Irrefutablemente el Festival Gozadera es algo único en su tipo, una experiencia que debería de repetirse una y otra vez hasta que los pies ya no puedan más.
Por: Alexandra Olán @alexandraolan
Observando el Centro de Convenciones Tlatelolco por fuera es un poco difícil imaginarlo como la sede de un festival. Al entrar se pueden observar cortinas blancas de piso a techo con moños cual decoración de boda o xv años y es inevitable la sensación de que te has vestido de manera informal para el lugar.
Sorprendentemente (o tal vez no tanto) funciona bien, los asistentes se fusionan entre la decoración del recinto y cuando comienza a sonar la música es imposible sentirse fuera de lugar.
Irrefutablemente el Festival Gozadera es algo único en su tipo, una experiencia que debería de repetirse una y otra vez hasta que los pies ya no puedan más.
También soy de la idea de que siempre hay formas de sacarle mayor provecho a un festival y como bien dicen que el conocimiento es poder, decidí escribir estas bellas lecciones del Festival Gozadera al público, futuro público o para aquellos que aún no se animan a explorar estos eventos, esto como una especie de consejos para su próximo festival o evento de sonideros más cercano.
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Los zapatos cómodos jamás estarán de más
La cita para esta fiesta era desde las 5 de la tarde y el festival terminó más allá de las 2 am, así que llevar unos zapatos que pulieran el piso hasta altas horas de la madrugada era un must. Bye, bye tacones y hola Gozadera.
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Hay canciones que nunca pasaran de moda
Llega el momento de un major throwback cuando comienza a escucharse: “para gozar esto es una bomba” o “de reversa mami” y los asistentes no lo piensan dos veces antes de ponerse a bailar. Es indudable que cualquier mexicano que se respete conoce las letras de estos clásicos de inicio a fin (le guste o no).
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Un outfit ad hoc es indispensable
Más allá de llevar zapatos y ropa cómoda para bailar hasta el amanecer nos encontramos con algunos asistentes que llevaron su vestimenta a otro nivel. Era obvio que no podían faltar las camisas floreadas y los colores vistosos, pero algunos más aplicados se lucieron llevando adornos tribales y lentes que prendían en la oscuridad, por otra parte vimos a los fanáticos de Sonido Satanás usando sus diademas con cuernitos de diablo y aquellos que no dudaron en llevar collares de flores.
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Cualquier canción puede convertirse en una buena cumbia
Y es cierto, sólo es cosa de ver un show de Astros de Mendoza para darte cuenta que Babasónicos bien pudieron haberse dedicado a escribir cumbias o que La dosis perfecta puede bailarse en más de un modo.
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La actitud en verdad es lo que cuenta
En este espacio todo el mundo sabía bailar, el temor a hacer el ridículo era nulo, y en caso de que lo hicieras el único riesgo que corrías era convertirte en el rey o la reina de la noche. A su vez, no importaba si ibas sin pareja para el baile, seguramente podías encontrar alguna ahí, bailar al lado de la multitud o unirte a alguna de las ruedas de baile que se formaban al centro de la pista.
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Dejemos atrás los “gustos culposos”
El Festival Gozadera era un ambiente completamente libre de culpas. Aquí en cuantas más canciones supieras, bailaras y gozaras ¡mejor!
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Sin miedo a explorar nuevos horizontes
Adiós Foro Sol, adiós Caradura, hoy vamos a darle oportunidad a Tlatelolco de entretenernos con la segunda edición del Festival Gozadera. Es bueno visitar un lugar nuevo para variar y salir de la monotonía de los foros que visitamos usualmente.
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Una buena caracterización puede prender a toda una audiencia
Si no lo creen deberían de ver un show de Sonido Satanás, el diablito definitivamente se robó el show cuando llegaba a descender del escenario para bailar al lado (y con) el público.
Mención honorífica a los outfits de Sonido Gallo Negro y Frikstailers.
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El ambiente lo crea la gente
Ese sábado no importaba el clima nublado, dentro del Festival Gozadera se experimentaba un clima tropical completamente ajeno al del exterior, el cual complementaba a la perfección los escenarios Jungle y Beach.
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El disfrutar de la música no discrimina géneros
Entre los asistentes podíamos encontrar estilos extremadamente variados. Algunos más rockeros, otros más fresas o incluso de un aspecto más hipster, pero ¿qué importa? Lo importante era bailar hasta el cansancio, disfrutar la noche y dejar de lado las pretensiones. Después de todo, sólo se vive una vez.
