Silencio. Esa fue una de las primordiales peticiones que la banda que lidera Mike Milosh , Rhye, divulgó unas horas antes del concierto que ofrecería en Guadalajara.
Fotos por: Diana Torres
Los asistentes cumplieron a medias el menester, lo cual ya es un gran logro con relación al respeto, empatía, consideración o reciprocidad que el público debería mostrar al ingresar a la presentación de una banda o músico, cualquiera que sea.
El fin de semana pasado, Rhye ofreció un set limpio y fino en C3 Stage, nada más y nada menos que sensaciones reconfortantes distribuidas en capas de sonido que vestían la exquisita voz de Milosh. Nada más y nada menos que R&B de vanguardia.
Esa noche se interpretaron canciones de la placa recientemente publicada, Blood, así como las más esperadas, tales como The Fall, Last Dance, 3 Days o el tan celebrado tema que apertura su primer LP, Open.
Durante la velada hubo ciertas muestras de civismo, pues la mayoría de personas acataron la instrucción de permanecer en silencio durante el concierto, aunque también por momentos algunas personas silenciaban al resto. Y si no es imposible, si desgastante y hasta ocioso tratar de callar a las personas para todo; había quien no podía contener su euforia y gritaba, bufaba, vitoreaba a la banda, cosa que también fue reprobada y que es ciertamente una situación injusta, ya que una cosa es callar a los que conversan y molestan y otra muy distinta es reprimir las emociones de alguien que pagó entrada.
Lo cierto es que un músico que llega al venue a ejecutar profesionalmente sus instrumentos arriba del escenario, que se toma la molestia de estar bajo toda clase de luces artificiales, sudar y dedicar hora y media a un público que se supone pagó un boleto para ver su show, probablemente espere de ellos, mínimamente, su atención para que puedan notar lo que hay detrás su sonido, es decir, el desenvolvimiento, esa “magia” que sólo puede ofrecer un acto en vivo; por el contrario, no espera carcajadas hasta el hartazgo, ni que su recital opacado por una algarabía propia de cualquier pulquería.
Rhye terminó de tocar antes de la media noche. Cada uno de los asistentes levantó su celular en automático y empezó a teclearlo, también en automático. Para algunos fue la precopa perfecta, para otros la oportunidad ideal para disfrutar un espectáculo de calidad.