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Luego de diez años de haberse estrenado, regresa el musical Mamma Mia con una secuela, que a la vez funciona como una precuela, para contarnos más sobre la historia de Donna Sheridan, a través de las canciones del grupo musical ABBA.

Tomando dos historias que suceden en dos tiempos distintos (la década de los setentas y la actual), la película cuenta en paralelo la historia de Donna Sheridan en su juventud (Lily James), sobre cómo y qué fue lo que la llevó a donde la conocimos en la primer película; y la actualidad de su hija Sophie (Amanda Seyfried) quien está a punto de inaugurar un hotel en Grecia, el sueño de su madre, teniendo que tiene que lidiar con muchos obstáculos para conseguirlo.

La idea detrás de esta segunda parte de uno de los fenómenos musicales en cine más exitosos de los últimos años es interesante, apostando poco por la originalidad, pero mucho por la reinvención de la misma idea. En esta secuela importa más que la historia contada en el guión se adapte a las canciones de ABBA, que viceversa, lo cual en funciona con naturalidad en algunos números musicales (como en One of Us, Mamma Mia, Dancing Queen, I’ve Been Waiting For You), mientras que en otros si se sienten metidos a la fuerza (la participación de Cher en Fernando).

Hablando de los números musicales, destacan los primeros cuatro, creados a través de juegos muy ingeniosos de cámara y una edición con un sentido narrativo estupendo, que en la corta duración de sus canciones logran captar la esencia de las letras originales del grupo ABBA, además del sentimiento involucrado en la canción y trasladado a la historia en pantalla. Desafortunadamente esta gran puesta en escena del inicio no se mantiene, y las escenas con musicales involucrados van de más a menos.

Hay una decisión muy arriesgada en esta cinta y es el quitarle el protagonismo a Meryl Streep, lo cual se entendería solamente por temas de oficinas y estudios, pero el guión libra ese obstáculo contándonos la historia de su personaje Donna en su juventud, logrando una buena conexión entre su pasado y el presente de su hija Sophie, momento consagrado en la escena de la capilla, que resulta bastante emotivo.

Mamma Mia 2: Vamos Otra Vez es poco original, pero es lo suficientemente entretenida y divertida como para olvidarse de sus fallas (como el terrible CGI en los paisajes griegos), y entregarse a pasar un buen rato con canciones que sin duda son el estelar de este musical.

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