El mítico grupo británico Iron Maiden se presentó la noche del viernes por segunda ocasión en el Palacio de los Deportes como parte de su gira The Book of Souls.
Por: Poncho Civeira y El Almirante
Fueron dos tardes nubladas en la Ciudad de México, tal como lo habíamos vivido hace un poco más de dos años en el Foro Sol cuando la Doncella de Hierro tocó suelo mexicano. ¿Será que Dio quería alertar a toda la ciudad de la presencia de Eddie? ¿O será que hasta el mismo Tláloc le temía a la mascota de Iron Maiden?
Lo importante es que no hubo un diluvio como la última vez, cuando Slayer y Ghost tuvieron el privilegio de abrirle a una de las bandas de metal más importantes de la historia. La fórmula se repetiría en esta ocasión: una banda nueva y con una propuesta distinta, una de las bandas del Big 4 del thrash metal y la cereza en el pastel: Iron Maiden. Las puertas abrieron a las seis de la tarde, dejando entrar a los primeros fans al Domo de Cobre, que se vestiría de gala durante dos noches para recibir a tres grandes bandas de metal.
Los seguidores de Iron Maiden empezaron a llegar al lugar aproximadamente desde las 11:00 am, no importó el clima frío que prevaleció durante el día, el objetivo era conseguir una oportunidad de estar más cerca del escenario.
A las 3:00 pm se informó a los asistentes que habría un primer ingreso a un domo verde que se ubica a un costado del recinto principal, fue en ese primer acceso donde se hizo la revisión de rutina por parte de los integrantes de seguridad.
Minutos después de las 6:00 pm llego el tan esperado ingreso al Palacio. Durante el recorrido hacia el interior se encontraban las zonas donde se podían adquirir y consumir bebidas, al igual que camisetas, llaveros, gorras y mucha mercancía oficial de la última producción de Iron Maiden.
La noche empezó con la aparición de The Raven Age en el escenario, que aunque mostraron gran energía en su presentación no lograron cautivar del todo a una parte del público. Más tarde Anthrax llegó para hacer vibrar el lugar con sus canciones, fue entonces que gran parte de los asistentes ubicados en la zona de pista enloquecieron. Durante la presentación el cantante dijo un par de palabras en español para después seguir cantando.
La noche arrancaba con The Raven Age, la banda George Harris, hijo del bajista de Iron Maiden, Steve Harris. Con un estilo similar a un death metal melódico pero sin guturales, la banda británica tocó las cuatro canciones que conforman su primer EP, mismo que tiene el nombre de la banda. Uprising , Eye Among The Blind ,The Death March y Angel In Disgrace se encargarían de ambientar al público presente en el Domo de Cobre. La energía que derrochaban los cinco integrantes de The Raven Age era muy buena, y la interacción con el público no se quedó atrás; incluso el vocalista, Michael Burrough, bajó del escenario en dos ocasiones para convivir con la presente gente. A pesar de que el sonido estaba sumamente alto y saturado, la banda cumplió las expectativas y la gente les reconoció su talento.
Poco tiempo tuvo que pasar desde que The Raven Age terminó de tocar para que llegara una de las bandas miembro del Big 4 y posiblemente la mejor de las cuatro en la actualidad: Anthrax. Promocionando su más reciente disco For All Kings, Joey, Frank, Scott, Charlie y John salían al escenario para poner a moshear a todos con Caught in a Mosh. En la pista, los primeros slams se armaban; en gradas, la gente sacudía su cráneo velozmente y al ritmo de una de las canciones más representativas del thrash. En la primer noche, Madhouse fue la encargada de continuar el setlist, mientras que Got The Time fue la segunda canción de la segunda noche.
La voz del Palacio de los Deportes se hacía presente para Antisocial, cover a la banda francesa Trust. Retomando su penúltimo disco, Worship Music, Anthrax continuó con Fight ‘em ‘til You Can’t, una de las canciones más rápidas de la noche y que se ha ganado el lugar en el corazón de los fans. Evil Twin, primer sencillo de For All Kings, se encargaba de que todos estuvieran moviendo la cabeza. Dos canciones que Anthrax no toca tan seguido pero bastante queridas por el público se encargaron de alternar en ambas noches: durante la primera fue Medusa, tomada del Spreading The Disease, y en la segunda, N.F.L. del clásico Among The Living. A continuación vino una de las mejores canciones de la banda de Nueva York en mucho tiempo: Breathing Lightning, también parte de For All Kings. Y para cerrar con broche de oro, la danza de guerra se hacía presente en el Palacio con Indians.
Sin duda, Anthrax demostró que es la banda que actualmente lidera al Big 4 en cuanto a presentación en vivo y música grabada. For All Kings supera con creces a Dystopia de Megadeth y Repentless de Slayer (dado que Metallica no ha sacado disco recientemente) con creces y la entrega de sus miembros sobre el escenario – destacando a Frank Bello y Scott Ian – es mucho mayor a la de cualquiera de las otras tres bandas. Ver a Anthrax es siempre un placer.
