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Oficialmente hemos entrado a la temporada de conciertos antes de finalizar el año. U2, La Femme, Def Leppard y nuestros Pet Shop Boys se presentan en diferentes recintos de la CDMX la noche del 03 de octubre.

Tras la locura y el caos que agitó a la ciudad las últimas semanas algunos tratamos de levantar nuestro ánimo y sacar todo ese estrés con música a todo volumen y coreando algunas de nuestras canciones favoritas.

Afuera del Palacio de los Deportes varios revendedores me preguntan que si no quiero boletos para los “Depeche Boys” y pienso: “bueno, no andan tan perdidos, por lo menos ambos son de la misma onda…” el synth-pop británico es el protagonista de la noche y miles de personas nos dirigimos al Palacio de los Deportes en busca de un poco de vibra ochentera que inevitablemente se contagia cada que escuchamos una canción de los Pet Shop Boys.

Después de las 9:15 el Palacio se oscurece, el color y las luces que emergen de los impresionantes visuales de los Pet Shop Boys son alucinantes. Comienzan con algunas de sus canciones más recientes pero la mayoría de la audiencia espera con ansias esas canciones que trae nostalgia a nuestras vidas y nos transportan a otra época, aquellas que hicieron a los Pet Shop Boys ser quiénes son hoy en día.

El recinto se inunda de las luces que los asistentes levantan y es imposible sentir una vibra armoniosa que definitivamente hacía falta en la capital después de los afortunados eventos tras el sismo del 19 de septiembre, hay algo en la música de los PSB que en cuanto entra por nuestros oídos nos da un ánimo amoroso.

El ambiente explota en cuanto It’s a sin comienza a sonar; el concierto había sido relajado hasta el momento, la gente bailaba dentro de sus lugares o ponía una atención prácticamente meticulosa al espectáculo para no perderse de ningún detalle, pero esta canción marco un restart de la noche, uno en el que los británicos transformaron el Palacio de los Deportes en una disco. La misión se había cumplido, los Pet Shop Boys transportaron a miles de personas a los 80’s.

Los Pet Shop Boys tienen un sello inconfundible tanto visual como musicalmente que se vuelve hipnotizante al verlos en vivo. La noche culmina al ritmo de Go West y Always on my Mind en donde la explosión de color que nos inyectaron por casi dos horas llega a su máximo punto.

Visuales increíbles, nostalgia ochentera y abundante baile fueron los regalos de los PSB a la Ciudad de México y una vez más demostraron porque agrupaciones como ellos se encuentran siempre en nuestros pensamientos.

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