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Peter Hook regresó una vez más a la Ciudad de México a presentar lo mejor de la música de New Order y Joy Division y, como cada ocasión, el público bailó, cantó y saltó como si estuviera viendo en vivo a ambas bandas con alineación original.

Un viernes con lluvia por la noche preparó el escenario ideal para ver a Peter Hook en el Pabellón Cuervo; si bien no estaba a reventar el lugar, se veía una buena entrada para ver al exbajista de un par de las bandas más representativas del siglo pasado, ya sea en la escena dance o del post-punk inglés.

Algo que llamó mi atención desde que llegué fue el público: si bien había muchos adultos de arriba de 40 años, había bastantes de 30 y algunos de veintitantos; desde ese momento, el choque generacional se notaba y tendría sus pros y sus contras a lo largo de todo el concierto.

Sin un opening act, Peter Hook salió al escenario a interpretar 14 canciones de New OrderRegret, Temptation y Ceremony fueron la antesala perfecta para Blue Monday, The Perfect Kiss y Bizarre Love Triangle, que pusieron a bailar, sobre todo a los más jóvenes, las canciones ochenteras de los ingleses.

Ese hecho llamó mi atención porque aunque los más jóvenes no sabían todas las canciones, bailaban como si estuvieran en un pub inglés de los años 80, mientras que los adultos solo esperaban pacientemente (algunos, muuuy pacientemente) el set de Joy Division. Fun fact: por ahí del intermedio casi se golpean dos godínez enojones.

Terminó el intermedio y Peter Hook salió a decir que era tiempo del set de Joy Division. La gente se preparaba para algo grande mientras sonaba Day of the Lords y New Dawn Fades, canciones tranquilas y oscuras, para después volverse completamente locos (literalmente), al sonido de Shadowplay.

En cuanto sonó esta canción se hizo un slam masivo con gente que traía la playera negra del “Unknown Pleasures”. Fácil unas 100 personas estaban disfrutando como si estuvieran en 1979 en un bar underground de Manchester escuchando a una de las bandas precursoras del post-punk inglés.

Aunque muchos adultos de más de 40 años se quedaron atrás viendo de lejos el show, los de treinta y veinte sin dudar se metieron al slam a tener la actitud más punk de la noche: Warsaw regresó en el tiempo a cuando todavía la banda no se llamaba Joy Division y She’s Lost Control hizo que todos, literalmente otra vez, perdieran el control.

Todos sabíamos que el momento cumbre del show sería el final, con un homenaje a Love Will Tear Us Apart y efectivamente fue una celebración, un segmento nostálgico pero lleno de emoción y coros al ritmo de la canción más representativa y conocida de los ingleses.

Si bien encontramos muchas diferencias entre adultos y jóvenes (bastantes, dirían algunos), que tres generaciones de fans compartan música y se unan para bailar, cantar e imaginar, por solo una noche, que Joy Division sigue vivo y que New Order sigue tocando con Peter Hook, es indescriptible.

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