El momento de ver el regreso de la leyenda británica se acercaba. La famosa canción de UFO Doctor Doctor sonaba en el Palacio de los Deportes, y los casi 20 mil asistentes sabían lo que ello representaba. Al concluir la canción, las luces se apagaron y dio inicio un video en la jungla, donde el Ed Force One, el avión de Iron Maiden, se había quedado atorado entre las ramas de los árboles y las lianas del lugar. Eddie, desde las profundidades del infierno, sacaba su mano para ayudar al vehículo pilotado por Bruce Dickinson, vocalista de la agrupación, y que comenzó a cantar mientras sonaban las primeras notas de If Eternity Should Fail, la canción que abre el disco más reciente de los británicos, The Book of Souls. Acompañados de una ambientación maya y fuego, los demás miembros de Iron Maiden tomaron el escenario. Nicko McBrain detrás de su nueva batería Sonor y platillos Paiste, Dave Murray y Adrian Smith, guitarristas, del lado derecho; Steve Harris y su legendario bajo Fender en el centro y Janick Gers, el tercer guitarrista, del lado derecho. A pesar de que la canción no es muy conocida gracias a su corta existencia, la gente la coreó como si llevara años en la vida de los fans; los brincos no se hicieron esperar.
Cerca de las 9:00 llegó el momento ansiado por todos, el concierto dio inicio con un video donde pudimos apreciar el “ambiente Maya” que rodea a la gira The Book of Souls, en el mismo se veía a la famosa mascota del grupo Eddie lanzando un avión, posteriormente la música empezó a sonar y con ello los integrantes de Iron Maiden llegaron al escenario entonando If Eternity Should Fail. Speed of light fue la segunda canción, durante la cual podíamos ver el video de la misma en las pantallas laterales.
Un suceso emocionante fue cuando el vocalista dijo “¡Hola, México!”, dio la bienvenida al show y agradeció por asistir, de igual forma explicó las influencias que tuvo la Riviera Maya en esta producción. Entre las canciones que nos ofrecieron de su reciente material discográfico están Tears of a clown, The Red and the Black, The Book of Souls y Death or Glory.
Para continuar, el sencillo de The Book of Souls sonaba en el Domo de Cobre. Speed of Light arrancaba con uno de los mejores gritos que se le ha escuchado a Bruce en mucho tiempo; fue interpretada de buena manera, mientras que algunos fragmentos del videojuego de Eddie se veían en las pantallas, colocadas a ambos lados del escenario. Al concluir, Dickinson le dio la bienvenida a todos los fanáticos mexicanos, quienes no pudieron ocultar su alegría con los primeros acordes de Children of the Damned, tomada del tercer disco de Iron Maiden, The Number of the Beast. El mismo Bruce se encargó de introducir Tears of a Clown, que desde su composición fue dedicada al fallecido actor Robin Williams, quien se suicidara en 2014 y que fue recordado durante esta introducción.
Con un sonido que dejó mucho que desear y una mezcla no muy buena (no se puede culpar solamente a la acústica del Palacio de los Deportes por esto) en la que predominaban la voz y la batería, dejando a las guitarras en segundo lugar y al bajo – pieza fundamental en el sonido de Iron Maiden – en tercero, la noche siguió con una de las mejores canciones que la banda ha sacado en los últimos años: The Red And The Black. Las voces de miles de apasionados metaleros se unieron para corear las guitarras de esta nueva canción, que se podría convertir en una de las canciones más famosas de los ingleses; no hubo nadie que se quedara callado: quienes la conocían no tuvieron problema alguno, y quienes no simplemente escucharon a Bruce y a los demás cantar, y les siguieron la pista.
La llegada de la manta del sencillo de The Trooper nos preparaba para uno de los clásicos de la noche. Aún no habían sonado las primeras notas de la canción y todo el Palacio de los Deportes estallaba en furor. La bandera del Reino Unido hondeaba en lo alto del escenario mientras Dave, Steve, Adrian y Janick se juntaban en el centro del escenario para atacar las filas frontales de la multitud con sus guitarras y bajo. Lo curioso fue ver a Bruce poniéndole la bandera al señor Gers en la cara, a Smith hablando y jugando con un perico de peluche que aparecía desde la parte trasera del escenario, y a cada miembro de la banda disfrutando cada nota tocada. Todo se conjuntó en el famoso grito del coro: “OOOOOOOOOHHHHHHHHHH!”, exclamaban las 20 mil gargantas.
Tras finalizar la canción y por unos segundos, lo único que se escuchó fueron los gritos de los fans. Después, el latido de un corazón. Posteriormente, una risa malvada seguida de un remate de batería que inició Powerslave, canción que le da título al quinto disco de Iron Maiden. Bruce salía desde las rojas llamas con una máscara del luchador mexicano Blue Demon para cantar y decir su famoso “SCREAM FOR ME, MEXICO!”. Posiblemente fue la canción que más disfrutaron los fans que se dieron cita para escuchar a la Doncella de Hierro en vivo.
