00
- BALCON D MX $606.00
- BALCON E MX $492.00