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Rostros y lugares: El cine está hecho de historias, son estas las que le dan vida y traspasan la pantalla directo al espectador.

Aunque hay muchos creadores de historias, hay ocasiones en que no se les necesita imaginar para darles vida, sólo basta con salir a buscarlas, como lo hacen los documentales.

Agnès Varda, una gran ícono de la cinematografía francesa, en sus 86 años luego de su larga filmografía como actriz y directora, se embarca en una aventura en búsqueda de nuevas historias, sólo que en esta ocasión importa más la trama que el mismo desenlace. En esta mezcla de documental con road movie, Agnés Varda encontró en JR (un artista visual de 34 años) a su mejor aliado para explorar nuevos horizontes narrativos.

La idea es simple: Juntos recorren la Francia rural en una furgoneta con forma de cámara, misma que funciona como una enorme impresora para estampar retratos en fotografía a gran escala de las personas que vayan conociendo.

Sin embargo la idea modesta inicial se va tornando en un documento multidimensional con la complejidad de las emociones humanas, mismas que se reflejan en las miradas, los gestos, el contexto y los testimonios de las personas que participan en este “experimento”, y adquieren otro significado cuando el espectador las recibe, pues aunque estamos en presencia de personajes que viven en otro continente, las sensaciones que transmiten funcionan como un lenguaje universal gracias al arte mismo.

El documental es el género más salvaje del cine por su naturaleza difícil de domesticar, pero una de las cosas que te regala es la capacidad de asombro ante lo que encuentras en el camino, lo que no tienes idea que pueda pasar; en Rostros y lugares Agnés Varda y JR nos llevan a un viaje sin destino, en el que no regresarán siendo los mismos (el enigmático JR se sincera ante nosotros y Agnés Varda recibe una tremenda decepción por parte de uno de los grandes cineastas franceses, también su mejor amigo).

Difícil encasillar Rostros y Lugares en un sólo género cinematográfico, pero es mucho más fácil y satisfactorio dejarse llevar por este viaje de sentimientos, de momentos invaluables y las historias que todos tenemos por contar.

Un viaje en el que dos generaciones se encuentran a través del arte y en el que el cine junta a dos extraños y los conecta para siempre.

Vayan a verla.

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