Aunque los mexicanos no pudimos apreciar el famoso eclipse lunar más largo del siglo; algunos cuantos tuvimos la oportunidad de ser eclipsados por el cantante británico, Sam Smith, quien ofreció un espectáculo inolvidable en el Palacio de los Deportes el pasado viernes 27 de julio.
Ni la lluvia intermitente, ni el tráfico de viernes, pudieron evitar que el Palacio de los Deportes se llenará, salvo por unos cuantos lugares solitarios que no se vendieron.
Poco antes de las 9 PM, hora en que daría inicio la presentación, el recinto estaba lleno de jóvenes, padres de familia y parejas de todo tipo entusiasmadas y expectantes.
Algunos intentaban hacer la ola, mientras otros entonaban el cielito lindo para calentar los ánimos previo a la presentación.
Finalmente, a las nueve de la noche en punto, las primeras notas comenzaron a sonar y el público explotó en júbilo mientras el cantante inglés y sus músicos subían al escenario.
Después de entonar Burning, Sam Smith agradeció su visita al público y les pidió que olvidaran sus problemas y decepciones amorosas durante la fiesta que sería su presentación, al mismo tiempo que él prometía dejarlo todo en el escenario, sobre todo considerando que era su última fecha por unas cuantas semanas, ya que se tomaría un descanso después de 55 fechas de gira, explicó él mismo.
La presentación fue muy buena, el cantautor, fiel al estilo que caracteriza a los ingleses, destacó por su elegancia y sutileza sobre el escenario. Sobresaliendo sin la necesidad de una escenografía impresionante o cientos de luces, sino más bien con un escenario en forma de velero, la ropa elegante que utilizaban él y los artistas que lo acompañaban y un juego de luces perfecto para la ocasión.
El público se entregó con todo, coreando tanto sus canciones más populares como I’m Not The Only One, Omen o Money On My Mind, así como las menos populares como Lay Me Down o Say It First.
Sam Smith no sólo logró apantallar con su privilegiada voz (que logró vencer a la terrible acústica que siempre ha caracterizado al Palacio), sino que generó una conexión muy profunda con su público, con el cual interactuó constantemente e, incluso, hizo partícipe de la presentación, dándoles una serie de post its de colores para iluminar con la linterna de sus celulares durante HIM, formando la bandera LGBT, a lo cual exclamó “Love is love”, generando los aplausos del público.
El concierto terminó con Too Good at Goodbyes, seguido de un encore lleno de decibeles generados por los gritos de los fanáticos mientras Samuel Smith subía una escalera de caracol y cantaba Palace, seguido de Stay With Me (la más coreada de la noche) y Pray.
El público salió sonriente del recinto mientras la lluvia aumentaba en las calles. Ya fuera la segunda ocasión en que tenían la oportunidad de ver a su ídolo, o fuera su segunda oportunidad después no verlo en 2015, la noche del 27 de julio es una noche que los asistentes, así como Sam Smith (quien admitió que estuvo a punto de llorar más de tres veces), no olvidarán.