Para bajar las revoluciones por un momento, el sexteto regresó a la promoción de The Book of Souls con Death or Glory y, posteriormente, la canción que le da título al disco. Ambas canciones tuvieron características únicas y ambientaciones distintas, aunque la segunda tuvo un show espectacular. Tras una pequeña plática de Bruce sobre los antiguos imperios y cómo desaparecieron – como el imperio maya en el cual está inspirado el disco -, así como de los nuevos imperios y cómo desaparecerán en algún momento, Adrian y Steve iniciaron el tétrico intro de The Book Of Souls, canción en la que salió un Eddie gigante (de la portada del disco) para convivir con la multitud y la banda por igual. En un momento peleó con Janick, quien pasaba entre las piernas de la mascota de Iron Maiden; en otro, Ed se acercó a Dickinson para pelear con él. El vocalista resultó victorioso al quitarle el corazón a Eddie al más puro estilo de un ritual azteca. El vocalista corrió de un lado a otro del escenario con el corazón en la mano hasta aventarlo a la multitud, momento en que el coloso se retiró del lugar.
Hallowed Be Thy Name volvió a tocar el corazón de los fanáticos de Iron Maiden. La campana retumbó en el Domo de Cobre y Bruce apareció con una soga listo para ahorcarse en cualquier momento, al estilo que la canción marca. Los seis miembros sonreían mientras tocaban y disfrutaban cada momento al lado de uno de los mejores públicos del mundo. Tras un cierre espectacular, la oscuridad y miles de voces tomaban posesión del Palacio con Fear of the Dark, pieza indispensable en los conciertos de Iron Maiden. Pocas cosas son tan enriquecedoras en la vida como escuchar a todo un estadio unirse para cantar no sólo la letra sino también las partes de guitarra de una canción. Con sus altos y bajos, el Domo de Cobre retumbó y se sacudió hasta los cimientos con la última canción del disco Fear of the Dark.
Lo anterior dio pie al cierre del primer acto. La canción Iron Maiden llegaba a los oídos de los asistentes, quienes estaban a la espera de la revelación del nuevo Eddie, que salió de su escondite tras otro llamado de Bruce Dickinson “SCREAM FOR ME, MEXICO!”. El Eddie maya de la portada de The Book of Souls acompañaba las acrobacias de Janick Gers con su guitarra, que salía volando hacia un lado, hacia otro y hacia arriba. Las últimas notas sonaron y la banda se despidió por primera vez, aunque todos sabíamos que faltaba invocar a la bestia…
Un enorme hombre con cabeza de cabra se apoderaba del lado derecho del escenario mientras la voz de Barry Clayton leía, acompañado de todos los asistentes al Palacio de los Deportes, fragmentos del libro de las Revelaciones de la Biblia. La canción que todo el mundo espera de Iron Maiden fue tocada con una fuerza distinta, con el poder de Dio y de la bestia combinados. Las llamas del infierno atacaban el escenario de la Doncella de Hierro mientras los fanáticos cantaban “Six, Six Six! The Number of the Beast!”.
Un encore distinto nos esperaba tras esta canción. Blood Brothers, tomada del Brave New World, nos unía como hermanos metaleros y como humanidad. Las palmas de todos se unían para acompañar la penúltima canción de Iron Maiden, que cerró su set con otra de sus canciones favoritas y más famosas: Wasted Years. Aunque nos dejaron con ganas de una o dos canciones más, los seis miembros de Iron Maiden dejaban el escenario para continuar su recorrido hacia El Salvador.
Lo bueno: Una buena presentación y un setlist equilibrado que quizás decepcionó a los fans de la vieja escuela de Iron Maiden, pero es el tour de The Book of Souls. ¿Qué esperaban?
Lo malo: El sonido. ¿Nos sorprende?
Lo Bizarro: el acto en The Book of Souls, cuando Bruce despojó a Eddie de su corazón para después aventarlo al público. También la enorme bestia de The Number of the Beast fue algo bizarra.
Tras casi 40 años de carrera, Iron Maiden sigue demostrando por qué son una de las bandas más grandes del planeta y cómo es que Bruce Dickinson no disminuye su calidad con el paso de los años y con un cáncer a cuestas. Los solos de Dave Murray son impresionantes y muy bien construidos a pesar de no ser los originales; Adrian Smith siempre se desvive por cada nota que toca; Janick Gers se divierte tremendamente al tocar; Steve Harris sigue teniendo la misma entrega por la banda y la música de sus amores; Nicko McBrain continúa tocando en tiempo y con precisión a pesar de haber sido confundido con un vagabundo (supuestamente). En resumen, la Doncella y la Bestia están vivos, y es probable que no nos hartemos de ellos sino hasta dentro de un muuuuuuuuuuuy buen rato. Reprochemos el sonido, pero nunca la increíble calidad de la leyenda inglesa Iron Maiden.
A ti, ¿qué te pareció el concierto? ¡Déjanos tus comentarios aquí debajo!
Iron Maiden nos sigue demostrando que a pesar de los años de carrera y la edad de sus integrantes pueden seguirnos conquistando, ofrecer espectáculos de calidad y llenar cualquier lugar donde se presenten. Esperemos tener Iron Maiden para varios años más, puesto que todavía tienen mucho que dar.