No sabemos si Disney volverá a tomar riesgos y soltará la rienda a las próximas películas de la franquicia, pero Rogue One nos hace creer que hay una nueva esperanza para este fantástico universo.
Desde que Disney firmó el contrato del siglo para obtener los derechos de la saga multimillonaria de Star Wars, elaboró un plan sobre cómo iba a manejar los estrenos de las inminentes nuevas películas, tomando en cuenta dos puntos clave: atraer a nueva audiencia y retener a los miles de seguidores que ya tenía.
Dicho plan incluía la producción de tres nuevos episodios que entrarían como secuelas y una película extra. ¿De qué iba esa película extra? ¿en qué momento de la línea de tiempo entraría en la saga?, nadie lo sabíamos, pero era un hecho que Disney tenía un As bajo la manga.
De Rogue One podíamos esperar cualquier cosa y eso era lo interesante, porque por un lado, Disney seguiría satisfaciendo a los fans tradicionales de Star Wars con nuevos episodios que dieran continuidad a la historia, pero con Rogue One tenían carta en blanco; un comodín que podrían manejar en cualquier dirección y a su antojo, sin necesidad de obedecer a los cánones más estrictos de la saga. Sorpresivamente con Rogue One decidieron tomar algunos riesgos y todo valió la pena.
Lo increíble de Rogue One es que es una historia que ya sabemos de qué se va a tratar e incluso en qué va a terminar (toda la trama está resumida en el preludio del Episodio IV. Una nueva esperanza), pero aún así, la película no deja de sorprender y es muy entretenida.
La clave del éxito y buen funcionamiento de Rogue One está en su estructura, muy similar a la del Episodio V: El imperio contraataca. Dicha estructura se basa en un cambio de perspectiva en la narrativa, donde sabemos desde el inicio que el mal del Imperio va a triunfar, pero que los rebeldes buscarán hacer lo imposible para evitarlo, a cualquier costo.
Con este punto de vista, uno como espectador siente un peligro real en la historia y es difícil predecir lo que va a pasar (a diferencia de las historias donde sabemos que el héroe lo puede todo).
Pero hay otra lectura que hace todavía más interesante a Rogue One y la hace crecer también en su fondo: su discurso político. Es verdad que toda la saga Star Wars tiene su discurso anti-estado, pero en Rogue One el mensaje crece por dos factores: la diversidad en sus personajes principales y la era Trump a la que estamos entrando.
En otras palabras, El universo de Rogue One podría ser la peor pesadilla de Donald Trump; al tratarse de cómo un imperio de hombres blancos, se ve amenazado por una mujer, un mexicano, dos asiáticos y un negro.
La película no es perfecta y tiene mucho cabos sueltos (nunca entendí lo que sucedió con Saw Guerrera, ni la psique de Cassian Andor), pero es la película más entretenida, emocionante y épica de Star Wars desde, digamos el Episodio V: El Imperio Contraataca, la mejor de la saga.
No sabemos si Disney volverá a tomar riesgos y soltará la rienda a las próximas películas de la franquicia, pero Rogue One nos hace creer que hay una nueva esperanza para este fantástico universo.