Tenía 8 años cuando, en un miércoles de 2×1 (el día mas amable económicamente para llevarme al cine de mis padres… y el mejor día de mi semana) me llevaron a ver una película “para niños” que sin saberlo cambiaría mi vida por siempre y muchos años después, seguiría siendo una de mis favoritas de toda la vida: la película era Toy Story.
El pasado 22 de Noviembre se cumplieron 20 años del estreno de Toy Story, la película infantil más importante de las últimas 2 décadas que vino a revolucionar el cine de animación y cambió la manera de contar historias para niños con grandes lecciones de vida.
La casa Disney vivía su mejor época de éxitos (antes de su decadencia noventera) y en una paradoja, la fábrica de sueños terminó con los de dos animadores Edwin Catmull y John Lasseter, por no ser tan hábiles en la animación tradicional de dibujos a mano, sólo dominaban unos aparatos que nadie conocía y que no eran de utilidad para un estudio de dibujos animados: las computadoras. ¡Oh!, la ironía de la vida. Por ello es que decidieron unir alianzas y comenzar un camino de 20 años de experimentación en una nueva técnica para animar objetos en pantalla en tres dimensiones, proceso que concluiría con un largometraje (independiente en esos años), llamado Toy Story.
A 20 años de su concepción, no parece gratuito que el primer largometraje de los estudios Pixar haya tratado sobre un vaquero viejo de juguete que se sentía desplazado por un moderno hombre del espacio, hoy la metáfora no se puede ignorar: los viejos estudios Disney ya sentían la amenaza del nuevo “hombre del espacio” llamado Pixar. Del proyecto huyeron Mattel y la marca Barbie (por lo que tuvieron que recurrir a “Betty” como el amor de Woody). Mismos que al ver el hit de taquilla que consiguió la cinta y las nominaciones al Oscar, no dudaron y hasta pagaron por subirse al barco en las secuelas.
Jon Lasseter creó una historia de amistad a partir de una premisa que todos de niños alguna vez (o varias) usamos en nuestro cuarto de juegos, en donde nuestros juguetes cobraban vida. Pero Toy Story no solamente rompió esa especie de cuarta pared infantil, la película introdujo el efecto Pixar, su característico sello en el que una historia para niños, además de los valores de los que los viejos clásicos animados hacían uso para la aceptación de los padres y la absorción de los hijos; también animaba las emociones reprimidas socialmente. Así vemos como la envidia corroe a Woody por la llegada de Buzz y Buzz a su vez va representando la soberbia en un micro universo como el cuarto de Andy, donde los juguetes conviven en armonía y este conflicto viene a sacar lo peor de cada uno. ¿Cómo explicabas a un niño el por qué Woody arrojaba de la ventana a Buzz o el hecho de que Ham y el Sr. Cara de Papa parecían más los villanos de la cinta?
Pero ahí no para la complejidad del filme. Toy Story nos entrega varias escenas inolvidables que despedazaron el concepto que se tenía de “Película infantil”, donde las historias eran paralelas a la realidad, de las cuales sólo hablare de una en especial:
La escena es aquella donde Buzz Lightyear en casa de Sid, mira un comercial donde lo anuncian como lo que nunca había querido creer que él era: un juguete. Buzz sube a un barandal con la intención de escapar por la ventana volando para demostrarse a si mismo que él es un verdadero guardián espacial y no un juguete. Tras recitar sus famosas líneas “al infinito y más allá”, Buzz se avienta hacia la ventana sólo para ver como no puede llegar ni a la mitad del objetivo y en caída libre, Buzz se estrella con el suelo y aún mas duro, con la realidad. La secuencia termina con la canción recitando la frase “no podré navegar nunca más” mientras vemos a Buzz con un brazo zafado y su mirada completamente desencajada. ¿Cuándo una película infantil le había hablado así de fuerte y claro a un niño?.
¿Por qué sobre juguetes?, probablemente por que son esos objetos con los que tenemos el primer contacto de niños y toman el mayor significado especial en nuestras vidas, guardando hasta que crecemos los últimos rastros de nuestra inocente infancia. Son la representación de lo que una vez fuimos y nunca mas volveremos a ser. Y precisamente sobre esta idea, Pixar (planeada o no) estaba por desarrollar una de las mejores trilogías cinematográficas de todos los tiempos, comparable a la del Padrino, Star Wars o cualquier otra en el Olimpo del cine. Pero de la trilogía nos tocará hablar en otro texto.
Así seas el hijo o ya te tocó ser el padre, Toy Story seguirá dialogando contigo en cada etapa de tu vida y en cada revisión que le hagas. Así de asombrosa es.
Gracias por tanto Toy Story.